¿Por qué se cayó mi edificio?

La Ciudad de México está a merced de una nueva catástrofe.

Las lecciones que dejaron los terremotos del pasado se olvidaron.

La gente no tiene forma de saber si la escuela en que deja a sus hijos, las oficinas donde pasará horas de trabajo, el departamento recién comprado, la vivienda rentada años atrás o el sitio en que hará el próximo trámite van a desplomarse o quedar inservibles en cualquier momento.

Salvar la vida o perder el patrimonio dependen del azar más que de las políticas públicas de los gobiernos en los últimos 32 años. No importa la ideología ni las banderas de identidad de quienes han tomado decisiones.

Cinco días después del sismo ocurrido el 19 de septiembre de 2017, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) lanzó una convocatoria para que los ciudadanos enviaran información sobre edificios que sufrieron algún tipo de afectación. El objetivo fue mostrar qué había causado esos daños, independientemente de las versiones gubernamentales.

Se recibieron datos de 200 inmuebles que se complementaron con recorridos, información recopilada por ingenieros de la UNAM, así como de la Plataforma CDMX del Gobierno de la Ciudad de México.

Al final se construyó una base de datos de 365 registros y se eligieron 28 edificios para realizar su autopsia. Los criterios de la elección fueron el nivel de daños, su ubicación y el año de construcción.

Para tener un mayor acercamiento a la historia de esos edificios se realizaron alrededor de 800 solicitudes de información a diferentes delegaciones y dependencias gubernamentales. Se acudió al Registro Público de la Propiedad para obtener la información de predios y empresas; se consultó a especialistas en ingeniería estructural y geotecnia. Y, sobre todo, se buscó a los habitantes de esos inmuebles.

Cada una de las 28 investigaciones periodísticas que aquí se presentan muestran varios de los eslabones que han formado esa cadena de corrupción, negligencia e impunidad que hace más vulnerables a los ciudadanos. Los hallazgos son los siguientes:

El Reglamento de Construcciones, catalogado como uno de los mejores del mundo, se ignora tanto por las autoridades como por los constructores.

Los ciudadanos quedaron atrapados en edificios en donde se hicieron modificaciones en los cálculos de ingeniería para aumentar los márgenes de ganancias de las constructoras; en inmuebles levantados con materiales de baja calidad o insuficientes; en sitios construidos sobre cimientos viejos, pero que se presumían como departamentos nuevos. Las familias afectadas invirtieron sus ahorros o comprometieron su patrimonio en cascarones.

Entre las empresas involucradas están Vertical Homes, Canada Building Systems de México, Promotora e Inmobiliaria Dekah, Dijon GP, Vívelo en Eje Central 526, Elite Apartments, Inmobiliaria Sacomo, Lonai Group Property Services, Inmobiliaria Álvaro Obregón, Helicópteros de Puebla y HIP HABITAT.

Después del sismo de 1985 se creó la figura de los Directores Responsables de Obra (DRO) y la de los Corresponsables en Seguridad Estructural (CSE). La intención, entonces, era contar con profesionales que garantizaran que las nuevas edificaciones cumplían con el Reglamento de Construcciones.

Con el tiempo, esa figura se pervirtió. Sobre todo, porque son contratados por las inmobiliarias y con ello pierden independencia. Además, se creó una especie de mercado negro de firmas de DRO: los documentos y planos para obtener permisos sólo se firman, sin que se revise la autenticidad de la información que ahí se plasma.

En varios de los edificios que se analizaron aparecen nombres ligados con autoridades del gobierno de la Ciudad de México. Entre ellos familiares de Simón Neumann, quien fue titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) al inicio del Gobierno de Miguel Ángel Mancera. Así como Fernando Méndez Bernal, quien en algún tiempo fue presidente del Colegio de Arquitectos —instancia que se encarga de certificar a los DRO— y ahora es asesor del actual director de la misma Seduvi, Felipe de Jesús Gutiérrez.

Las delegaciones y las administraciones capitalinas ignoraron las voces de vecinos que alertaron y denunciaron sobre inmuebles que violaban usos de suelo, construcciones que se levantaban sin permisos o edificios que tenían daños desde el sismo de 1985 y se reconstruían para venderlos como departamentos.

Los edificios cayeron o quedaron inhabitables porque las autoridades no escucharon los llamados de los ciudadanos. Eso provocó la pérdida de vidas y de patrimonio.

Los vecinos no son los únicos que alertaron sobre cómo la corrupción y la negligencia construían una atmósfera de vulnerabilidad.

Desde 2006 —once años antes de la emergencia del 19 de septiembre del 2017— los investigadores Eduardo Reinoso, Miguel A. Jaimes y Marco A. Torres, del Instituto de Ingeniería de la UNAM, publicaron el estudio “Evaluación de la Observancia al Reglamento de Construcción en la Ciudad de México”, en donde presentaron resultados de la revisión que hicieron a edificios construidos después de 2004. Ahí advirtieron que muchos de ellos “tendrían un desempeño inadecuado durante un sismo intenso”, ya que no cumplían con los mínimos requeridos en el Reglamento de Construcciones.

No sólo se hacen a un lado las normas. En algunos de los edificios seleccionados para esta investigación se encontró que se utilizan documentos falsos, con información imprecisa o datos que no corresponden a lo que se construye.

Las autoridades del gobierno central y delegacionales otorgan permisos sin revisar planos o estudios de suelo. Y aunque los revisaran, muchos de ellos no tienen los conocimientos profesionales para hacer una correcta evaluación.

MCCI realizó solicitudes de información a todas las delegaciones para conocer los perfiles de quienes ocupan cargos en la Dirección de Obras. Se encontró que del 2000 al 2017 por lo menos 27 funcionarios que ocupaban ese puesto no tenían formación en ingeniería civil o arquitectura. Hay quienes son agrónomos, ingenieros mecánicos, geógrafos, abogados, administradores de empresas e, incluso, licenciados en entrenamiento deportivo.

Lo mismo sucede con quienes están a cargo de las Direcciones de Protección Civil en las delegaciones. De acuerdo con la ley, estos funcionarios deberían tener una experiencia en esta área de, por lo menos, tres años. Pero muchos de ellos, como en el caso de las delegaciones Benito Juárez y Cuauhtémoc, son cercanos a los políticos que dirigen esas demarcaciones.

Se ha diseñado un sistema en el que autoridades de todos los niveles, DRO y empresas inmobiliarias se lavan las manos. Nadie asume la responsabilidad. Además, no existen programas ni presupuesto para revisar los edificios dañados que sufrieron algún daño en el sismo de 1985 o aquellos que son vulnerables, como las unidades habitacionales.

Vía solicitudes de acceso a la información realizadas a la Procuraduría Social de la Ciudad de México (Prosoc) se conoció que, entre 2001 y 2017, los gobiernos capitalinos entregaron sólo mil 640 millones de pesos para reparaciones en unidades habitacionales. El dinero alcanzó para levantar rejas, pintar bardas, reforestar áreas verdes, pero no fue suficiente para atender daños estructurales detectados en esos edificios.

En el oriente de la Ciudad de México, donde miles de casas resultaron dañadas por las fracturas que con el sismo se hicieron más evidentes, se cortaron los recursos y cancelaron programas de colaboración entre autoridades y científicos para monitorear lo que sucedía en el suelo y atenderlo.

La Ciudad de México tiene un grave problema con sus archivos.

Información vital para conocer cómo se ha construido la metrópoli —planos, memorias de cálculo, mecánicas de suelos, manifestaciones de construcción— no se encuentra en los archivos delegacionales o está incompleta.

En todas las demarcaciones se tuvieron negativas a solicitudes de información; incluso, se reservaron documentos, no contestaron o simplemente respondieron que no los tenían como fue el caso de Gustavo A. Madero, Benito Juárez y Coyoacán.

A doce meses del sismo, la vida de la gente que perdió a su familia y su patrimonio aún no se restablece. La impunidad es lo que predomina.

En la Ciudad de México 228 personas murieron en los edificios colapsados; cuatro más fallecieron en los hospitales durante los siguientes días. Además de los 38 edificios que colapsaron, las autoridades de la ciudad no han informado sobre la totalidad de inmuebles con daños. En octubre de 2017, las estimaciones del gobierno federal para la capital del país eran de 5 mil 765 viviendas afectadas; de las cuales 2 mil 273 tuvieron daño total. Se abrieron 204 carpetas de investigación; 135 por oficio, 65 por denuncia y obtuvieron 65 órdenes de aprehensión, según los datos del Programa de Reconstrucción que presentó el Gobierno de la Ciudad de México.

Sin embargo, los dueños de empresas inmobiliarias y DRO están prófugos. No se ha sancionado a ninguna autoridad que haya firmado manifestaciones de construcción o autorizaciones de uso de suelo.

Los habitantes en la Ciudad de México saben qué hacer durante un sismo; cómo salir de un departamento o dónde resguardarse mejor. Quienes han fallado han sido las autoridades. En el siguiente terremoto, estaremos condenados a que se repita la historia si no se termina con esa cadena de corrupción, negligencia e impunidad.

-->

La Unidad
Habitacional
que se hunde

texto: Agustín Paniagua
video: lucía vergara

Compartir:

Hace poco más de tres décadas, la imagen de la Agrícola Pantitlán comenzó a cambiar. Terrenos baldíos, balnearios y fábricas se transformaron en edificios. Agua Caliente III fue una de las primeras Unidades habitacionales en construirse; también es la que más resintió los efectos de encontrarse en una zona llena de fracturas y con un hundimiento cada vez más evidente. Aun así la expansión inmobiliaria en la colonia no se detiene.

Calle y número:

Agua Caliente 30

Colonia:

Agrícola Pantitlán

Delegación:

Iztacalco

Año de construcción:

1984

La tarde del 19 de septiembre de 2017, en la colonia Agrícola Pantitlán no sólo se sorprendieron por el impacto del sismo, también descubrieron que el hundimiento del suelo era mayor de lo que pensaban. Quienes lo constataron aún más fueron los residentes de laUnidad Habitacional Agua Caliente III.

Desde 1987, los vecinos de esta Unidad notaron que algunos de sus edificios se hundían o se inclinaban, pero no pusieron demasiada atención al asunto hasta que, después del sismo del 19 de septiembre de 2017, seis de las 12 edificaciones presentaron daños que los colocaron al borde del colapso. Hoy esos inmuebles están clasificados, por el Instituto para la Seguridad de las Construcciones de la Ciudad de México, como en “riesgo alto” de desplome. Los seis restantes, que también presentan inclinación, están en “riesgo medio”.

Estudios de la UNAM y del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) coinciden en que el hundimiento de la zona se debe a la “gran concentración de fracturas” que hay en el subsuelo; así como a los socavones formados por las constantes fugas de agua.

Un análisis realizado por especialistas en geotecnia del Instituto de Ingeniería de la UNAM, a petición de vecinos, destaca que la mitad del territorio de la delegación Iztacalco presenta el “hundimiento regional con la tasa más alta de toda la ciudad”; una zona que, de acuerdo con el mismo estudio, ha registrado un “vertiginoso y descontrolado crecimiento habitacional”.

El mapeo de las grietas en la colonia Agrícola Pantitlán, realizado por expertos en geotecnia del Instituto de Ingeniería de la UNAM, coincide con la dirección hacia la cual se desplomaron los edificios de la Unidad Habitacional Agua Caliente III. (descarga documento)

Fue justo Agua Caliente III —una de las primeras Unidades habitacionales de la Agrícola Pantitlán— la que sufrió más, los tres factores que se conjuntaron el 19 de septiembre de 2017: el impacto de un fuerte movimiento telúrico, el hundimiento del suelo y la falta de mantenimiento de sus edificios.

Los daños tomaron por sorpresa a sus residentes, como a Silvia Téllez, habitante de la Unidad desde 1985.

—No sabíamos que fuera tan peligroso el suelo abajo de los edificios.

De balneario a departamentos

La Agrícola Pantitlán comenzó su andar siendo una zona rural, llena de milpas, caminos de terracería y con baja densidad poblacional. En este territorio existían varios balnearios que, durante la decada de los treintas y cincuentas, convirtieron a Iztacalco en un destino turístico para los habitantes.

A partir de los años 60, las milpas y balnearios se transformaron en bodegas, plantas de producción e instalaciones industriales, flanqueadas por algunas casas construidas por los habitantes originales del lugar.

Miguel Ángel García vive en la Agrícola Pantitlán desde hace décadas y ha visto cómo se ha transformado su entorno:

—Junto al terreno que ahora ocupa el conjunto habitacional Agua Caliente III estaba la bodega de una fábrica de ropa; en frente había una fábrica de chiles en conserva y varios negocios que los dueños fueron vendiendo poco a poco. Del otro lado, donde ahora hay un Chedraui, estaban los autobuses de la Cristóbal Colón. Había poca gente y poco trasporte. Para llegar a la colonia era necesario atravesar un montón de baldíos.

A principios de los 80, el terreno de Agua Caliente 30 —que años atrás albergó un balneario— fue comprado por la empresa Promociones Galaxia. En anuncios transmitidos por la radio, la constructora ofrecía la posibilidad de adquirir departamentos que podían pagarse con créditos bancarios. Las viviendas de 40 metros cuadrados costaron, en promedio, tres millones de pesos de esa época.

En aquel entonces, las únicas Unidades habitacionales que existían en la colonia eran Agua Caliente I y II, ambas edificadas con financiamiento del Estado y vendidas a través de créditos del Infonavit.

La Unidad Habitacional Agua Caliente III marcó la llegada de la iniciativa privada al negocio de la construcción en la Agrícola Pantitlán. Sus 250 departamentos, distribuidos en 12 edificios de cinco niveles, se construyeron en 1984. Sus habitantes comenzaron a llegar en mayo de 1985, meses antes del terremoto que cimbró la vida en la Ciudad de México.

Llegan el metro y los hundimientos

Agua Caliente III resistió casi sin rasguños el terremoto de 1985. Los daños fueron mínimos.

—Nada más fue el susto. (Los edificios) estaban nuevecitos. No vinieron (las autoridades) a revisarlos; nosotros tampoco buscamos a alguien que lo hiciera —cuenta Eugenia Martínez, quien acababa de llegar a vivir en la Agrícola Pantitlán.

Vista panorámica de la Unidad Habitacional Agua Caliente III y la Línea 9 del Metro, cuya construcción provocó hundimientos en los edificios del conjunto desde 1987.
Fotografía: Isabel Mateos

La Unidad funcionó sin contratiempos hasta 1987, cuando se inauguró la Línea 9 del Metro, que entonces sólo corría desde Pantitlán hasta Centro Médico. Silvia Téllez y Alejandra Ortega, de las primeras vecinas que llegaron al desarrollo, recuerdan que trabajadores del Metro realizaron obras para ampliar la barda perimetral de su predio, con el argumento de que “necesitaban hacer espacio para los respiraderos” de la nueva línea.

Casi de inmediato comenzaron los problemas de hundimiento en la zona: el edificio Cedro se recargó en el inmueble vecino. Los residentes consideraron que los daños y la inclinación no eran motivo de preocupación; continuaron haciendo su vida con normalidad. Hoy, para ingresar a los departamentos de la planta baja del edificio Cedro, hay que bajar un “escalón” de casi 30 centímetros.

Además del hundimiento, las fugas de agua son otro problema que aqueja a la Unidad Habitacional Agua Caliente III. La problemática es compartida con el resto de los inmuebles de la Agrícola Pantitlán: las tuberías subterráneas son de concreto y no de material flexible, como establece el Reglamento de Construcciones del Distrito Federal desde el 2004.

Vista panorámica de la Unidad Habitacional Agua Caliente III.
Fotografía: Isabel Mateos
Seis de los 12 edificios de la Unidad Habitacional Agua Caliente III chocaron entre sí a raíz del sismo del 19 de septiembre.
Fotografía: Lucía Vergara

Las constantes fugas que se registran en la zona aumentan una vulnerabilidad más al conjunto habitacional: el anegamiento de sus cajones de cimentación, que los deteriora y añade un peso que los edificios no están diseñados para soportar.

La cimentación de los edificios de Agua Caliente III fue resuelta con cajones de concreto reforzado, los cuáles van sumiéndose y anegándose conforme el suelo se resquebraja debajo de ellos.

Para especialistas en geotecnia del Instituto de Ingeniería de la UNAM, los cimientos de la Unidad se diseñaron en forma errónea. El suelo de la zona está compuesto por “arcillas altamente compresibles” que se hunden con facilidad, por lo que la opción más adecuada era realizar “cimentaciones profundas”; es decir, instalar pilotes que permitieran fijar los edificios al subsuelo e impedir que se deslizaran a medida que la tierra se comprimía cada vez más.

Comprobante de gastos del programa Ollin Callan para el mantenimiento de multifamiliares otorgado a la unida habitacional Agua Caliente III.

Para contar con fondos que permitieran dar mantenimiento a su Unidad, en el año 2001 los residentes de Agua Caliente III se inscribieron al Programa de Rescate de Unidades Habitacionales de Interés Social del gobierno de la Ciudad de México.

De acuerdo con información proporcionada a travéz de solicitudes de acceso a la información, entre 2001 y 2006 la Unidad recibió 372 mil 784 pesos para mantenimiento. A partir de 2008, el Programa de Rescate fue rebautizado como “Ollin Callan”. Desde entonces, Agua Caliente III sólo recibió dinero en tres años: 96 mil pesos en 2008 y 2009, respectivamente, y 144 mil en 2014.

La administradora de la Unidad, Silvia Téllez, reconoce que no se inscribieron al padrón de la Procuraduría Social (Prosoc), por lo que ya no recibieron el apoyo.

Los fondos que en su momento recibieron fueron utilizados para acciones diversas: pintar fachadas, lavar cisternas, cambiar algunas tuberías averiadas —que se colocaron, de nuevo, de concreto—, construir la barda perimetral e, incluso, para instalar la imagen de una virgen a la entrada de la Unidad.

La fragilidad del suelo

Estudios estratigráficos, realizados por especialistas en geotecnia, muestran que el área donde se construyó Agua Caliente III combina arcilla del antiguo lago, relleno superficial poco compacto y arena con tezontle. Esta mezcla acelera los procesos de hundimiento en la Unidad, y sus efectos se manifiestan en forma de “sacudidas” que asustan a los vecinos.

—De repente está una cocinando y se escuchan ruidos fuertes en el piso, como si estuviera temblando otra vez. La primera vez (que pasó eso) salí corriendo —cuenta María Alejandra Ortega.

El Atlas de Riesgos de Cenapred del 2016 clasifica a buena parte del territorio que ocupa la delegación Iztacalco como de “alto índice de peligro” por inundaciones y granizo. Estos fenómenos naturales, combinados con la serie de fallas geológicas y las fugas, provocan la formación de socavones que hunden aún más el subsuelo.

Además, el predio de Agua Caliente III está en una de las 12 zonas identificadas con “deformación crítica”; ya que la formación de grietas y fracturas provoca que el subsuelo se hunda de manera irregular, en un rango de entre 20 y 40 centímetros al año, de acuerdo con el Análisis de Vulnerabilidad Física a la Subsidencia y al Fracturamiento en la Capital, elaborado por la UNAM y Cenapred y presentado en octubre de 2017.

Para tener una idea del hundimiento en esta zona, se puede recordar lo documentado en el caso de la Catedral Metropolitana. Este edificio se hundió, en promedio, 32.4 milímetros durante 1989, año que se considera como uno de los más críticos para este inmueble, de acuerdo con el estudio Catedral Metropolitana, Hundimiento y Rescate, publicado en 2013 por el Instituto de Ingeniería de la UNAM.

Vivir en edificios dañados

Cuando se ingresa al patio central de Agua Caliente III, donde están los juegos infantiles, es notorio el hundimiento del suelo. Y conforme se camina por el lugar, es posible mirar la inclinación de algunos edificios. Aún así, cerca de 800 personas viven en la Unidad.

Durante el temblor del 19 de septiembre de 2017, los vecinos que se encontraban en sus departamentos en Agua Caliente III escucharon el estruendo provocado por el golpeteo de cuatro edificios: Roble contra Sauce y Tabachín contra Álamo.

—Se oyó un ruido fuertísimo, como si hubiera explotado algo. Yo iba bajando las escaleras en Fresno (el edificio), y las ventanas nada más crujían. Afuera se veía un montón de polvo de los edificios que chocaron —recuerda Miguel, cartero que ese día repartía correspondencia en la Unidad.

Ese día, seis de los 12 edificios de la Unidad se inclinaron a tal grado que rebasaron, por más del doble, los límites establecidos por la ley para garantizar la seguridad de una construcción. Los inmuebles registraron movimientos de entre 27 y 34 centímetros, en dirección este-oeste o norte-sur, o ambas. El límite máximo de inclinación considerado en el Reglamento de Construcciones del Distrito Federal es de 15 centímetros.

Después del sismo, ingenieros en geotecnia de la UNAM realizaron un mapeo del área, el cual dejó al descubierto la existencia de una serie de fallas geológicas “muy cercanas” a la Unidad Habitacional Agua Caliente III.

El dictamen realizado por el Instituto para la Seguridad de las Construcciones, con fecha del 28 de febrero de 2018, señala que las viviendas de la Unidad Agua Caliente III sufrieron deformaciones que “modifican las condiciones de trabajo de sus estructuras”. Si estas condiciones se incrementan, “las viviendas pueden inclinarse y quedar desplomadas”.

El Instituto recomienda realizar “un estudio de mecánica de suelos y de la cimentación”, para “considerar la factibilidad de verticalizar” los seis edificios que están en riesgo de colapso.

El instituto también advierte sobre la necesidad de “verificar que las instalaciones hidrosanitarias, que pasan por los cajones de cimentación, se encuentren en condiciones óptimas de operación, ya que se observa que las fugas en las mismas han propiciado la inundación de las celdas que los conforman”. En algunos casos, el nivel de agua rebasa los dos metros de altura.

En cuanto los vecinos notaron que los sótanos de la Unidad se inundaban, comenzaron a bombear el agua, lo cual ha provocado que la tierra debajo de ellos se vuelva más reseca y compacta, hundiendo aún más los cajones de cimentación. Las recomendaciones del Instituto para la Seguridad de las Construcciones han terminado por confundir a los vecinos.

—Nos dicen que se debe sacar el agua para que no se nos dañen los cimientos, pero también que si sacamos mucha agua, el suelo se va a resecar y hundirse aún más —explica Silvia Téllez.

Geotecnistas de la UNAM señalan que es necesario realizar un análisis exhaustivo del subsuelo en Agua Caliente III, para mapear adecuadamente las fallas geológicas y determinar si es factible rehabilitar los edificios o si los daños en la zona los han dejado inhabitables.

Hasta entonces, advierten, es imperativo suspender la construcción de cualquier estructura cuyo peso pueda poner en riesgo a las edificaciones ya existentes, además de la carga que supone la entrada de maquinarias de demolición y construcción en una colonia que, de por sí, ya rebasó sus capacidades máximas de servicio.

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Las puntas de los edificios chocaron y se desmoronaron en Roble y Sauce. Vino Protección Civil y dijo: no se ve grave esto”

Silvia Téllez, administradora de la Unidad Agua Caliente III; habitante del edificio Cedro.

Obras nuevas, problemas añejos

En la actualidad, la realidad de Iztacalco y la colonia Agrícola Pantitlán es muy distinta a la de sus orígenes. De ser una zona rural y después industrial, hoy presenta un acelerado crecimiento urbano, caracterizado por la construcción de Unidades habitacionales.

Los propios vecinos señalan que en la última década se construyeron, al menos, quince conjuntos habitacionales en esta colonia con un área de poco más de tres kilómetros cuadrados, lo cual equivale a la mitad de las tres secciones del Bosque de Chapultepec.

Pese al hundimiento y la cada vez más notoria escasez de agua, la construcción de conjuntos habitacionales continúa en la Agrícola Pantitlán. Y una muestra son los 350 departamentos, en edificios de seis niveles, que se planean construir en la calle de Comunal 50, a un costado de Agua Caliente III.

El nuevo conjunto habitacional se levantará en el predio que ocupaban las bodegas de Manufacturas Yedid, S.A. Antes de eso, y hasta 1973, en el lugar funcionaba un balneario.

El uso de suelo para Comunal 50 es habitacional mixto, con un máximo de tres niveles de construcción permitidos, pero éstos pueden ampliarse hasta 15, gracias a la Norma de Ordenación Particular para el Incremento de Alturas y Porcentaje de Área Libre.

En 2016, Arayot S.A.P.I. compró el predio a Manufacturas Yedid. Después, el terreno fue adquirido por la Constructora Himish S.A. de C.V. El apoderado legal de ambas empresas —Arayot y Himish— es José Shabot Cherem, director de la desarrolladora Quiero Casa.

Vecinos de la Unidad Agua Caliente y de la colonia denuncian la opacidad que existe alrededor de la construcción del nuevo edificio. Ni la constructora ni las autoridades delegacionales o de la Ciudad han querido informar sobre las características del futuro inmueble.

Entre junio de 2016 y mayo de 2017, residentes de las casas ubicadas en Privada Río Churubusco realizaron solicitudes de acceso a la información ante la delegación Iztacalco; la Secretaría de Vivienda y Desarrollo Urbano (Seduvi); el Instituto de Verificación Administrativa del Distrito Federal (INVI) y el Sistema de Aguas de la Ciudad de México. Pidieron copias de los permisos de construcción y del proyecto de obra del predio de Comunal 50, así como el análisis de factibilidad hídrica de la colonia. En ninguno de los casos obtuvieron la información.

Los habitantes de la Agrícola Pantitlán también han solicitado a la constructora que les presente un estudio integral sobre el suelo en la zona, un estudio de impacto urbano y una evaluación de la factibilidad hídrica. Sus peticiones han encontrado oídos sordos.

Y mientras se levantan nuevos edificios a su alrededor y el subsuelo se hunde, los residentes de Agua Caliente III no tienen claro cuál será el futuro de su Unidad Habitacional.

Altar a la Virgen de Guadalupe colocado en la Unidad Habitacional Agua Caliente III.
Fotografía: Lucía Vergara

El gigante que se desmorona

Texto: Thelma Gómez Durán
video: lucía vergara

Compartir:

Todo estaba listo para que se inaugurara como una sede de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, pero el terremoto de 1985 lo dejó inhabitable. Por años estuvo en el olvido hasta que se vendió y, al amparo de las autoridades, se transformó en un edificio de departamentos. Otro sismo, el de 2017, revivió los temores de aquellos que conocen su historia.

Calle y número:

Agustín Delgado 28

Colonia:

Tránsito

Delegación:

Cuauhtémoc

Año de construcción:

1985

Desde septiembre de 2017, quien camina frente al número 24 de la calle Agustín Delgado, en la colonia Tránsito, puede leer lo escrito en la cartulina verde fosforescente pegada sobre la puerta: “Vecinos unidos a favor del derrumbe de los edificios dañados desde hace 32 años”. La frase da la bienvenida a la unidad habitacional en donde 45 familias viven bajo el asedio de su vecino: una mole de cemento cuyas paredes se desmoronan.

Todas las mañanas, la sombra del edificio de 13 niveles, ubicado en Agustín Delgado número 28, cae sobre la unidad habitacional que Daniel Covarrubias y sus vecinos construyeron después de que su vecindad se cayó durante el terremoto, de magnitud 8.1, que el jueves 19 de septiembre de 1985 despertó a la Ciudad de México.

Ese día, la colonia Tránsito —muy cerca del Centro Histórico y a unos pasos del metro San Antonio Abad— se llenó de escombros. En la zona colapsaron inmuebles de oficinas o que aparentaban serlo. El sismo mostró que, en realidad, varias de esas construcciones escondían talleres clandestinos de costura.

Uno de los edificios que no colapsó, pese a que sufrió graves daños, fue el que se levantó en el número 28 de Agustín Delgado, un inmueble de 13 pisos recién construido.

Acuerdo para crear la 45ª Agencia del Ministerio Público en Agustín Delgado 28.

Ese 19 de septiembre de 1985, en el Diario Oficial de la Federación, se publicó el acuerdo para crear la 45ª Agencia del Ministerio Público del Fuero Común en el DF, ubicada justo en Agustín Delgado 28.

Todo estaba listo para que la entonces Procuradora General de Justicia del Distrito Federal, Victoria Adato de Ibarra, inaugurara las oficinas; incluso, ahí ya se guardaban expedientes. Pero llegó el temblor y restos de los muros de la nueva construcción cayeron sobre la vecindad de junto, donde Daniel y varios de sus vecinos habían crecido. Esa antigua vecindad quedó inhabitable y poco después se demolió.

La construcción de junto, el inmueble de 13 niveles de Agustín Delgado 28, fue uno de los 5 mil 728 edificios dañados o destruidos en el sismo del 19 de septiembre de 1985, de acuerdo con cifras del Comité Metropolitano para Emergencias. El 38 por ciento de estos edificios sufrió daño estructural.

En el terremoto de 1985, parte de los muros del edificio cayeron sobre la vecindad que se encontraba a lado, la cual también quedó inhabitable.
Cortesía: Daniel Covarrubias

En un informe realizado por investigadores del Instituto de Ingeniería de la UNAM, y que se difundió en noviembre de 1985, se determinó que el inmueble de Agustín Delgado 28 presentaba daños “graves” causados, sobre todo, por la “sobrecarga de la edificación”.

Viejas irregularidades

En algún tiempo, en la colonia Tránsito era posible encontrar vecindades con baños y lavaderos comunitarios que hoy sólo se miran en las películas de los años cincuenta. Tres predios que en el pasado ocuparon esas antiguas viviendas se fusionaron para construir el gran edificio de Agustín Delgado 28.

En noviembre de 1971, la entonces Dirección General de Obras Públicas del Departamento del Distrito Federal otorgó un permiso para levantar el edificio “en diez niveles, con sótano y estacionamiento”, de acuerdo con la licencia de construcción que se encuentra en los archivos de la delegación Cuauhtémoc, y a la cual se tuvo acceso a través de una solicitud de información.

Y aunque la vigencia del permiso de construcción era por 12 meses, el edificio comenzó a levantarse años después, los vecinos recuerdan que fue en 1979 cuando inició la excavación para hacer los cimientos.

—Tardó mucho en construirse —cuenta Daniel Covarrubias— Cuando excavaron extrajeron mucha agua; también sacaron varias piezas arqueológicas, muchas figuras, platos prehispánicos... El edificio se construyó rompiendo todas las normas. Aquí no podían hacer edificios tan altos y, aún así, lo hicieron.

El edificio que se levantó no tenía diez pisos, como se planteó en los planes originales; al final se construyeron 13 y un sótano, en una zona donde sólo se permitía tener hasta cuatro niveles.

Las autoridades publicaron.

En los documentos a los que se tuvo acceso no existe evidencia de cuándo se terminó la obra. Habitantes de la zona recuerdan que la construcción se detuvo varias veces y tardó años en ser terminado. Lo que no olvidan es que fue en 1985 cuando policías judiciales de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal comenzaron a llegar al edificio; en el sótano —aseguran— estaban las celdas y el anfiteatro; la planta baja y los dos primeros niveles se destinaron a ser estacionamiento y el resto de los pisos, oficinas.

Demolición postergada

—Después del sismo de 1985, desde los primeros días, pedimos que el edificio se demoliera. Mandamos oficios, vinieron varios funcionarios y nada —dice Daniel Covarrubias.

Durante dos años, Daniel y sus vecinos vivieron a un costado de la Iglesia de Santa Cruz Acatlán; en ese lugar instalaron las casas de campaña que les donaron. Desde ahí, desde su campamento de damnificados, miraban al gigante de cemento que se resistía a caer.

Daniel y sus vecinos se organizaron, formaron una cooperativa y con donativos internacionales construyeron la unidad habitacional en donde viven desde finales de la década de los 80. La unidad habitacional se levantó en el mismo terreno que, alguna vez, ocupó su antigua vecindad.Desde entonces despiertan con la sombra del edificio dañado.

Los habitantes de la vecindad que resultó dañada por el edificio de Agustín Delgado 28 estuvieron en un campamento de damnificados, hasta que se construyó la unidad habitacional donde ahora viven.
Cortesía: Daniel Covarrubias

En marzo de 1988, en respuesta a uno de los tantos oficios que Daniel Covarrubias y sus vecinos repartieron por oficinas de gobierno, el entonces secretario de Obras del Departamento del Distrito Federal, Francisco Noreña Casado, les informó que las autoridades habían estado “ejerciendo presión con los propietarios para que el inmueble sea reparado”. Y se explicó que los dueños del edificio presentaron una propuesta de proyecto de restructuración, a la que el personal técnico de la coordinación realizó varias observaciones, pero que no habían sido atendidas por los propietarios, por lo que se solicitó a la delegación “se le apliquen las sanciones y clausura correspondiente”.

En ese entonces, Ramón Aguirre Velázquez era el jefe del Departamento del Distrito Federal, y Enrique Jackson Ramírez, el delegado en Cuauhtémoc.

Un año después, el 20 de octubre de 1989, el entonces delegado del Departamento del Distrito Federal en Cuauhtémoc, Ignacio Vázquez Torres, firmó un edicto que se publicó en varios periódicos y que se dirigía a los propietarios de los edificios dañados por los sismos del 19 y 20 de septiembre de 1985:

“Se les notifica que con motivo de la investigación de daños realizada en el inmueble de su propiedad se dictaminó que, por el estado en que se encuentra, es necesario efectuar trabajos de demolición como medida de seguridad y con el propósito de que no causen daños a inmuebles aledaños o a terceros… de no cumplir con este requerimiento se hará acreedor a las sanciones correspondientes y se procederá a realizar las obras necesarias con cargo a su cuenta mediante un crédito fiscal”.

Cinco días después de haber sido publicado el edicto, Isidoro Kichik Behar se presentó ante las autoridades delegacionales como representante legal de la empresa Condominios Industriales S.A., propietaria del edificio. Se hizo acompañar del ingeniero Jacobo Gorodezky Lauferman, Director Responsable de Obra (DRO) y Corresponsable de Seguridad Estructural para las obras de reforzamiento de la estructura del edificio. En los documentos que se encuentran en la delegación Cuauhtémoc no se encontró alguna evidencia de que esos trabajos se realizaron.

Los pisos de más que se le construyeron al edificio terminaron regularizados en 1991

El 21 de octubre de 1991, los dueños del edificio solicitaron la regularización del uso de suelo del inmueble. En ese documento, las autoridades de la entonces Dirección General de Reordenación Urbana y Protección Ecológica reconocen que el edificio de 13 niveles no tenía que haberse construido, porque en esa zona sólo podían edificarse inmuebles de hasta cinco pisos. Aún así, por “derechos adquiridos”, se regularizaron los 13 niveles.

Negocio planificado con anticipación

En sus tres décadas de existencia, el edificio de Agustín Delgado 28 ha tenido, por lo menos, tres dueños, de acuerdo con diversos documentos, entre ellos los antecedentes notariales del Registro Público de la Propiedad y de Comercio de la Ciudad de México.

Condominios Industriales fue propietaria hasta, por lo menos, principios de la década de los noventa. En 1987 y 1990, el inmueble fue embargado por deudas con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

En mayo de 2006, BBVA Bancomer remató la propiedad —un terreno de mil 898.55 metros cuadrados y la construcción de 20 mil 44 metros cuadrados— a un precio de ganga: 12 millones 300 mil pesos.

Antecedentes notariales de la Inmobiliaria Sacomo, la cual fue creada en 2004.

El edificio de Agustín Delgado 28 fue adquirido por Inmobiliaria Sacomo, empresa creada en 2004, y cuyos accionistas son Jacobo, Frida y Matilde Cojab Fallena, Adela Fallena Cohen, Moshe Charabati Cassini y Salomón Cojab Fraca, quien también es el administrador único. Algunos de ellos con experiencia en el negocio de las telas, pero también en el de bienes raíces.

Salomón Cojab Farca y Adela Fallena, por ejemplo, son propietarios de otros edificios en la Ciudad de México, los cuales rentan a la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal. Algunos de estos inmuebles son los ubicados en el número 4 de Ponciano Arriaga, colonia Tabacalera, y en el número 31 de la calle Topacio, en la colonia Centro.

Y aunque, en los papeles, la venta del edificio de Agustín Delgado 28 se concretó en 2006 los planes para su transformación en departamentos comenzarón mucho antes, tan sólo unas semanas después de haber sido creada la Inmobiliaria Sacomo.

En agosto de 2004 se formó la inmobiliaria y en septiembre de ese mismo año se realizó el estudio de mecánica de suelos para el predio. La memoria descriptiva se hizo en julio de 2005, un año antes de la compra del edificio.

Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) tuvo acceso a estos documentos, a través de una solicitud de información.

En la memoria descriptiva se detalló que los trabajos de remodelación y reestructuración de la obra consistirían en habilitar 130 departamentos, 249 espacios para estacionamiento y tres locales comerciales.

La reestructuración del inmueble —se señaló en la memoria descriptiva— se realizaría por medio de “estructura metálica adosada por medios eficientes a la estructura original de concreto”.

Proceso de remodelación del edificio para convertirese en departamentos habitacionales. Cortesía: Daniel Covarrubias

En la mecánica de suelos se apuntó: “Esta edificación está deshabitada por presentar daños en sus elementos estructurales… Es mayor el peso de la edificación que la capacidad de carga admisible de la estructura”. Se recomendó realizar, al menos, cuatro calas en la cimentación para verificar la presencia de pilotes de fricción.

En septiembre de 2006, Inmobiliaria Sacomo comenzó los trámites en la delegación para hacer trabajos de “reparación” del edificio; las obras estuvieron a cargo del DRO José Isabel Domínguez Sánchez y de Federico Erick Romo Heredia, como el Corresponsable de Seguridad Estructural. MCCI los buscó para solicitarles entrevista, pero ninguno aceptó. El ingeniero Romo sólo respondió, vía telefónica: “ese edificio estaba mal construido”.

En diciembre de 2006, el subdirector de licencias y uso de suelo de la delegación Cuauhtémoc, Luis Antonio López Soler, autorizó a Inmobiliaria Sacomo realizar trabajos de “reparación del edificio”, los cuales duraron casi tres años.

En febrero de 2009, cuando aún no se tenía el aviso de terminación de obra, la Inmobiliaria Sacomo constituyó el régimen de propiedad en condominio para el edificio; se registraron 130 departamentos, 116 cajones de estacionamiento y tres locales comerciales.

En tan sólo tres años, la inversión rindió frutos. La propiedad que Inmobiliaria Sacomo compró en 12 millones 300 mil pesos, para entonces ya valía ocho veces más: 99 millones 550 mil pesos, de acuerdo con el avalúo registrado entonces.

Sólo una multa

Durante los trabajos de remodelación de Agustín Delgado 28, Daniel Covarrubias y sus vecinos alertaron a las autoridades de lo que ellos ya veían como un riesgo: la construcción de departamentos en un edificio dañado. Por ello, en octubre de 2008, volvieron a insistir y mandaron oficios a diputados y a la delegación, entonces presidida por el perredista José Luis Muñoz Soria.

Su voz, una vez más, no tuvo eco.

Fue hasta marzo de 2010, cuando Inmobiliaria Sacomo ingresó a la delegación el aviso de terminación de obra y solicitó la autorización de uso y ocupación.

Documento de autorización de uso y ocupación para el edificio.

Jaime Martínez Velázquez, entonces subdirector de manifestaciones, licencias de construcción y desarrollo urbano, negó la autorización de uso y ocupación del edificio porque la inmobiliaria no presentó un dictamen de impacto urbano ni planos arquitectónicos.

Además, se argumentó, las dimensiones mínimas de los patios de ventilación no se apegaban a lo indicado en las normas y no se cumplió con el área libre “jardinada y permeable”. Y, en especial, “no existen antecedentes de las lecturas de nivelaciones propuestas o de las calas para determinar la existencia de pilotes de cimentación. Tampoco se hace referencia a posibles trabajos de reforzamiento en la cimentación y/o en la superestructura”.

Sin embargo, seis meses después de este oficio, el 22 de octubre de 2010, el arquitecto Martín Miguel Ruiz Ramírez, director general de obras y desarrollo urbano de la delegación Cuauhtémoc, firmó y autorizó el uso y ocupación del edificio.

En los documentos sobre Agustín Delgado número 28, obtenidos a través de solicitudes de información, no se encontró alguno en donde autoridades de la delegación hayan verificado que la Inmobiliaria Sacomo realmente reforzó la cimentación del edificio dañado en el sismo de 1985.

Lo único que sí sucedió es que la delegación Cuauhtémoc impuso una multa por aviso de terminación de obra extemporánea, equivalente a ocho mil 619 pesos.

Los departamentos de Agustín Delgado 28, en la colonia Tránsito, comenzaron a promocionarse para su venta. Incluso, se presumieron como si fueran una obra nueva. En algunos sitios de internet aún es posible encontrar anuncios que los publicitan: “Departamentos nuevos con elevador, roof garden, estacionamieto cubierto, pasillos amplios. Deptos desde 73 M2 hasta 79 M2, de dos y tres recamaras… precio desde 1,200,000 hasta 1,500,000… Año de construcción 2013”.

Los departamentos de Agustín Delgado 28 se anunciaron en páginas de internet.
Imágenes tomadas del sitio casacompara.com.mx

Negocio frustrado

El martes del 19 de septiembre de 2017, durante el sismo de magnitud 7.1, la construcción remodelada de 13 pisos volvió a crujir como ya lo había hecho en sismos anteriores; algunas de sus paredes se desmoronaron como sucedió 32 años atrás, la herrería de varias de sus ventanas se torció y la estructura se hundió todavía más.

La mole de cemento no cayó para fortuna de sus vecinos, las 45 familias que viven en la unidad habitacional y, sobre todo, para suerte de quienes, en 2014, invadieron el edificio.

—Ya lo tenía vendido (el edificio), pero tres días antes de que lo entregaran, vinieron y lo invadieron… Eso fue como en mayo del 2014. —señala Salomón Cojab, accionista de la Inmobiliaria Sacomo, empresa que presentó varias demandas en contra de los invasores.

—¿A quién lo vendió? —se le pregunta a Salomón Cojab vía telefónica.

—A otra persona que, es más, ni siguiera la conocí...La verdad es que no quiero platicar eso por teléfono. —Salomón Cojab aseguró que días después daría una entrevista para hablar del tema.

En el dictamen del Instituto para la Seguridad de las Construcciones, fechado el 22 de febrero de 2018, se señala que el edificio tiene inundado el cajón de cimentación, “lo cual pone de manifiesto la existencia de fisuras y la falta de mantenimiento que ha prevalecido en él”.

La edificación —se apunta en el dictamen— presenta fracturas en varias columnas de concreto. Además, tiene una inclinación de 48 centímetros hacia el sur y 25 centímetros al poniente. El desplome máximo que se permite, de acuerdo con el Reglamento de Construcción de la Ciudad de México, es de 18 centímetros. Es por ello que se remarca que “la estructura del edificio se considera en alto riesgo, por lo que no podrá ser ocupado”.

Durante el sismo del 19 de septiembre de 2017, el edificio volvió a presentar daños. Sus muros volvieron a tener grietas. Fotografía: Lucía Vergara

Aún así, el edificio de 13 pisos de Agustín Delgado 28 estuvo habitado durante casi diez meses después del sismo de septiembre de 2017.

Durante varios días de junio, MCCI se presentó en el lugar y solicitó una entrevista con los habitantes del edificio. Fue hasta la tarde del sábado 23 de junio de 2017, cuando dos hombres, que se negaron a dar sus nombres, aseguraron que los inquilinos del inmueble pertenecían al “grupo de los Francisco Villa”.

—¿Hace cuánto viven aquí?

—Ya tenemos un buen rato —respondió uno de ellos.

—Hay un dictamen donde se señala que el edificio no es seguro, que está en riesgo…

—Ya vinieron a ver el edificio y nos dijeron que está bien —interrumpió el hombre de mayor edad.

—¿Cuánta gente vive aquí?

—No te puedo dar esa información… Aquí tenemos niños, tenemos gente y tenemos seguridad. Ahorita estamos en un asunto legal y no podemos decir más sobre el edificio… ¿Conoces el grupo Francisco Villa? Somos nosotros. Si le sigues, vas a detonar cosas que no vas a poder detener… Si tu comprendes estas palabras, Francisco Villa, vas a entender mucho.

La mañana del viernes 6 de julio, el edificio de Agustín Delgado 28 fue desalojado por personal de la Secretaría de Seguridad Pública.

Retomar el negocio

El viernes 27 de julio de 2018, MCCI volvió a hablar vía telefónica con Salomón Cojab. Para entonces, el edificio seguía resguardado por personal de Seguridad Pública de la CDMX.

—Cuando compró el edificio y lo remodeló, ¿cómo se reforzaron los cimientos y la estructura?

—Le quité entre el 50 y 60 por ciento del peso. Le quité el montacargas que tenía; se le colocó una estructura de acero. El edificio está perfectamente bien. Voy a entrar a repararlo; se va a resanar, pintar y listo.

—Pero hay un dictamen que señala que el edificio tiene una inclinación importante, fracturas en sus columnas y que es de alto riesgo…

—El edificio está bien. Si aguantó este temblor, aguantará otros 20 temblores más.

—¿Usted ya vio el edificio?

—No he ido en años, pero no hay por qué preocuparse. El edificio está bien… Mire, yo mandé que le pusieran la bandera roja para que se pensara que el edificio estaba mal y así poder sacar a la gente que estaba dentro. Lo hice con algunas amistades.

—¿Algunas amistades del gobierno?

—No puedo decirle más. Lo que sí le puedo decir es que el edificio está bien.

Lo que el dictamen del Instituto para la Seguridad de las Construcciones señala es que el edificio no está bien y representa un alto riesgo. Quien visite el inmueble notará que tiene una inclinación pronunciada, además de que sus muros exteriores presentan fracturas e, incluso, parte de sus paredes se están cayendo.

Daniel Covarrubias y sus vecinos no se cansan de mandar oficios, de tocar la puerta de las autoridades y de advertir que el edificio que tienen a un lado está al punto del colapso.

Promesas recicladas

El 17 de abril de 2018 solicitaron a Cynthia Murrieta Moreno, directora de protección civil de la delegación Cuauhtémoc, que se realizara una evaluación de las condiciones del edificio, ya que “se están desprendiendo los muros y caen al interior del predio de la cerrada Agustín 24. Y estos desechos están cayendo sobre el techo de los vecinos”.

El dictamen de protección civil, realizado por la delegación, concluyó que la unidad habitacional en donde viven las 45 familias está en “riesgo alto”, al encontrarse junto al edificio de Agustín Delgado número 28.

Como si fuera una película ya vista muchas veces, las 45 familias que habitan en Agustín Delgado 24 volvieron a escuchar esa vieja promesa que se recicla en tiempos de elecciones y campañas políticas: “se va a demoler el edificio que tienen aquí junto”.

En el 2000 se los dijo Dolores Padierna cuando hacía campaña para delegada en Cuauhtémoc, como representante del Partido de la Revolución Democrática (PRD). A finales del 2017, la misma Dolores Padierna se los prometió, pero ahora como candidata de Morena. Además, la entonces candidata les entregó una malla de protección para que la colocaran en el patio trasero de su unidad, justo en el lugar donde caen los pedazos de muro del edificio que se desmorona.

—La demolición de un edificio no es un asunto que le corresponda a la delegación; no está dentro de sus facultades. Eso le corresponde al gobierno central. —dijo Dolores Padierna a MCCI, vía telefónica. Además, señaló no recordar ese edificio.

Las 45 familias que viven en la Unidad Habitacional de Agustín Delgado número 24 aún tienen la esperanza de que su petición, aquella que escribieron en la cartulina verde fosforescente y pegaron en su puerta, ahora sí sea escuchada.

No quieren que la historia se repita: que, en el siguiente terremoto, el edificio vecino, el que todas las mañanas cubre con su sombra a su unidad habitacional, vuelva a crujir y sus muros caigan encima de sus viviendas.

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

El edificio fue mal construido... Lo que pedíamos es que demolieran la mitad, que le quitaran pisos; pensábamos que con eso podíamos cohabitar, pero no lo hicieron y el problema es que estamos corriendo mucho peligro día a día, peligro de que vuelvan a destruir nuestra unidad y de que vaya a haber muertes”.

Daniel Covarrubias, habitante de Agustín Delgado 24

Álvaro
Obregón 286: la advertencia
que se archivó

Texto: Lilia Saúl

Video: Lucía Vergara

Compartir:

En 1997 un ingeniero recomendó no alquilar ese edificio porque tenía una visible inclinación. La observación se guardó en un archivo. Dos décadas después, ese inmueble colapsó y provocó la muerte de 49 personas. La mayoría trabajaba en alguna de las empresas que rentaban oficinas en ese lugar. Álvaro Obregón 286 fue el sitio en donde más gente murió el 19 de septiembre de 2017. Casi doce meses después aún no se determina por qué falló esa estructura. Lo que sí se hizo rápido fue expropiar el terreno e indemnizar a familiares.

Calle y número:

Álvaro Obregón 286

Colonia:

Hipódromo

Delegación:

Cuauhtémoc

Año de construcción:

1959

Personas fallecidas:

49

1

Fueron varios los temblores que resistió. En 1979 soportó el movimiento de 7.6 de magnitud que derribó la primera sede de la Universidad Iberoamericana. En el terremoto de 1985 varios fueron los inmuebles que cayeron a su alrededor, ahí sobre la avenida Álvaro Obregón. Pero el edificio con el número 286 continuó en pie. Su prueba mayor la tuvo con el sismo del 19 de septiembre de 2017, ese día la resistencia que le caracterizaba se quedó en el pasado. El inmueble de oficinas colapsó.

El concreto quedó como si fuera los restos de un mazapán. La planta baja no cayó, pero el resto de los pisos parecían un pastel mil hojas partido a la mitad. Las últimas losas, las del sexto nivel, quedaron colgando. La escalera de la salida de emergencia, que se separó entre 20 a 50 centímetros del edificio, siguió en pie.

Boquete elaborado por ingenieros para ingresar a través de las losas de concreto colapsadas y escalera de emergencia de la parte posterior del edificio Álvaro Obregón 286.
Cortesía: Ingeniero Jesús Valdez Aguilar
2

No se conoce con precisión cuántas personas estaban en el lugar durante el sismo. Algunos reportes periodísticos señalan que había 77 nombres escritos en la libreta de registros de la entrada del inmueble; otros mencionan que eran 76. Además de ellos ahí estaban los empleados de las empresas que rentaban oficinas, entre ellas Valora Consultores, la Clínica Crisálida, DM Link, Ayni Coworking, Aguilera Contadores Públicos y la Academia de Idiomas Speak. En el lugar también se encontraban los dueños del edificio y de la Inmobiliaria Álvaro Obregón.

Aspectos de las oficinas que ocupaba el coworking AYN y la Clínica Crisálida al interior del inmueble.
Imagen tomada de los perfiles de Facebook de las empresas

Tampoco hay una cifra precisa sobre las personas que fueron rescatadas. El Escuadrón de Rescates y Urgencias Médicas (ERUM) reportó 22; el gobierno de la Ciudad de México informó que eran 27. Lo que sí se sabe es que 35 horas después del colapso se encontró a la última persona con vida.

Entre los escombros de lo que fue el edificio de Álvaro Obregón 286 murieron 49 personas.

A casi un año de esos fallecimientos se han realizado, por lo menos, dos estudios en busca de una explicación que permita entender por qué cayó ese inmueble cuya estructura, incluso, fue diseñada con estándares más altos a los que exigía el reglamento vigente en 1959, año en el que se construyó. Los peritajes dan razones diferentes.

Aspectos del derrumbe del edificio Álvaro Obregón 286 de la parte posterior y al interior del edificio. Se observa el colapso de la losas en forma de pastel mil hojas.
Cortesía: Ingeniero Jesús Valdez Aguilar
Croquis del edificio Álvaro Obregón 286. En este documento se basaron los rescatistas para encontrar a las personas atrapadas durante el colapso.

Documento olvidado

Martha Patricia Parras, de 55 años, trabajaba como jefa de cocina de la empresa DM Link. Ella falleció en el colapso del edificio. Su esposo, Ernesto Franco Gómez buscó asesoría legal. Fue de los primeros familiares en presentar una denuncia, por homicidio culposo, en contra de quien resulte responsable.

El 21 de noviembre del 2017, el abogado de Ernesto Franco Gómez presentó ante la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJDF) croquis del tercer y quinto piso del edificio, en los cuales se mostraba que en esos niveles no existían pilares. Así se cita en la carpeta de investigación CI-FCH/CUH-7/UI2S/D/3409/09-2017, de la Fiscalía en Cuauhtémoc.

La versión de que el inmueble presentaba irregularidades en su construcción, y que por ello colapsó, partió inicialmente de una declaración de Humberto Morgan, coordinador de asesores de la Secretaría de Movilidad del Gobierno de la Ciudad de México y quien en aquellos días de la emergencia fue uno de los enlaces con las familias de las víctimas.

Varios medios difundieron esas declaraciones en las que el funcionario aseguraba que en el edificio “se hicieron dos cosas terribles”; la primera fue aumentar los niveles y la otra fue colocar, a partir del tercer piso “losa catalana”. Más allá de los dichos de Morgan —filósofo de profesión— existían documentos que advertían de problemas en la estructura del inmueble desde 20 años atrás.

El ingeniero Pedro Urzúa detectó el desplome de Álvaro Obregón 286 y recomendó no rentar el inmueble.

En 1997, Salvador Wilfrido Merigo Duch, entonces director de administración de la Secretaría de Transporte y Vialidad del Departamento del Distrito Federal, buscaba un edificio para rentar y llevar ahí las oficinas de esa dependencia. Encontró el inmueble de Álvaro Obregón 286 y solicitó que lo evaluara el área técnica.

El ingeniero Pedro Urzúa Rodríguez, entonces director de Estudios Técnicos de la Secretaría de Obras, respondió que el inmueble no debía ser rentado.

En el oficio DT/1278/97, el cual Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) obtuvo del Instituto de Seguridad de las Construcciones de la Ciudad de México (ISCDF) a través de la solicitud de información, Urzúa redactó: “Durante la inspección no se apreciaron daños en la estructura; se detectó que el inmueble presenta un asentamiento hacia el oriente de aproximadamente 15 cm, lo que ocasiona un desplome (inclinación) del edificio originando que esté en contacto con el edificio marcado con el número 284 de la misma calle de Álvaro Obregón; en estas condiciones existe el peligro de que ambas estructuras choquen ante la acción de un sismo intenso. Por lo anterior, no se recomienda rentar el edificio de Álvaro Obregón 286”.

Salvador Wilfrido Merigo Duch atendió la advertencia. Con el tiempo se olvidaron las observaciones de Urzúa.

La existencia de este documento salió a luz después del sismo del 19 de septiembre de 2017. Cuando la procuraduría capitalina comenzó a integrar el expediente por el colapso de Álvaro Obregón 286; el Instituto de Seguridad de las Construcciones entregó una fotocopia del oficio firmado por Urzúa Rodríguez. Sin embargo, para que tenga validez en el proceso judicial se requiere tener la original o una copia certificada. Esa aún no se encuentra.

El Ministerio Público buscó el documento original en el Instituto y en la Secretaría de Obras de la Ciudad de México. No se encontró.

Dictámenes contradictorios

A la denuncia de Franco Gómez se sumaron otras. Entre ellas la de Guillermo Rodrigo Solorio Pérez, padre de Carolina Solorio Romero y hermano de María del Pilar Solorio Pérez, quienes laboraban en la empresa Contadores Aguilera. Sus cuerpos fueron rescatados hasta el 27 de septiembre.

En el expediente sobre el colapso del edificio de Álvaro Obregón 286 hay, por lo menos, dos dictámenes.

Algunas de las conclusiones del dictamen que realizaron, a petición de la procuraduría, el ingeniero José Luis Nava Díaz y el arquitecto Saúl Díaz Godínez, del despacho Nava Díaz y Asociados, son las siguientes:

»Las varillas colocadas 58 años atrás no resistieron.

»Existió un cambio en el uso del edificio: se construyó para funcionar como “apartamentos”, pero se utilizó para oficinas; esto provocó un mayor peso para su estructura.

»Se cambió el elevador y esto también implicó una carga adicional por el cuarto de máquinas que se instaló.

»En los últimos años no se tramitó ninguna constancia de seguridad estructural.

»Además, el edificio tenía una inclinación de 15 centímetros hacia el oriente.

En este peritaje se aseguraba que, entre junio de 1994 y abril de 1997, se le construyó un nivel más al inmueble. “Los últimos trabajos reportados fueron en 1993, cuando aún tenía seis niveles y cuando se hace la inspección ocular por parte del ingeniero Urzúa se da cuenta de siete niveles. Este nivel adicional modificó las condiciones de seguridad y estabilidad estructural del inmueble”, detalla el informe que se encuentra en la carpeta de investigación.

Jesús Valdez Aguilar, ingeniero de la empresa Miyamoto Internacional, fue uno de los responsables de apuntalar las zonas del edificio que no se derrumbaron tras el sismo, para rescatar a las personas atrapadas. Durante los días que estuvo en el lugar realizando tareas de rescate observó que las columnas responden a las técnicas de construcción vigentes en los años cincuenta, cuando se levantó el edificio.

—La losa del sexto nivel era plana, con trabes, pero si veíamos más adentro, la del quinto nivel también tenía impermeabilizante. Eso indicaba que fue una azotea y le agregaron un piso más. En otras losas no era tezontle, era tepetate— explicó el especialista Valdez en entrevista con MCCI.

Vista panorámica de las losas colapsadas en Álvaro Obregón 286.
Cortesía: Ingeniero Jesús Valdez Aguilar

Jesús Valdez y José Antonio López Meza, experto en ingeniería estructural de la UNAM, coinciden en que lo que también contribuyó al colapso del edificio fue el choque que durante el sismo tuvo con sus inmuebles vecinos, principalmente el marcado con el número 284, en donde se encontraba una clínica quiropráctica.

El ingeniero López Meza, de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica, analizó las memorias de cálculo del inmueble, obtenidas por MCCI, y estableció que era un edificio calculado con mucha más aceleración sísmica respecto a la que pedía el reglamento de aquella época. “Por eso sobrevivió tanto”, explicó.

Si las columnas del edificio se diseñaron para seis niveles y al final se le añadió otro piso, debió reforzarse porque un peso excedente puede generar fallas en la estructura, añadió López Meza.

—Cada que se le hace una modificación a una estructura, como echarle un piso extra, se tiene que tramitar un permiso de construcción y se debe revisar mediante cálculo estructural. ¿Quién hace eso? ¡Casi nadie! —aseguró López Meza.

Del lado izquierdo se observan restos del edificio Álvaro Obregón 284, inmueble con el que chocó el edificio donde murieron 49 personas. Ambos fueron demolidos.
Cortesía: Jesús Valdez Aguilar

Sin documentos

Ernesto Sota Cisneros y Ernesto Sota López, apoderados de la Inmobiliaria Álvaro Obregón 286, dueña del edificio, presentaron al Ministerio Público su propio dictamen.

MCCI tiene copia de ese documento, firmado por el ingeniero Francisco García Jarque, de García Jarque Ingenieros S.C., y por el Director General de la empresa Evaluación de Riesgos Naturales (ERN), el ingeniero Eduardo Reinoso Angulo, y en donde se señala: “El edificio colapsó como consecuencia del sismo del 19 de septiembre de 2017, debido a que en dicha zona las aceleraciones fueron superiores a las que se pudieron emplear para el diseño estructural y a que el contenido de frecuencias de dicho movimiento afectó, principalmente, a edificaciones de media altura”.

En su dictamen, los ingenieros resaltan que “lamentablemente no se dispuso de información teórica de planos, geometría, secciones y materiales, ya que ésta se encontraba dentro de la estructura colapsada”.

MCCI solicitó una entrevista con los dueños del edificio, sus abogados (del despacho Rivera Glaxiola, Carrasco y Kálloi) entregaron sus respuestas por escrito en donde resaltan que “el colapso del edificio se debió a la fuerza y particularidades del terremoto del 19 de septiembre de 2017 y no a la existencia de antecedentes fácticos atribuibles a la inmobiliaria".

Sobre la pregunta que se planteó sobre el oficio del ingeniero Urzúa, quien advertía del choque entre estructuras ante un sismo, los representantes de los Sota, no contestaron nada.

El Ingeniero Francisco García Jarque determinó que “lamentablemente” no contaron con información teórica de planos entre otros documentos para analizar el inmueble.

La importancia de los planos

Después del sismo, Daniela Molina fue a buscar a su hermano Julio César, que trabajaba en uno de los despachos de contadores que tenían oficinas en Álvaro Obregón 286. Esperó varios días para tener alguna noticia sobre él.

El rescate de las personas atrapadas y de los cuerpos de quienes fallecieron se complicó, en buena parte, porque no se tenían desde un inicio todos los planos del edificio. En redes sociales circularon croquis de algunos pisos y gracias a estas imágenes (fotocopias) y a la orientación de los sobrevivientes se logró rescatar a personas atrapadas. Álvaro Obregón 286 fue el inmueble donde más personas murieron el 19 de septiembre del 2017. Tan sólo de Aguilera y Contadores fallecieron 31 de sus empleados; Julio César Molina Flores fue uno de ellos.

Después de varias horas del sismo, los rescatistas se dieron a la tarea de retirar las losas con una grúa para ubicar al resto de las personas atrapadas después del colapso.
Cortesía: Jesús Valdez Aguilar

Además de los voluntarios, 110 elementos del ERUM trabajaron en la zona durante 15 días.

Jesús Valdez Aguilar, ingeniero estructurista y quien participó en el rescate, consideró que hubiera sido deseable contar con esos planos desde el primer momento y no con croquis que apenas detallaban lo básico.

—Todos los edificios debieran tener una especie de caja negra en el acceso o en un lugar cercano, para tener la información sobre el inmueble, para saber dónde estaban las rutas de evacuación. Yo tuve, al segundo día, unos planos básicos de arquitectura, lo que tenía era un plano arquitectónico de los que se usan para hacer la distribución de las oficinas. No esperaba encontrar planos estructurales, pero al menos teníamos los planos de distribución.

El Ministerio Público solicitó todos los documentos sobre Álvaro Obregón a la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), a la delegación Cuauhtémoc, a la Secretaría de Obras, al Instituto de Verificación Administrativa (Invea), a la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial (PAOT). Se entregaron algunos documentos, pero no los planos.

El 23 de octubre de 2017, el Director General de Obras y Desarrollo Urbano de la delegación Cuauhtémoc, Humberto Chavarría Echartea, entregó un expediente que incluía copias de la licencia de construcción de 1959, una memoria de cálculo y constancia de alineación y número oficial. No había planos.

Carátula del informe que entregó la delegación Cuauhtémoc al Ministerio Público con la información que disponía de Álvaro Obregón 286.

La procuraduría capitalina también solicitó al Archivo General de Notarías información sobre ese inmueble. La respuesta fue que sus oficinas resultaron dañadas por lo que estaban “materialmente imposibilitados” para entregar los documentos.

El Ministerio Público también los pidió a empresas privadas, entre ellas a la Inmobiliaria Álvaro Obregón y a la compañía que cambió el elevador. Tampoco se tuvo éxito.

“No contamos con planos arquitectónicos, ni estructurales, dado que los archivos donde se contenían se encontraban en el inmueble colapsado”, respondió José Luis Carrasco Tovar, apoderado legal de Inmobiliaria Álvaro Obregón a MCCI en una carta enviada el 23 de agosto de 2018.

Ernesto Sota López, uno de los propietarios del edificio, se presentó al Ministerio Público el 7 de noviembre de 2017, para explicar que no tenía esos documentos. Y defendió la seguridad del edificio señalando que algunas dependencias de gobierno rentaron oficinas en el inmueble durante muchos años. Por ejemplo, la Secretaría de Pesca tuvo sus oficinas ahí desde finales de los 70 y hasta los primeros años de la década de los 90.

Licencia de 1959 del edificio Álvaro Obregón y que forma parte del expediente entregado por la delegación al Ministerio Público

En su comparecencia dijo que, cuando esa dependencia dejó el edificio, aprovecharon para hacer “ciertas adecuaciones” como cambiar la fachada, poner otros acabados, construir la escalera de emergencia y cambiar el elevador.

Sota López aseguró que se realizaron revisiones estructurales del edificio. Cuando el Ministerio Público le solicitó los nombres de las empresas o personas físicas que las realizaron, dijo que no lo recordaba. Tampoco presentó documentos.

Sin embargo, aseguró que después del sismo del 7 de septiembre se revisaron las estructuras y los niveles del edificio, “sin que se hubiera apreciado ninguna falla”, de acuerdo con su declaración.

El Instituto para la Seguridad de las Construcciones de la Ciudad de México (ISCDF) ni Protección Civil de la delegación Cuauhtémoc tienen algún documento sobre esta revisión. En el oficio INVEADF/CJSL/DCA/22988/2017, Invea también manifestó que “no se identificó procedimiento administrativo que se encuentre relacionado con el predio de referencia”.

Vista aérea de la ubicación de Álvaro Obregón 286. En la parte posterior se puede apreciar otros inmuebles que también colapsaron en el sismo del 19 de septiembre de 2017 en la calle de Ámsterdam en la colonia Hipódromo.
Imagen tomada de Google Street View
Detalle de los croquis de la ubicación de Álvaro Obregón 286 al inicio de su construcción. En la parte inferior izquierda y derecha documentos relacionados con las modificaciones realizadas al inmueble en 1993.

Rentarle edificios al gobierno

Documento del Registro Público de la propiedad en el que se encuentra el detalle de los integrantes del Consejo de Administración de Inmuebles Acalotenco.

Inmuebles Estrella comenzó a construir el edificio de Álvaro Obregón 286 en marzo de 1959, de acuerdo con la licencia de construcción, obtenida por MCCI; ahí se especifica que se levantarían seis niveles (incluyendo la planta baja, donde también se ocuparía como estacionamiento) y sería un edificio de apartamentos.

El edificio que colapsó 58 años después fue diseñado por un arquitecto reconocido a mediados del siglo XX: Ramiro González del Sordo, quien trabajó con la hija del pintor Diego Rivera, Ruth Rivera Marín, y con el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. Con este último ideó el Centro Cultural del Bosque.

A mediados de la década de los noventa, Inmobiliaria Estrella transfirió sus propiedades a Inmobiliaria Álvaro Obregón. En el Registro Público de la Propiedad de la Ciudad de México no se localizaron antecedentes registrales sobre la compañía, sin embargo, Ernesto Sota Cisneros y su hijo, Ernesto Sota López firman como administradores y representantes legales de esta empresa.

De lo que sí hay antecedentes notariales es de Inmobiliaria Acalotenco, S.A., la cual tiene entre sus accionistas a Teresa Gabriela López García de Sota; los apoderados y representantes legales son Ernesto Sota Cisneros y su hijo, Ernesto Sota López.

En la actualidad, Inmobiliaria Acalotenco renta el edificio donde tiene sus oficinas la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT): el número 202 de la calle Medellín, de la colonia Roma Norte.

De acuerdo con la copia de un contrato que obtuvo MCCI, tan sólo en 2014, la PAOT pagó a Inmobiliaria Acalotenco un millón 309 mil 624 pesos por el arrendamiento del inmueble. Además de la renta, la dependencia capitalina también paga a esta empresa por el mantenimiento del edificio.

En entrevista funcionarios de la PAOT rechazaron que hubiera algún conflicto de interés con la inmobiliaria.

El edificio de Medellín 202 en la colonia Roma propiedad de Inmuebles Acalotenco.
Imagen de Google Street View

Antes de ocupar ese edificio, entre 2008 y 2009, la PAOT rentó oficinas en Álvaro Obregón 286, el edificio que colapsó en septiembre de 2017.

La PAOT tiene entre sus funciones investigar todas aquellas denuncias realizadas por ciudadanos, así como por diversas dependencias de la Ciudad de México, sobre violaciones a los usos de suelo y construcciones irregulares.

Y aunque la PAOT renta un edificio a los mismos representantes de Inmobiliaria Álvaro Obregón 286, el Ministerio Público solicitó a esa procuraduría realizar un estudio para conocer si en el inmueble colapsado se construyeron niveles de más o se realizaron otros cambios en su estructura original.

La PAOT concluyó que entre 1986 y 2016 “no se identificaron modificaciones estructurales en el cuerpo constructivo”, lo cual contrasta con lo señalado por el ingeniero Jesús Valdez Aguilar y con el dictamen realizado por el despacho Nava Díaz y Asociados, cuyos especialistas mencionaron que el piso de más modificó las condiciones de estabilidad estructural del edificio.

En los documentos que la delegación Cuauhtémoc entregó al Ministerio Público, y de los cuales MCCI tiene copia, hay una licencia de construcción de 1993, la cual no especifica cuáles son las obras que se realizaron.

Contrato de Inmuebles Acalotenco con la Procuraduria Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT).

De acuerdo con la declaración de Sota López esas obras fueron para modificar la fachada, colocar la escalera de emergencia y remozar el interior del inmueble.

Una inspección realizada en noviembre de 1993 por Víctor Manuel Ortiz G, el entonces titular del área de Licencias y Uso de Suelo de la delegación Cuauhtémoc, se indica que la obra “cumple con todas y cada una de las disposiciones”.

A pesar de que hay testimonios en sentido contrario, en la carta que los abogados de la Inmobiliaria Álvaro Obregón enviaron a MCCI, aseguran que al edificio nunca se le añadió un nivel más.

Sin programa de protección civil

El periodista Rubén Vázquez Pérez trabajaba cerca de Álvaro Obregón 286. De vez en cuando pasaba al edificio para saludar a su prima, María del Pilar Solorio Pérez. Ella era contadora, soltera, sin hijos y socia de la firma Contadores Aguilera.

—Me extraña que mi prima no haya alcanzado a salir, si se sentaba cerca de la salida de emergencia —asegura Vázquez Pérez.

María del Pilar falleció durante el colapso del edificio, al igual que su socio Jaime Aguilera Rodríguez y su sobrina Carolina Solorio Romero.

El piso del que debieron salir era el cuarto, donde hubo el mayor número de personas atrapadas durante el colapso.

La planta baja del edificio Álvaro Obregón 286 no se colapsó despues del sismo, lo que permitió que más personas desalojaran el inmueble por las escaleras de emergencia, pues era la única salida.
Cortesía: Ingeniero Jesús Valdez Aguilar

Cuando Ernesto Franco Gómez presentó su denuncia por el fallecimiento de su esposa Martha Patricia Parras declaró: “Las escaleras de emergencia daban al interior del propio edificio en lugar de tener salida hacia la calle o un punto de seguridad, faltando además señalizaciones de emergencia o plan de evacuación”.

Además, las escaleras internas que rodeaban el cubo del elevador, por donde intentaron salir algunas personas, estaban hechas de puro tabique, señaló el ingeniero Jesús Valdez, quien recuerda que “el ducto del elevador y de la escalera, a la hora del colapso, se hicieron polvo”.

Imágenes de los rescates en Álvaro Obregón 286.
Fotografía: Mario Vázquez de la Torre

Algunas personas sobrevivieron al colapso porque, cuando el edificio comenzaba a caer, ellos saltaron a los inmuebles contiguos. Así lo hizo Mauricio, quien llevaba a una bebé en brazos. Ellos estaban en el sexto piso.

Otros más salieron por la planta baja, que no colapsó. Durante el primer y segundo día fueron rescatadas con vida alrededor de 16 personas, entre ellas Diana Pacheco Ortiz, Edith Valencia, Óscar Cantellano y Gwendoline Blondel. Los rescates más sonados fueron los de Isaac Ayala Avilés, Paulina Sánchez y Lucía Zamora; ellos estuvieron más de 30 horas bajo los escombros.

Rescates y Urgencias Médicas (ERUM) auxilió en el rescate de 22 personas con vida después del derrumbe en Álvaro Obregón 286.
Fotografía: Cuartoscuro.
Escaleras de emergencia que quedaron intactas después del sismo. Se despegaron unos centímetros de la base, lo que ocasionó que varios tuvieran que brincar para llegar a ellas.
Cortesía: Ingeniero Jesús Valdez Aguilar

Ernesto Sota Cisneros, de 76 años de edad, también fue rescatado, al igual que su hijo, Ernesto Sota López, de 46 años de edad. Ellos tenían sus oficinas en el sexto piso. El ingeniero Jesús Valdez Aguilar quien estuvo en el lugar como brigadista recuerda:

—De milagro no se cayó (el edificio) completito, pues le ayudaron un poco los edificios contiguos. Pudo haber muerto más gente, ya que la escalera de emergencia daba a un patio sin salida. Para escapar de ahí, la gente tenía que pasar por debajo del edificio.

La escalera de emergencia fue una de las adecuaciones que hicieron los dueños del inmueble en 1993, ya que en ese entonces todos los edificios debían cumplir con esa norma, incluyendo la de un plan de Protección Civil.

Cuando la escalera se separó del inmueble, las personas que intentaban desalojar el edificio tuvieron que brincar ese espacio para poder alcanzar los escalones. Esto generó aún más desesperación entre quienes buscaban cómo salir.

Cuando el Ministerio Público solicitó las revisiones que se realizaron en el edificio, la dirección de Protección Civil de la delegación Cuauhtémoc respondió que no existían, ya que la inmobiliaria nunca entregó sus programas internos de protección civil.

Expropiación fast-track

Noemí Manuel acudía todos los días, alrededor de la una de la tarde, al despacho de contadores que tenía sus oficinas en el cuarto piso de Álvaro Obregón 286. Ese día, iba a firmar su contrato para ya trabajar en la empresa. Ella también murió en el colapso del edificio.

Su primo Juan Pedro Filomeno Manuel recuerda lo que le dijeron a la familia algunos de los compañeros de trabajo de Noemí: la última vez que la vieron iba hacia las escaleras de la salida de emergencia.

Noemí fue de las últimas personas en ser rescatadas. Cuando sus familiares la identificaron, aseguran que no tenía mucho tiempo de haber fallecido.

La familia de Noemí es una de las pocas que continúa adelante con la demanda. Hasta finales de agosto de 2017, de las 49 familias de personas fallecidas, 42 ya habían desistido, según información del mismo Ministerio Público. Llegaron a un acuerdo con los dueños del edificio, quienes les entregaron una indemnización “como reparación del daño por los hechos probablemente constitutivos de delito de homicidio culposo”.

Ernesto Sota López y Ernesto Sota Cisneros, de la Inmobiliaria Álvaro Obregón, indemnizaron a los familiares de los deudos, después de que el gobierno de la Ciudad de México les pagara 46 millones de pesos por la expropiación del terreno en donde estaba el edificio.

A cada uno de los indemnizados les otorgaron de 600 mil a 950 mil pesos por víctima (alrededor de 42 millones de pesos entre todos los familiares de las víctimas).

Los dueños de las empresas que rentaban oficinas en el edificio también denunciaron a la Inmobiliaria Álvaro Obregón por fraude, ya que exigen el pago de las primas del seguro que ellos pagaban. Y es que, la inmobiliaria cobró el seguro de 25 millones de pesos.

Dos meses después del sismo, el 10 de noviembre de 2017, Felipe de Jesús Gutiérrez, titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y de Vivienda (Seduvi) envió a la Procuraduría el oficio ISCDF/DG/1511/2017 en el que se consideraba crear un parque público memorial de las víctimas del sismo en el predio de Álvaro Obregón 286. Para ello, necesitaban incorporar el terreno a los bienes bajo dominio del Gobierno de la Ciudad de México.

La justificación para expropiar el inmueble fue “para la construcción de un Parque Memorial y, en su caso, un espacio con servicios gubernamentales, con el fin de mejorar la infraestructura y equipamiento de la zona… así como favorecer una cultura de resiliencia en la Ciudad de México”, según señala el Decreto Expropiatorio publicado el 13 de marzo de 2018.

El gobierno de la Ciudad de México lanzó una convocatoria para seleccionar el proyecto arquitectónico para el memorial. Este proyecto está suspendido, después de que organizaciones de damnificados del sismo se opusieron a ese plan.

Familiares de Noemí Manuel quien falleciera en el inmueble de Álvaro Obregón 286.
Fotografía: Cuartoscuro

El enojo por el proyecto del gobierno de hacer un memorial va acompañado de los reclamos de quienes perdieron a un familiar entre los escombros del edificio de Álvaro Obregón 286.

—Quien no respetó las reglas, que pague. No nada más el dueño. ¿El gobierno, por qué no revisó esto a fondo? Si ya les habían dado una orden de que no podían estar ahí. ¿Por qué permitieron que siguieran laborando en ese edificio, cuando ya sabían que no podían? ¿Por qué no les levantaron un castigo o mandaron a cerrar ese edificio? —se pregunta Juan Pedro Filomeno Manuel. Su familia, dice, aún no puede creer que Noemí, de 21 años, esté muerta.

Rescatistas y policías al finalizar los trabajos en Álvaro Obregón 286.
Fotografía: Cuartoscuro
A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Quien no respetó las reglas, que pague. No nada más el dueño. ¿El gobierno, por qué no revisó esto a fondo? ¿Por qué permitieron que siguieran laborando en ese edificio, cuando ya sabían que no podían?”

Juan Pedro Filomeno Manuel, primo de Noemí Manuel García, quien falleció en AO286.

Personas fallecidas en Álvaro Obregón 286

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Martha Patricia Parra Solís
David Caballero Osorio
Julio César Molina Flores
Karen Nayelly Flores Gámez
Eli Saúl García Flores
Guadalupe Clara Aguilar
Sahid Celestino Guzmán de Luna
Gustavo Alejandro Salinas Núñez
José Rodolfo Molina Campos
Martha Hernández Lázaro
Irma Karenina Rodríguez Mendoza
Deyanira Curiel Álvarez
Jesús Emanuel Navarro Gutiérrez
Jorge Sandoval Chávez
Iván Colín Fernández
Alejandro Bernal Posadas
Gustavo Banda Chávez
José Antonio Guzmán Pérez
Miguel Ángel Chávez López
Guillermo González Mendoza
Karina Gabriela Albarrán Luna
Michelle Fernanda Castillo Rayón
Adrián Moreno Martínez
Dulce Daniela Neri Canales
Esteban Sandoval Ortiz

Personas fallecidas en Álvaro Obregón 286

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Paulino Estrada Villegas
Jessica Rubí Guadalupe Cervantes Nieto
Jaime Aguilera Ramírez
Odin Ruiz Cobis
Jonathan Nor Escamilla Requena
María del Pilar Solorio Pérez
Carolina Solorio Romero
Ángel Javier Saucedo Sandoval
América Margarita Vázquez del Villar
Jesús Alberto Vázquez del Villar
Martín Estrada Zárate
Noemí Manuel García
Leonor Santiago González
Brandon Lee Cerda Barragán
Iván Emmanuel Hernández Barrón
Erick Martín Acosta Hernández
Ana Laura Méndez Cadena
Adrián González Cerafín
Jorge Gómez Varo
Lizeth Elvira López Zambrano
Karen Yoselin Maciel Flores
José Luis Chávez Inés
David Saut López
Carolina Leticia Muñiz Botello

Un ingeniero,
tres edificios
colapsados

texto: Claudio González Caraza.
video: Lucía Vergara.

Compartir:

Estos inmuebles tienen varias cosas en común: se edificaron entre 1978 y 1982, los tres cayeron durante un sismo y en los documentos que hay sobre ellos aparece el nombre de un mismo ingeniero. Uno se derrumbó el 19 de septiembre de 1985; los otros dos colapsaron exactamente 32 años después. Este ingeniero —quien asegura que su firma fue falsificada— sigue activo como Corresponsable de Seguridad Estructural de distintos edificios que se construyen en la Ciudad de México.

1

Todos los días, a la una de la tarde, Lorna Martínez Skossowska se instalaba en su estudio para trabajar en su más reciente novela. Desde su escritorio tenía una vista privilegiada a las copas de los árboles afuera del edificio número 107 de la avenida Ámsterdam, en la colonia Hipódromo de la Ciudad de México. El 19 de septiembre del 2017 no fue la excepción.

Ese martes, la escritora de 87 años esperaba al profesor que la ayudaba en el manejo de su computadora. A la 1:10 de la tarde su maestro aún no había tocado el timbre; Lorna le pidió a Constanza López, quien trabajaba con ella desde hace siete años, que le sirviera un whisky en las rocas. Cuatro minutos más tarde, el suelo se movió.

—¡Mi whisky! —exclamó Lorna, justo cuando su retrato, donde ella lucía joven con un vestido de terciopelo guinda, cayó al piso.

—¡Vámonos señora! —le dijo Constanza, quien ya había servido el vaso con el whisky.

—No, no voy a bajar. ¡Córrele…! —Lorna sabía que no tenía la velocidad necesaria para desalojar el edificio. Su edad no era lo único que se lo impedía. Semanas antes se había caído y eso limitaba sus movimientos.

Al ver que algunas paredes comenzaban a cuartearse, Constanza tomó su celular y salió corriendo del departamento. Al bajar las escaleras del segundo piso, se tropezó; pero eso no le impidió llegar a tiempo al camellón de avenida Ámsterdam. Nadie salió del edificio después de ella. Pocos segundos después, la construcción colapsó.

2

El inmueble de nueve niveles, construido en 1980, se desplomó en dirección noreste. Sólo se mantuvo en pie la planta baja, los otros ocho pisos quedaron como si fueran grandes fichas de dominó derrumbadas sobre la calle, aplastando tres coches y quebrando varios árboles. Fallecieron siete personas dentro del edificio, entre ellas Lorna.

En la licencia de construcción —que la delegación Cuauhtémoc entregó como respuesta a una solicitud de información— el nombre del ingeniero Max Tenenbaum Rosenfeld aparece como el perito que supervisó la construcción del edificio donde vivía Lorna, el número 107 de la avenida Ámsterdam.

Por el colapso del edificio de Ámsterdam 107 fallecieron siete personas.
Fotografía: Cuartoscuro

Además de ese edificio, hay otros dos que también colapsaron durante un sismo y cuyos documentos tienen el nombre de Max Tenenbaum como el ingeniero responsable del diseño de la estructura o de la supervisión de la construcción. Uno de ellos, el ubicado en el número 12 de la calle de Tehuantepec, cayó el 19 de septiembre de 1985; el otro, el número 4 de la calle de Edimburgo, se vino abajo el mismo día, pero 32 años después.

Licencia para Ámsterdam 107. La firma es de Tenenbaum.

El colapso de estos tres edificios causó la muerte de, por lo menos, 147 personas.

Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) habló con Max Tenenbaum en dos ocasiones. En la primera entrevista, por vía telefónica el 2 de julio de este año, el ingeniero aceptó que diseñó el edificio colapsado en 1985, pero negó haber estado involucrado con los inmuebles colapsados en el sismo del 2017.

—No tengo nada que ver con esos edificios. El temblor fue hace casi diez meses. Ya me hubieran llamado… Y además ni siquiera me acuerdo de esos edificios—dijo Tenenbaum.

—¿En cuántos edificios trabajó entre 1975 y 1982? —Fue en ese periodo cuando se construyeron los tres edificios que colapsaron y que involucran a Tenenbaum.

— Mire, yo he hecho más de mil 500 edificios desde 1960.

El 5 de julio del 2018, MCCI se reunió con Tenenbaum. En esa segunda entrevista, el ingeniero negó una vez más haber sido el perito de la construcción de los dos edificios colapsados en el sismo del 2017.

Al mostrarle la licencia de construcción de Ámsterdam 107, Tenenbaum aseguró que su firma había sido falsificada.

—Esa no es mi firma —repitió en varias ocasiones.

Uno de los planos para Edimburgo 4.

MCCI le solicitó copias de licencias de construcción firmadas por él en esos mismos años, así como de manifestaciones de construcción de fechas recientes. Hasta al cierre de este reportaje, no se había recibido documentación alguna.

También se le mostraron los planos del edificio de Edimburgo 4, en donde el nombre del perito aparece impreso como “Max Tenembaum R”. Al ver eso, el ingeniero señaló que su nombre está mal escrito ya que en lugar de la segunda “N” hay una “M”. Los planos no los realiza el perito, los hace el encargado de diseñar la estructura.

La historia se repite

Max Tenenbaum se recibió como ingeniero civil de la UNAM en 1968; tres años después ingresó al Colegio de Ingenieros Civiles de México.

En 1978 Max Tenenbaum y el arquitecto Abelardo Meneses Vara fueron los responsables del diseño y la construcción de un edificio en el número 12 de la calle de Tehuantepec, en la colonia Roma Sur de la Ciudad de México. Durante el sismo del 19 de septiembre de 1985, este inmueble colapsó. Entre sus escombros quedaron sepultadas más de 120 personas, de acuerdo con información publicada por The New York Times en noviembre de 1986.

Uno de los inquilinos de Tehuantepec 12, el ingeniero estructuralista Raúl Pérez Pereyra, investigó las causas del colapso. En el derrumbe del edificio fallecieron su esposa, su hija y dos de sus nietos.

Pérez Pereyra, especialista en el diseño de edificios altos, organizó un equipo de expertos para realizar la investigación. Fueron ellos quienes, de entre los escombros, tomaron muestras de concreto, las analizaron y encontraron que el ingeniero Tenenbaum utilizó muy poco acero en las columnas que sostenían a la estructura.

Tras un año de investigación, Pérez Pereyra y su equipo descubrieron que Tenenbaum y Meneses incumplieron 43 de las 45 normas que estipulaba el Reglamento de Construcción de ese entonces. Con base en esa investigación, la procuraduría giró órdenes de aprehensión contra Tenenbaum y Meneses.

Así se publico el reportaje en la edición del 29 de noviembre de 1986 del NYT.
Imagen tomada de The New York Times.

Según el reportaje publicado en The New York Times, en noviembre de 1986, Tenenbaum y Menseses se fugaron del país. Hasta ese momento, esas dos órdenes de aprehensión eran las únicas que se habían emitido por los hechos del sismo de 1985. “Más de un año después del sismo, el gobierno mexicano ha dejado claro que investigar las causas del colapso de edificios es una prioridad baja”, escribió en ese entonces el reportero William Stockton.

En la primera entrevista con Tenenbaum, éste aseguró a MCCI que nunca hubo una orden de aprehensión y que, por lo tanto, no se había fugado del país. Tres días más tarde, en la segunda entrevista, el ingeniero aceptó que sí se fugó:

—La verdad no sé si hubo órdenes (de aprehensión), pero nunca fueron a buscarme.

—¿Usted salió del país? —se le preguntó una vez más.

—Sí, sí salí del país… Es que mis amigos me dijeron: “Max, vete por si las dudas”.

—¿A dónde se fue?

—Me fui a Los Ángeles.

El ingeniero Tenenbaum acepta que él realizó el diseño estructural del edificio de Tehuantepec, número 12. Pero, asegura, que los encargados de construir el edificio no cumplieron con las indicaciones señaladas en los planos. En ese edificio, remarca: “no fui perito ni corresponsable ni nada. A mi nunca me dijeron ve a revisar, ¿yo por qué tenía que ir a revisar si no era el perito?”

—¿Qué pasó con Abelardo Meneses?

—Me dijo el dueño (del edificio) que se fue a Aguascalientes.

—¿Meneses no fue a la cárcel?

—Nunca entró… El dueño del edificio era muy amigo de ¿cómo se llamaba el presidente de entonces?

—Miguel de la Madrid.

—Sí, de la Madrid.

Nuevo sistema, viejos vicios

El sismo del 19 de septiembre de 1985 dejó claro que el sistema de verificación de las construcciones tenía que cambiar. El gobierno dio de baja a todos los peritos y comenzó a trabajar con ingenieros, tanto académicos como practicantes, para crear un nuevo sistema.

Se reconoció como un exceso que una sola persona (el perito o Director Responsable de Obra) se encargara de todos los aspectos estructurales de una edificación, entonces se creó una figura adicional: la del Corresponsable en Seguridad Estructural (CSE).

El CSE sería el encargado de verificar que los planos del edificio cumplieran con las normas de seguridad estructural, mientras que el DRO se haría responsable de que la construcción se apegara a los planos y a la normatividad. Este nuevo sistema entró en marcha con el reglamento de construcción de 1987.

El 9 de noviembre de 1988, tan sólo tres años después del colapso del edificio de Tehuantepec 12, Max Tenenbaum tramitó su carnet como CSE. Unos meses más tarde, el 17 de mayo de 1989, Tenenbaum también recibió su carnet como DRO. Tanto los Corresponsables de Seguridad Estructural, como los Directores Responsables de Obra, son considerados “auxiliares de la autoridad pública”, según la propia Secretaría de Desarrollo Urbana y Vivienda (Seduvi), dependencia que emite los carnets.

La licencia de Tenenbaum como DRO sigue vigente.

De acuerdo con varios ingenieros consultados, Max Tenenbaum incluso formó parte de los esfuerzos de reconstrucción tras el sismo de 1985. Participó, por ejemplo, en un panel de expertos que se realizó en marzo de 1989 y en donde se discutieron los avances en la reconstrucción y la necesidad de hacer adecuaciones a las normas de construcción.

Aunque el nuevo sistema de DROs y CSEs buscó separar en dos la figura del perito, en la práctica esto no siempre sucede. Tenenbaum es, por ejemplo, tanto el DRO como el CSE para un edificio de seis niveles que se construye en el número 40 de la calle de Ohio, en la colonia Nápoles. Lo mismo en el inmueble de 12 niveles que se levanta en el número 41 de Havre, en la colonia Juárez.

Hasta que se publicó el nuevo Reglamento de Construcción de la Ciudad de México, en diciembre del 2017, la ley no impedía que la misma persona diseñara la estructura de un edificio, revisara su idoneidad (CSE) y se encargara de que no se escatimara en materiales al momento de la construcción (DRO).

Ese no es el único vicio que permite el sistema implementado tras el sismo de 1985. Los desarrolladores son quienes contratan y les pagan a los DROs y a los CSEs. Si un CSE sugiere que se necesita más acero para reforzar la estructura, el desarrollador estaría en libertad de despedir a ese CSE y contratar a otro. Esto dio pie a la creación de un mercado de DROs y CSEs que cobran barato por firmar planos y otros documentos que los desarrolladores les presentan sin hacer una revisión a cabalidad. Son conocidos, tanto por desarrolladores como por las autoridades, como “firmones”.

En junio del 2016 el entonces jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera promulgó un decreto modificando el reglamento de construcciones, con el objetivo de eliminar este conflicto de intereses. Sin embargo, tan sólo cinco meses después, en noviembre del 2016, Mancera suspendió los nuevos artículos.

Este vicio del sistema creado en 1987 no fue corregido por el nuevo reglamento de diciembre del 2017. Hasta ahora son los desarrolladores quienes escogen y contratan a su DRO y al CSE.

Más colapsos

El edificio donde vivía la escritora Lorna Martínez Skossowska, el de avenida Ámsterdam 107, no fue el único que colapsó el 19 de septiembre de 2017 y en donde aparece el nombre de Tenenbaum.

En la colonia Del Valle, el edificio ubicado en el número 4 de la calle de Edimburgo también se derrumbó. De acuerdo con vecinos del inmueble el colapso causó la muerte de, por lo menos, 16 personas: diez que vivían en el lugar, dos trabajadores de una empresa de mudanza que se encontraban dentro, una persona que caminaba por la calle y tres pasajeros de un taxi que fue aplastado por los restos de la construcción. Hasta ahora, la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJ) no ha publicado cifras oficiales del número de fallecidos.

Adolfo Nieto, ingeniero mecánico de 38 años, perdió a su padre en ese edificio.

Cálculos de ingeniería de Edimburgo 4.

Leopoldo Nieto, de 66 años, se jubiló un año antes del sismo, después de una carrera de 34 años en el Instituto Mexicano del Servicio Social (IMSS). En el IMSS se especializaba en investigación sobre el Virus de Inmunodeficiencia Humana y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH/SIDA).

Leopoldo compró su departamento en la torre de nueve pisos en 1982, dos años después de que se construyó el edificio. En el sismo de septiembre de 1985 se rompió un muro que se reparó, pero no hubo daños graves.

Ni los habitantes de Ámsterdam 107 ni los de Edimburgo 4 sabían que sus edificios tenían en común el nombre de un ingeniero que ya tenía en su historial un inmueble colapsado en el sismo de 1985 y que, por ello, había sido sujeto de una orden de aprehensión.

Estos edificios, tanto el de Ámsterdam 107 y el de Edimburgo 4, fueron constituidos en régimen de propiedad en condominio por las mismas cuatro personas, según documentos del Registro Público de la Propiedad de la Ciudad de México. Se trata de Isaac Marcos Chamah, Alberto Marcos Chamah, Ruth Misri Zonana y Iafa Cohen Shemtov.

En la segunda entrevista con MCCI, el ingeniero Max Tenenbaum admitió que trabajó con la familia Marcos Chamah; pero aseguró que no colaboró en ninguno de los dos edificios colapsados en el sismo de 2017. Además, insistió en que las firmas que aparecen en los documentos de estos dos inmuebles son falsas.

MCCI no logró contactar ni a Issac ni a Alberto Marcos Chamah. El ingeniero Tenembaum dijo ya no tener contacto con ellos. También se les buscó, sin suerte, a través de diversos desarrolladores y arquitectos.

Los edificios de avenida Ámsterdam y de la calle de Edimburgo tienen otras semejanzas. Además de tener un perfil arquitectónico similar —con fachadas asimétricas y balcones rectangulares en cada nivel—los dos inmuebles se encontraban en esquina y tenían un estacionamiento en la planta baja.

Las imágenes de los edificios tras el colapso también presentan similitudes. Los dos inmuebles se torcieron y colapsaron hacia la calle, con sus escombros extendiéndose varios metros desde la base del edificio.

Ámsterdam 107 (izq.) y Edimburgo 4 (der.) tenían similitudes en el colapso.
Fotografía: Mario Vázquez de la Torre

El ingeniero José Luis Trigos —quien ha sido profesor en la Facultad de Ingeniería de la UNAM desde 1970, donde impartió la clase de Ingeniería Sísmica durante 30 años— resalta que estas no son las únicas estructuras en las que Tenenbaum ha participado como ingeniero y que han quedado a deber en la calidad de su edificación.

En entrevista, el ingeniero Trigos lo explica así: “Yo tuve la oportunidad de estudiar dos edificios, uno en la colonia Polanco y otro en la colonia Del Valle, en cuyos planos aparece que el cálculo lo hizo el ingeniero Max Tenenbaum. Al revisarlos meticulosamente me di cuenta que se habían incumplido disposiciones del reglamento vigente en ese entonces, en lo que atañe a seguridad y estabilidad estructural. A mi juicio, en estos casos se denota incompetencia profesional”.

El edificio aledaño al de Edimburgo 4, en el número 29 de la calle de Escocia, también tuvo como perito responsable de la construcción al ingeniero Max Tenenbaum.

De una inspección post sísmica, publicada por la Secretaría de Protección Civil de la Ciudad de México el 8 de noviembre del 2017, se desprende que ese edificio sufrió daños estructurales graves tras el sismo del 19 de septiembre del 2017. Hasta la fecha sigue deshabitado.

Presente en la reconstrucción

En el número 219 de la calle de Londres, en la colonia Juárez, hay otro edificio para el cual el ingeniero Tenenbaum fungió como perito. El inmueble de 13 niveles y 44 departamentos se construyó en 1981.

En diciembre de 2016, Azarell Anzures compró un departamento en ese edificio. Pagó 2.6 millones de pesos, para lo cual usó sus ahorros de 10 años trabajando como pediatra en infectología. Nueve meses después, cuando el sismo del 19 de septiembre cimbró a la Ciudad de México, Azarell tuvo que abandonar su departamento.

El edificio de Londres 219 sufrió daños estructurales tras el sismo, por lo cual tiene que ser reforzado antes de que los inquilinos lo vuelvan a habitar. En una reunión vecinal, el 21 de octubre del 2017, se postularon nombres de distintos ingenieros que podrían hacerse cargo del proyecto. Una vecina sugirió que contrataran a Max Tenenbaum; nadie señaló que el ingeniero fue quien supervisó la construcción de su inmueble. Los vecinos pidieron varias propuestas para luego escoger la más barata. Ganó Tenenbaum.

Como primer paso, Tenenbaum propuso hacer un diagnóstico de qué tanto se tendría que reforzar el edificio. Por ese análisis, el ingeniero cobró 120 mil pesos, cantidad que los vecinos terminaron de pagar en diciembre del 2017.

Estos fueron algunos de los daños reportados en Londres 219.
Fotografias tomadas de @Azarell17

El ingeniero Tenenbaum concluyó que se debían invertir 11.8 millones de pesos en el reforzamiento. A pesar de que la cifra era elevada para muchos de los vecinos, se decidió que no quedaba alternativa y que había que seguir adelante.

El 12 del marzo, Tenenbaum presentó su propuesta de reconstrucción al ingeniero Fabián Martínez, del Instituto para la Seguridad en las Construcciones de la Ciudad de México, el cual depende de la Secretaría de Obras. Ese Instituto es la dependencia que debe aprobar los planes de reforzamiento. De acuerdo con una minuta de esa reunión, el ingeniero Martínez rechazó el plan porque éste no cumplía con el reglamento de obras. Le solicitó al ingeniero Tenenbaum una nueva propuesta.

Tras la junta con el Instituto, Tenenbaum dijo a los vecinos que para elaborar el nuevo plan iba a requerir un nuevo estudio por el que cobraría otros 60 mil pesos. En una junta vecinal, el 19 de mayo, la propuesta de buscar a un ingeniero distinto recibió la mayoría de los votos.

Tras el colapso del edificio de avenida Ámsterdam 107, la PGJ tomó posesión del inmueble y levantó un acta para investigar posibles responsables del colapso. Días después, la procuraduría liberó el inmueble. Hasta la fecha no se han deslindado responsabilidades.

En noviembre de 2017 todavía había escombros en Ámsterdam 107.
Fotografía: Cuartoscuro

El 15 de noviembre del 2017, menos de un mes después del sismo, Tenenbaum solicitó ante la Seduvi que se le volviera a sellar su carnet de Corresponsable en Seguridad Estructural. Cada carnet tiene 20 espacios, uno por obra, y se tiene que resellar cuando se agotan esos espacios.

El 1 de diciembre de 2017, el ingeniero Max Tenenbaum recibió su nuevo carnet, firmado por el Secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda, Felipe de Jesús Gutiérrez.

En la Ciudad de México hay alrededor de 70 Corresponsables de Seguridad Estructural activos. El ingeniero Max Tenenbaum es uno de ellos.

Personas fallecidas en Ámsterdam 107

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Lorna Martínez Skossowska
Elizabeth Esguerra
Carmen Inés
Sergio Romero

Consuelo Pérez
María Ignacia
Gabriela Jaen

Personas fallecidas en Edimburgo 4

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Leopoldo Nieto Cisneros
Rosa Martínez
Marco Iván Fuentes Marquez
Florencia Lorandi Castillo
Martín Velez Tenorio
Vicente Manuel Medina Elizalde
Carmen Raygoza Islas
Margarita Silva Ochoa
Evangelina Figueroa Hernández
Nicolle (Nini) Desiree Ferguson

Dos personas que realizaban trabajos de mudanza en uno de los departamentos.
Peatón que pasaba afuera del edificio
Conductor de taxi
Dos pasajeros del taxi

Antenas,
un peso
sospechoso

Texto: Raúl Olmos

Video: Gloria Hernández

Compartir:

El viejo edificio de Bolívar 168, donde murieron 15 personas el 19 de septiembre del 2017, era tan frágil como un castillo de naipes desde hacía 14 años. El retiro de muros, un piso extra y talleres en todos sus niveles lo debilitaron. Pero hasta ahora no se sabía que el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) advirtió desde el 2004 que se colocó erróneamente en la azotea una repetidora telefónica de diez toneladas. Y hay algo más: no aparece toda la documentación necesaria para considerar que esas instalaciones estaban en regla.

Calle y número:

Bolívar 168

Colonia:

Centro

Delegación:

Cuauhtémoc

Año de construcción:

1943

Personas fallecidas:

15

1

El sismo agarró a Jaime en el elevador. Bajaba para ir a comprar tortillas cuando sintió la sacudida. Al abrirse la puerta del ascensor en el primer piso, escuchó gritos de angustia: era un grupo de obreras y empleadas de los niveles superiores del edificio que intentaban escapar pero la puerta principal estaba trabada. Corrió a ayudarlas, y apenas logró que salieran, subió por las escaleras dando grandes zancadas, para rescatar a su esposa Marcela Guadalupe que estaba en un cuartito que ocupaban en la azotea, esperándolo para comer.

Jaime Uribe Rosales en el estacionamiento del edificio que se derrumbó.

Iba esquivando a la gente que bajaba despavorida. En el trayecto se topó con una mujer que en el pánico se había tendido e impedía que más personas bajaran. La convenció de moverse y así logró que continuara el desalojo. Pese al violento zarandeo, siguió subiendo, a tropezones, y cuando estaba por llegar al tercer piso sintió que todo se venía abajo. Todo fue muy rápido. Cuestión de segundos. En un parpadeo ya estaba sepultado, con una losa aprisionando su pierna izquierda. Una montaña de escombros aplastó a otras 15 personas que no habían logrado escapar: los 15 murieron.

Jaime Uribe Rosales conocía mejor que nadie el edificio de Bolívar 168, en la colonia Obrera. Estaba a unos días de cumplir dos años de que la Inmobiliaria Inmobico lo había contratado como el encargado de mantenimiento, cuando el sismo del 19 de septiembre de 2017 le transformó para siempre su vida.

2
Jaime permaneció 22 días en coma.
Tras ser dado de alta, Jaime fue a dar gracias a la Villa.

Permaneció 22 días en coma, hospitalizado. Cuando despertó, el 11 de octubre, lo primero que hizo fue preguntar por su esposa Marcela Guadalupe Arredondo Ávila.

Su familia le informó que había logrado salvarse al agarrar con fuerza unas antenas colocadas en la azotea. El edificio cayó con ella aferrada a la vida. Sólo ella y él habían sobrevivido. Casualmente, el matrimonio había ido a dar al mismo hospital de traumatología y ortopedia del Seguro Social en Villa Coapa. En el momento en que él recuperó la conciencia, después de tres semanas, ella ya estaba fuera de peligro, después de haber sido sometida a dos cirugías en una pierna y en la espalda. En cambio, Jaime se enfrentaba a un panorama sombrío: el 16 de noviembre el médico que lo atendía le informó que era posible que perdiera la pierna izquierda.

Aquella noticia fue devastadora y lo sumió en depresión. Pero a los cinco días retornó la esperanza, cuando se realizó con éxito una nueva cirugía para reconstruirle la pierna, lo cual lo mantuvo inmovilizado con fijadores metálicos. “Ya me siento Robocop”, bromeaba con su familia. “Así agarra buena recepción la televisión”, decía comparando su pierna con una antena. Así estuvo, en espera de la recuperación durante casi un mes, pero al final llegó la mala noticia: había que amputar.

******

El conserje de Bolívar 168 busca olvidar la tragedia con el apoyo de su familia.
Jaime ha vuelto a trabajar, ahora como conductor de Uber.

Unos días antes de que se cumplieran cuatro meses del sismo, Jaime acudió con su esposa y su familia a la Basílica de Guadalupe a dar gracias por haber sobrevivido y por haber sido dado de alta. Fue en silla de ruedas, pues todavía no recuperaba la fuerza de su única pierna -la derecha- para ponerse en pie con auxilio de unas muletas. Luego de postrarse ante la virgen en la Villa, se fue a tomar y cantar en trajinera a Xochimilco, para celebrar que estaba vivo. Era enero de 2018.

******

Los meses siguientes fueron de duelo: de aceptar su nueva condición de discapacidad.

La familia y sus amigos lo animaban con reuniones cotidianas en su casa en Neza. En marzo lo llevaron de vacaciones a la playa y a los dos meses, el 22 de mayo, él adquirió un Chevrolet modelo Cruze para volver a trabajar, ahora como chofer de Uber. Desde que salió del hospital, todos los días lucha para dejar en el pasado aquel día en que escapó de la muerte.

No obstante, hay quienes nunca podrán olvidarlo. Jaime, de 45 años de edad, quedará para siempre en la memoria de sus compañeros de trabajo como la persona que los salvó de morir.

“El señor Jaime verdaderamente fue un héroe, no pensó en su vida, sino en la de todos los del edificio”, le escribió agradecida una señora de nombre Sofía, que trabajaba en el primer piso del edificio que se desplomó. “No soy un héroe”, respondió Jaime el día que volvió del coma, 22 días después del sismo. “Simple y sencillamente soy una persona como tú que se preocupa por el bienestar y la seguridad de quien lo rodea”.

*****

Las últimas personas a las que Jaime logró ver antes del desplome del edificio fue a María Teresa Lira Infante, de 70 años de edad, y a su hija María Elena Sánchez Lira. El encargado de mantenimiento estaba por llegar al tercer piso cuando las vio a punto de salir de las instalaciones de la maquiladora SEO Young International S.A. de C.V., en donde trabajaban. En medio del caos, se le ocurrió llegar a ellas para meterlas a la bodega, que estaba llena de mercancía nueva (textiles), lo que les daría una oportunidad de sobrevivir, pero no lo logró. Madre e hija estaban en el umbral, caminando con dificultad por la violenta sacudida. Buscaban enfilarse a las escaleras para tratar de salir del edificio, cuando en sólo tres segundos todo se vino abajo. Justo por donde intentaban bajar, el edificio se ladeó y en un parpadeo se cayó.

*****

Teresa Lira y su hija, en una fiesta en su casa. Ambas fallecieron en el desplome del edificio de Bolívar.

En el costado sur de la azotea, junto a lo que era el cubo de elevador y de escaleras, había una estructura de telecomunicaciones que –ahora se sabe- podría haber influido en el derrumbe. Jaime sobrevivió entre los escombros, pero no las dos mujeres, ni tampoco tres de sus compañeras de trabajo (Ana Ramos González, de 23 años; Sonia Rico Montoya, de 43 y Maricruz Lucía Rosas Hernández, de 42). También falleció aquel 19 de septiembre Kyong Jea Lee (se hacía llamar Esteban Choo), ciudadano surcoreano de 40 años, quien era el gerente de la empresa.

Fernando y su mamá realizaron su último viaje juntos a California en marzo de 2017.

“Mi mamá tenía aproximadamente nueve años trabajando en SEO Young, y desgraciadamente no tenía ni IMSS”, recordó Fernando Sánchez Lira, hijo de doña María Teresa y hermano de María Elena, las dos mujeres que no lograron escapar. Otras dos trabajadoras que murieron tampoco tenían seguridad social.

Fernando aseguró en entrevista con MCCI que Sup Cho Han, un surcoreano dueño de la compañía Seo Young donde trabajaron su madre y su hermana está desaparecido. El abogado que lo representa para tramitar una demanda laboral lo ha buscado infructuosamente. Su hipótesis es que huyó del país para no indemnizar a las familias afectadas. De hecho, hay un expediente abierto ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (16/2008).

Por separado, la Procuraduría capitalina abrió una carpeta de investigación contra Inmobico –firma que apareció como dueña del edificio- por la muerte de 15 personas. (CI/FCHCUA/81/UIS/D/3693/09/2017).

Nacida en León, Guanajuato, el 3 de octubre de 1946, doña María Teresa Lira llegó a vivir al barrio de Tepito, con su familia cuando tenía tres años. Ahí creció y conoció a quien sería su esposo, un excelente bailarín de salsa, cumbia y danzón.

Cuando enviudó, hace 15 años, decidió que tenía que trabajar para valerse por sí sola. Así que consiguió empleo en tareas de mantenimiento en un edificio cercano a la Ciudadela en el que habitaban muchos coreanos, entre ellos una jovencita de nombre Jenny a quien le tomó mucho cariño. A través de ella fue que consiguió trabajo en una comercializadora de textiles de socios asiáticos.

Jenny se fue durante un tiempo del país y al volver entró como empleada administrativa en SEO Young, empresa dedicada a importar bisutería y adornos para vestidos de noche, como pedrería, lentejuelas y herrajes. Una vez más invitó a trabajar a doña Teresa. Su tarea consistía en revisar que la mercancía llegara en buen estado y en arreglar los materiales deteriorados. Era como una supervisora de calidad.

Sus ojos verdes y su gran sonrisa eran características de doña Teresa y de su hija.

“A sus 70 años, mi mamá tenía una vitalidad envidiable, a su edad todavía trabajaba, le gustaba sentirse productiva. Tenía unos ojos verdes bellísimos. Se daba para toda la gente, era muy generosa en todos los aspectos, ayudaba a la gente que podía, a su familia. Era feliz, muy sonriente, “de carcajada sonora”, recuerda con nostalgia su hijo Fernando.

Una mujer generosa, que ayudaba a toda la gente, es como Fernando recuerda a su mamá, fallecida en el sismo.

El 19 de septiembre de 2017 doña Teresa salió temprano de su casa, en la delegación Iztacalco, abrigada con una chamarra negra, tipo rompeviento, y cargando un bolso de mano azul marino, de vinil. Su hijo la acercó en su auto a la estación del Metro y la despidió con un beso. Fue un adiós para siempre. A la 1:14 de la tarde, el sismo sacudió a la ciudad.

Fernando tuvo un funesto presagio: como pudo, llegó a la zona centro de la ciudad, y al arribar al sitio donde trabajaba su mamá y su hermana, sintió que se moría al ver que sólo había escombros y una multitud tratando de encontrar sobrevivientes.

Viajar era uno de los grandes gustos de doña Teresa.
Las antenas que estaban en la azotea del edificio medían más de cuatro metros.

Vivió casi nueve horas de incertidumbre y angustia. Cerca de las 10 de la noche, localizó a su mamá en una pequeña morgue, instalada a unos pasos del edificio desplomado. Un reloj grande, vistoso, de correa negra, con carátula azul y negro, manecillas cromadas y una mica diamantada, fue lo que permitió identificar el cuerpo tendido en una improvisada plancha.

“La reconocí por el reloj que llevaba, porque la noche anterior me había pedido que le cambiara la batería. Así que lo tenía presente”, recordó su hijo Fernando. A su hermana la encontraron a las tres de la mañana del día siguiente. La carpeta de investigación y las actas de defunción mencionan que doña Teresa falleció por contusiones múltiples, mientras que su hija murió de asfixia por aplastamiento.

*****

El peso de una estación repetidora de Telcel, que desde hace 14 años había sido colocada en la azotea influyó para que el edificio se desplomara, según la hipótesis de Sergio Beltrán, arquitecto forense que colabora con familiares de las víctimas para determinar las causas del derrumbe.

En la referida carpeta de la Procuraduría capitalina se sigue una línea de investigación sobre el peso y las deficiencias en la instalación de las antenas y del resto del equipo para telefonía. Por separado la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal también explora esa posibilidad como una de las principales causas del desplome del edificio, de acuerdo con una fuente de ese organismo consultada por MCCI que no puede revelar su nombre toda vez que se trata de un expediente sin cerrar.

Secuencia del desplome del edificio de Bolívar. La caída ocurrió del lado donde se ubicaba la estación base de telefonía móvil (al sur del inmueble). Estas imágenes fueron integradas a la investigación.

En dos videos tomados el día del sismo, los cuales fueron integrados a la investigación del caso, se aprecia que el edificio se desplomó justo del lado donde estaba instalada la estación base de telefonía móvil, la cual era propiedad de Radiomóvil Dipsa, filial de América Móvil, del empresario Carlos Slim. MCCI buscó una entrevista con algún representante de esa compañía, pero hasta concluir este reportaje no hubo respuesta.

Dicha estación era una estructura de más de dos metros de alto y ocupaba entre 25 y 30 metros cuadrados en el costado sur del techo del edificio, hacia la avenida Chimalpopoca.

En una visita de supervisión realizada desde octubre de 2004, especialistas del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) advirtieron que esa repetidora de telefonía se había colocado sin tomar en cuenta los soportes estructurales del inmueble.

En estas imágenes se aprecia la estructura de la base de telefonía que estaba en la azotea del edificio desplomado.
Plano que muestra que la base de telefonía se colocó desalineada de los soportes estructurales del edificio.

“Los puntos de apoyo de estas instalaciones no coinciden con los ejes de trabes y las columnas de los niveles inferiores”, advirtió en aquel entonces el especialista Óscar López Bátiz, quien como prueba anexó un mapa de distribución de los elementos de seguridad estructural y de la estación de telecomunicaciones, de acuerdo con su informe (04-20DI/IEG-11112004).

De hecho, en respuesta a una petición de información de MCCI, autoridades de la Ciudad de México dijeron que no cuentan con evidencia documental de que se haya realizado un análisis estructural previo, para saber si el edificio podía soportar el peso adicional que representó la estación y las antenas que según especialistas consultados podría superar las diez toneladas.

Oficio de la CDHDF en el que advierte la prohibición legal de instalar antenas de telefonía en el edificio que se desplomó.

En la carpeta de investigación de la PGJ –la cual fue revisada para este reportaje- hay copias de permisos otorgados en 2004 para las antenas.

Sin embargo, esos permisos no aparecen en los archivos de dependencias de la Ciudad de México.

El artículo 58 del Reglamento de Construcciones, vigente desde el 29 de enero de 2004, establece que, para obtener ese tipo de licencia se debe entregar un dictamen favorable de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi).

Pero ese aval de la Seduvi no existe. En una búsqueda realizada en los archivos de esa dependencia –a petición de MCCI- no se localizaron esos antecedentes para Bolívar 168.

Un visitador de la CDHDF que participa en la investigación para determinar cómo se instaló la repetidora de telefonía, tampoco localizó los permisos en los archivos gubernamentales.

“La primera vez que consulté la carpeta de investigación (en la Procuraduría), en marzo de ese año, no había documentos sobre las antenas, y en agosto ya los hicieron aparecer, incluso los permisos de protección civil”, reveló el arquitecto forense Sergio Beltrán, quien ha colaborado en la investigación de otras tragedias, como la discoteca News Divine en la Ciudad de México y la guardería ABC, que ardió en Hermosillo, Sonora. También trabaja en el proyecto de reconstruir virtualmente el edificio de Álvaro Obregón 286, que se desplomó en el sismo, para conocer las causas del colapso.

El especialista consideró que se debe hacer un análisis para determinar la autenticidad de los documentos.

Lo que nunca apareció en la carpeta –añadió Beltrán- son las memorias de cálculo sobre las condiciones del inmueble antes de recibir una carga extra.

“La memoria de cálculo tendría que arrojarnos qué carga podía soportar el edificio y con eso se pueden comparar las dimensiones y características que nos muestran los planos arquitectónicos”, dijo.

Aun si existiera ese estudio, el dictamen de uso de suelo (habitacional con comercio en planta baja) prohibía instalar antenas o estaciones repetidoras de comunicación celular, de acuerdo con el programa de Desarrollo Urbano de la delegación Cuauhtémoc.

Una estación de telefonía móvil –como la que estaba en la azotea- consta de una caseta de equipos electrónicos, antenas transmisoras y receptoras, planta eléctrica, sistema de refrigeración y armazón.

La instalación de la estación en Bolívar 168 se realizó en 2004. Al frente del edificio había una antena de más de cuatro metros de altura y dos de menor tamaño en la parte posterior.

En la carpeta de investigación iniciada por la Procuraduría se menciona que Inmobiliaria Inmobico rentaba la azotea a Radiomóvil Dipsa.

En la misma indagatoria se señala otra hipótesis: el peso del gran volumen de rollos de telas en uno de los pisos también pudo influir en el derrumbe, pero el dictamen al respecto no es concluyente.

Expansión irregular

Durante décadas, las autoridades de la Ciudad de México toleraron la expansión irregular del edificio de Bolívar 168. En los planos originales consta que la autorización fue para cuatro pisos de departamentos –incluida la planta baja-, pero al paso de los años se transformó en una torre de oficinas, talleres y bodegas, a la que añadieron un nivel más y un par de cuartos en la azotea. Además desaparecieron muros en la planta baja para ampliar el estacionamiento.

En estas imágenes se aprecia que fueron retirados muros de la planta baja para ampliar el área de estacionamiento.

Cuando ocurrió el sismo, el edificio acababa de cumplir 74 años de haber sido ocupado. El 7 de agosto de 1943, en el aviso de terminación de la obra, se incluyó la siguiente descripción: “(…) En la planta baja tiene un salón, tres piezas y dos baños. En el primero y segundo pisos un salón, cuatro piezas y dos baños. Y en el tercer piso, un salón, tres piezas y tres baños”.

El terreno sobre el que se construyó el edificio medía 497 metros cuadrados, y aparte disponía de otros 151 metros libres. Al paso del tiempo, la última zona se perdió por completo.

Antes del 19 de septiembre de 2017, el edificio de Bolívar 168 ocupaba una superficie de 607 metros cuadrados, 22% más respecto a los planos, según documentos oficiales de la Seduvi.

Por ejemplo, los cuatro pisos representaban originalmente poco menos de 2 mil metros cuadrados, pero el día de la tragedia superaban los 3 mil metros cuadrados sumando el nivel de más.

La planta baja, originalmente diseñada para cuatro cuartos y dos baños, se transformó en un estacionamiento y además albergó un almacén de telas de la empresa Línea Moda Joven, cuyas oficinas operaban en el primer piso, según se corroboró en fotografías y testimonios de empleados.

De departamentos a industria

El edificio fue proyectado para uso habitacional, según consta en documentos tramitados en 1942 ante el entonces Departamento del Distrito Federal.

“Con el presente remito a usted un tanto de los planos y cálculos del edificio de apartamentos ubicado en la calle de Bolívar 168, a fin de que se sirva estudiarlos y resolver sobre el particular”, escribió el 10 de octubre de 1942 el arquitecto revisor de licencias a sus superiores.

Oficio de 1942 en el que se remiten planos para edificio de departamentos.

Antes de que se cumplieran tres semanas, la Dirección de Obras emitió la licencia de construcción. Pasaron diez meses para que se pudiera estrenar el inmueble pero desde entonces se desvirtuó el uso original del edificio, pues en un documento de agosto de 1943 la Dirección de Obras -que un año antes había aprobado los planos para apartamentos- avaló que fuera utilizado “para establecimiento industrial”, así como para oficinas y bodegas.

En agosto de 1943 se autorizaron los planos del edificio para uso habitacional.
Un mes después la dirección de Salud avaló la ocupación del edificio.

Fue así que, a lo largo de siete décadas, el edificio lo ocuparon distintas empresas y organismos gubernamentales, como la Procuraduría Agraria y el Instituto Federal Electoral (IFE, hoy INE).

En 1949 el inmueble lo ocupó Life Savers Corporation, empresa estadounidense creadora de los famosos dulces de colores conocidos como ‘Salvavidas’, que en ese sitio instaló un depósito y expendio de confitería.

Cuando el edificio fue terminado, tenía cuatro pisos, incluida la planta baja. Al paso de los años se le añadió un piso y se sobrecargó la estructura con antenas y una base de telefonía.

El 29 de septiembre de 2008, la Gaceta Oficial del Distrito Federal publicó el Programa Delegacional de Desarrollo Urbano aprobado por la Asamblea Legislativa, a partir del cual se determinó que al predio de Bolívar 168 le correspondía obligatoriamente la zonificación de vivienda con comercio, no para uso de oficinas y mucho menos para industrias.

Con base en esta normatividad, el 23 de septiembre de 2015 –dos años antes del sismo- la Seduvi emitió el certificado único de zonificación sobre el mencionado predio, con uso de suelo autorizado HC/4/20/A, que corresponde a habitacional con comercio en planta baja, cuatro niveles máximos de construcción y 20% de área libre.

No obstante, cuando ocurrió el sismo, el edificio no cumplía con lo establecido en el certificado y prácticamente la totalidad del inmueble era de uso industrial y de oficinas. En el primer piso estaba una bodega de telas, en el segundo una fábrica de vestidos, en el tercero varias distribuidoras de productos chinos, en el cuarto una maquiladora de bisutería importada y el quinto nivel lo compartían una comercializadora de productos automotrices, también de importación, y un taller de diseño textil.

El certificado de uso de suelo del edificio era habitacional, no industrial como era utilizado. El mismo documento prohibía la instalación de antenas o bases de telefonía.
Informe del Cenapred de 2004, en el que ya se advertían daños en el edificio.
El informe del Cenapred documentó con fotografías la existencia de grietas.

La alerta, 13 años antes

Un diagnóstico del Centro Nacional para la Prevención de Desastres (Cenapred), realizado en 2004, advertía de los daños que desde entonces presentaba el edificio por la falta de mantenimiento y las modificaciones realizadas al inmueble.

“El estado de deterioro que guardan algunas partes (del inmueble), por falta de mantenimiento en la zona de cubo de servicios y elevadores de la estructura, es de consideración, lo que es un indicativo de un programa de mantenimiento insuficiente”, advirtió en su informe el investigador Óscar López Bátiz.

El especialista también identificó fallas de diseño estructural del edificio, lo cual se manifestaba en agrietamientos en trabes y en los muros.

“Las trabes presentan indicios de diseño inadecuado, por la presencia de agrietamiento por tensión diagonal previo a la aparición del agrietamiento por flexión, lo cual podría redundar en un comportamiento frágil de los elementos”, alertó.

El mayor daño lo detectó en el cuarto piso, que en aquel entonces era ocupado por la Procuraduría Agraria, en donde entre el 30% y el 40% de las trabes presentaban agrietamientos por tensión diagonal cerca de la unión viga-columna.

En el mismo cuarto nivel se identificaron grietas en tres trabes, es decir, el concreto se estaba separando de las columnas de acero.

Hace 13 años el Cenapred realizó una evaluación aproximada de la resistencia lateral del edificio (la capacidad de resistir fuerzas sísmicas horizontales) y los resultados arrojaron índices muy bajos, que representaban desde entonces “un problema de insuficiencia”, según el diagnóstico de los expertos.

Por ejemplo, en el primer piso se estimó una resistencia lateral de 0.16, y el parámetro ideal para la zona de alta sismicidad en que se ubicaba el edificio era de 0.40. Los peritos también identificaron que no había suficiente separación respecto a la escuela primaria que estaba a un costado, de manera que se evitara el choque de ambos edificios ante la acción de algún sismo.

Grietas en las trabes detectadas desde 13 años antes del colapso del edificio.

También había modificaciones en los cubos de servicios y en los elevadores.

Las dimensiones de las columnas variaban en los distintos niveles. En el primer piso eran de 35x35 centímetros, en el resto de 33x33, con excepción del quinto piso, que es el que se añadió a la estructura original, con columnas más delgadas que el resto, de 25x25.

Las trabes también variaban en dimensiones; de 40x25 centímetros en la mayoría de las crujías, aunque en los límites con las fachadas anterior y posterior -donde existen irregularidades en la distribución en planta de los elementos estructurales- el grosor era de 55x25 centímetros.

El Cenapred hizo ese estudio a petición de la Procuraduría Agraria que estaba instalada en el cuarto piso. Ante el resultado, salieron de ahí pero no existe certeza que los dueños hayan reparado los daños localizados.

******

Un centro de comercialización asiático

La empresaria taiwanesa Amy Huang falleció en el derrumbe del edificio de Bolívar.

Amy tenía 18 años de edad cuando inició su carrera empresarial. Nacida el 7 de febrero de 1994 en la isla asiática de Taiwán, había emigrado de niña a México, en donde su familia había asentado desde el año 2001 una serie de comercializadoras del sector calzado, jugueterías y regalos, principalmente de importación.

La jovencita se volvió dueña de su primera empresa el 22 de octubre de 2012, cuando en sociedad con una mujer de origen taiwanés estableció Dashcam System México S.A. de C.V., dedicada a la importación y comercialización de cámaras de seguridad para vehículos.

Además de socia, Amy se convirtió en la administradora única de la empresa, a la par que colaboraba con ABC Toys Company, la principal comercializadora de su familia.

Su incursión como empresaria ocurrió cuando iniciaba sus estudios universitarios en la Escuela Bancaria Comercial de la Ciudad de México, de donde egresó en julio de 2016 como Licenciada en Finanzas y Banca.

Amy se graduó de Licenciada en Banca y Finanzas en la Escuela Bancaria Comercial.
Acta de Dashcam System, empresa que Amy creó cuando tenía 18 años de edad.

Siempre sonriente, de trato amable, según recuerdan sus ex compañeros, Amy veía el futuro con mucho optimismo. A los 22 años, recién egresada de la universidad, la empresa de la que era socia y administradora se había consolidado.

Dashcam System había iniciado como comercializadora de unas novedosas cámaras que se instalaban fácilmente en los vehículos, y permitían grabar tanto el interior como el exterior de la unidad, para prevenir robos y registrar accidentes viales.

Para 2017 la empresa diversificó su actividad, como distribuidor de una amplia variedad de autopartes (rótulas, micro interruptores, bombas de aceite y alimentación; discos de freno, filtros y válvulas) de las marcas alemanas DT Spare Parts y Siegel Automotive. Su mercado meta era la industria del autotransporte pesado (autobuses, camiones y tráileres).

La sede de su empresa era el cuarto piso de Bolívar 168, un edificio ubicado en la colonia Obrera, en donde dos pisos abajo operaban las comercializadoras de productos de importación de su familia: ABC Toys Company, Asia Jenny Importaciones, Mextoy y Florina SA de CV, en donde trabajaban 26 personas.

Para crear Dashcam System, Amy había aportado 650 mil pesos de capital y poseía el 50% de las acciones. La otra mitad pertenecía a Ying Yun Yang, esposa de un taiwanés nacionalizado paraguayo que se hacía llamar Pepe Lin (su nombre real era Lin Chia Chin), y quien fungía como el director de la empresa de autopartes y a la vez como el administrador de ABC Toys.

Amy también había adoptado un nombre occidental, pues en realidad se llamaba Hsien Yu Huang, y residía en un departamento de la calle Roma, en la colonia Juárez, con sus hermanos Tony y Jack Huang y sus papás Chin Pei Ju (se hacía llamar Helen Chin) y Po Wen Chen, todos originarios de Taipei.

Helen Chin con su hija Amy Huang. Ambas murieron en el sismo del 19 de septiembre.

El 28 de agosto de 2017, Amy Huang renunció al cargo de administradora única de Dashcam System, aunque permaneció como accionista. Su salida de la empresa que había fundado fue para dedicar más tiempo a las comercializadoras de su familia, ubicadas en el piso dos del edificio de Bolívar 168.

Amy y su mamá Helen estuvieron desaparecidas tres días. Hasta el 22 de septiembre sus familiares recibieron la noticia de que habían localizado los cuerpos.

Por eso tres semanas después, el 19 de septiembre de 2017, el sismo la sorprendió en las instalaciones de ABC Toys, en donde trabajaba con su mamá Helen Chin. El edificio se desplomó y madre e hija permanecieron desaparecidas durante tres días.

Helen con su esposo y su hija.

Fue hasta el 22 de septiembre que los cuerpos de ambas fueron encontrados, tras ser sacados de entre los escombros. Un día antes había sido identificado Pepe Lin –su socio y empleado- quien también falleció en el derrumbe del edificio.

Pepe Lin, quien tenía la doble nacionalidad taiwanesa y paraguaya, también falleció en el desplome.

Tras una velación con rituales budistas, Amy Huang y Helen Chin fueron llevadas el 2 de octubre a su lugar de origen: la isla de Taiwán, al otro lado del mundo. Pepe Lin, en tanto, fue llevado a Asunción, Paraguay, en donde reside su hermano David y otros integrantes de su familia.

*****

Cuando el edificio de Bolívar 168 se desplomó a causa del sismo, el rumor que circuló de inmediato fue que en el lugar operaban maquiladoras textiles y que bajo los escombros habían quedado sepultadas decenas de costureras.

Pero en realidad en el edificio de Bolívar 168 había sólo dos talleres textiles: uno en el segundo piso, de nombre Línea Moda Joven S.A. de C.V., en el que el día del sismo había 22 trabajadoras, y otro en el quinto nivel, New Fashion, dedicado al diseño de prendas, en el que laboraban cuatro trabajadoras que carecían de Seguro Social. Una parte de la planta baja era usada como bodega de telas.

Actas de ABC Toys y de SEO Young, dos de las empresas que operaban en el edificio

En el piso cuatro estaba SEO Young International, de socios coreanos, que importaba bisutería para adornar ropa de mujer, principalmente vestidos. La labor de las empleadas era revisar la mercancía que llegaba en paquetes, armar las piezas sueltas y reparar las que estaban dañadas.

Mientras que en el piso tres operaba la representación en México de Unisia Pacific Holding Limited, consorcio trasnacional que tiene su base de operaciones en Hong Kong, con presencia en tres continentes.

Establecida en 1983, Unisia está integrada por distintas empresas dedicadas a comercializar una línea de más de 5 mil artículos fabricados en China, entre juguetes, vajillas, muñecas de porcelana, artículos decorativos y regalos, así como luces, adornos y árboles de Navidad.

Acta de Florina S.A. de C.V., cuyas marcas pertenecían al consorcio Unisia, de Hong Kong.

Muchos de los productos que se vendían en tianguis de la ciudad de México y de otras zonas del país provenían del centro de comercialización de la empresa de Hong Kong.

En el piso donde estaba la representación de Unisia también operaban Asia Jenny Importaciones, ABC Toys Company, Mextoy y Florina SA de CV, empresas vinculadas entre sí, dedicadas a distribuir los productos chinos.

De los vínculos entre estas compañías quedó constancia en las actas constitutivas y en trámites realizados ante distintas instancias gubernamentales. Por ejemplo, en junio de 2007 la empresa hongkonesa gestionó el registro de la marca Florina Collection, para juguetes, muñecas de porcelana y artículos decorativos, y quien realizó el trámite ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial fue Silvia Migueles Quintanar –fallecida en el sismo-, quien a la par era la apoderada de las otras compañías orientales que funcionaban en Bolívar 168.

Acta de Asia Jenny, otra empresa que funcionaba en el mismo edificio.
La familia que construyó el edificio lo vendió en 1991 a Grupo Garaz.

Asia Jenny fue constituida el 13 de marzo de 2001 con dos accionistas de origen taiwanés: Chien Ju Chin y Po Wen Chen, mismos dueños de la empresa Florina.

En tanto, ABC Toys fue fundada en noviembre de 2010 por Shi Qingqing, de 21 años, originaria de Zheijang, China, quien permaneció como administradora hasta octubre de 2011, cuando fue suplida por Chia-Ching Lin, el taiwanés-paraguayo que se hacía llamar Pepe Lin.

El edificio, de mano en mano

En las escrituras inscritas en el Registro de la Propiedad de la Ciudad de México, con el folio real 9529556, consta que el edificio de Bolívar 168 era desde un inicio de uso habitacional.

Durante 48 años, el inmueble perteneció a la familia Villafañe Sabathie. Fue hasta el 10 de abril de 1991, cuando los herederos de los dueños originales vendieron el edificio en 540 mil pesos a Grupo Garaz S.A. de C.V., inmobiliaria creada un día antes de la transacción por los hermanos Salvador, Alfredo, Antonieta y Ruth Roffe Anzarut, en sociedad con Raquel Cherem Smeke de Roffe y René Farca Amiga.

Durante años, la propiedad fue motivo de disputa por adeudos y problemas legales.

El inmueble formaba parte del patrimonio de un fideicomiso.
En julio de 2015 el edificio fue vendido a Inmobiliaria Inmobico.

Fue hasta agosto de 2011 (veinte años después de que se había efectuado la compra-venta) cuando se realizó la consolidación de la propiedad en favor de Grupo Garaz, representada en ese momento por Abraham Roffe Cherem, hijo de uno de los dueños.

En esa misma fecha, el inmueble pasa a formar parte del patrimonio de un fideicomiso formado por Grupo Garaz como fideicomitente y la sociedad FICEIN Unión de Crédito como fideicomisario.

El 8 de julio de 2015, Corporación Financiera de Arrendamiento, en su carácter de fiduciario, revirtió la propiedad del edificio a favor de Grupo Garaz, previo pago de 9 millones 62 mil pesos, con lo que el fideicomiso se extinguió. Casi de inmediato, ese mismo día, el inmueble fue vendido a Inmobiliaria Inmobico S.A. de C.V., a un precio de 16 millones de pesos, representado por Alberto Cojab Sacal, un importante desarrollador de centros comerciales en el país, como La Gran Plaza en Guadalajara, Mazatlán y Acapulco.

MCCI hizo contacto con la oficina de Cojab Sacal en la Ciudad de México para que emitiera una postura sobre el contenido de este reportaje, pero no hubo respuesta.

Cuando ocurrió el sismo de 2017, Inmobico tenía dos años y dos meses de haber tomado posesión del edificio, aunque el deterioro del mismo venía desde muchos años antes. En 2004, cuando el Cenapred advirtió de los daños y el riesgo, el inmueble estaba en manos de Grupo Garaz de las familias Roffe y Cherem, que actualmente desarrollan otros proyectos inmobiliarios en la Ciudad de México, como los de las empresas Dakota 31 y Coyoacán 1523.

Al igual que sucedió con otros empresarios citados, MCCI trató de entrevistar los dueños de Grupo Garaz pero hasta terminar esta investigación no fue posible obtener una respuesta de su parte.

Renato Flores Cartas, coordinador de comunicación corporativa de Grupo Carso, confirmó que las antenas y la estación de telefonía pertenecían a Radiomóvil DIPSA, y que la Procuraduría ya los ha llamado para que aporten información para integrarla a la carpeta de investigación. Informó que las antenas y la base se instalaron en junio de 2002 con el visto bueno de un corresponsable de seguridad estructural y sus respectivos permisos, y aseguró que sí se realizó un análisis estructural previo. Sobre la observación del Cenapred acerca de que la instalación de la base repetidora no coincide con los soportes estructurales del edificio, Flores Cartas dijo: “Las instalaciones fueron construidas “de conformidad con la normativa aplicable en esa época”.

Personas fallecidas en Bolívar 168

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Irma Chávez Martínez, 56 años
Irma Sánchez Ramírez, 50 años
Hsien Yu Huang 'Amy, 23 años (taiwanés)
Pei Ju Chin (mamá), 52 años (taiwanés)
Wang Chia Yu, 35 años (taiwanés)
Lai Ying Xia, 25 años (taiwanés indocumentado)
Silvia Migueles Quintanar, 61 años
Ana Ramos González, 23 años.
Sonia Rico Montoya, 43 años.
María Teresa Lira Infante, 70 años.
Maricruz Lucía Rosas Hernández, 42 años.
María Elena Sánchez Lira, 55 años. Kyong
Jea Lee, 40 años (coreano. Sobrenombre de Esteban Choo)
Jaime Achequenaze Asquenazi, 79 años (origen israelita-argentino)
Lin Chia Cin, 40 años, "Pepe Lin" (taiwanés-paraguayo)

Fotografías de las historias de vida de cortesía de Jaime Uribe, Familia Huang y Familia Sanchéz Lira.

Un negocio mortal:
transformar
una casa en
departamentos

texto: Valeria Durán

Compartir:

En la colonia Zacahuitzco, los dueños de la empresa Dijon GP levantaron un edificio de departamentos sobre los cimientos de una casa construida en 1958. Lo hicieron sin tener los permisos en regla y sin que ninguna autoridad detuviera los trabajos. El derrumbe de esa obra provocó la muerte de una persona. A un año del sismo, no hay detenidos ni restos de la obra fallida; sólo queda el terreno que, por cierto, está en venta.

Calle y número:

Bretaña 90

Colonia:

Zacahuitzco

Delegación:

Benito Juárez

Año de construcción:

1958-2017

Personas fallecidas:

Alitzy Judith Carrillo Quintero

1

La vieja casa que existió por muchos años en Bretaña 90, en la colonia Portales, se transformó en unos cuantos meses, de manera ilegal, en un edificio de seis pisos. Con el sismo del 19 de septiembre de 2017, esa construcción colapsó. Ahí murió Alitzy Judith Carrillo Quintero, joven de 19 años que días antes había sido contratada para labores de limpieza.

La muerte de Alitzy, la construcción irregular y las exigencias de vecinos de que no quede impune, lo sucedido podrían quedar en el olvido con un contrato de 31 millones de pesos. Esa es la cantidad en la que, en agosto de 2018, se vendían tanto el terreno de Bretaña 90, como el ubicado justo a un lado y que tiene el número 92.

Imagen tomada el día del colapso del edificio. Fotografía: enviada al correo de MCCI

Después de que se retiraron los restos de la construcción que colapsó en Bretaña 90, el terreno se limpió y ahí se instaló un estacionamiento manejado por una compañía llamada SIE Park. Es posible que ese negocio no dure mucho.

Las lonas clavadas en la pared, con la leyenda “Estacionamiento público y pensión. Servicio las 24 horas”, fueron reemplazadas por otro par de anuncios con el siguiente mensaje:

“Terreno en venta”, acompañado de un correo electrónico y dos teléfonos celulares, asignados a la empresa Coldwell Banker Premium.

2

“Se venden los 2 predios, Bretaña 90 y 92, con la posibilidad de fusionar y potencializar el uso de suelo actual... Ambos terrenos se encuentran sin edificaciones... Actualmente la colonia Zacahuitzco representa un gran potencial en cuanto a desarrollo inmobiliario gracias a ser considerada zona con potencial de reciclamiento y ubicación estratégica”, describe el anuncio de venta publicado en la página de internet de Codwell Banker Premium.

Cualquiera que compre esos dos terrenos, paradójicamente, podrá construir ahí un nuevo edificio más grande e, incluso, con más pisos que el que colapsó el 19 de septiembre de 2017.

Y aunque la compañía Codwell Banker Premium es la que vende los terrenos, los dueños del Bretaña 90, el lugar donde murió Alitzy, son los hermanos Daniel y Clemente Estrada Niño. Por lo menos, lo eran hasta junio de 2018, cuando Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) consultó documentos del Registro Público de la Propiedad.

Los hermanos Daniel y Clemente Estrada Niño son los accionistas de Dijon GP, la inmobiliaria que construyó un edificio de seis pisos, sobre los cimientos de una casa construida en la mitad del siglo pasado: en 1958.

Acta constitutiva de la empresa Dijon GP, donde aparecen los hermanos Estrada Niño como accionistas.

Hoy es casa, mañana departamentos “nuevos”

El 19 de septiembre de 2017, cuando ocurrió el sismo, además de Alitzy, había dos personas más dentro del edificio de Bretaña 90: el portero y la agente de ventas, quienes lograron salir antes del derrumbe. El cuerpo de Alitzy fue sacado de entre los escombros por rescatistas japoneses, tres días después.

La imagen de los socorristas guardando un minuto de silencio le dio la vuelta al mundo.

Rescatistas trabajando en la zona donde colapsó el edificio de Bretaña 90. Fotografía: Cuartoscuro

Los departamentos del edificio donde murió Alitzy se rentaban como si fueran nuevos. En realidad, a principios del 2017, la empresa Dijon GP comenzó a construir el inmueble sobre lo que fue una casa y sin que se realizaran nuevos trabajos de cimentación.

Los hermanos Estrada Niño no tenían mucho tiempo como dueños de la vivienda. El 5 de diciembre del 2016 pagaron 7.8 millones de pesos a las dueñas originales, María Concepción García Tapia y Lidia García Tapia, de acuerdo con documentos del Registro Público de la Propiedad.

Planos originales de la casa construída en Bretaña 90.
Fuente: Archivo de la delegación Benito Juárez
Acta donde se registró la compra del terreno por los hermanos Daniel y Clemente Estrada Niño.

Cuarenta y tres días después, el 17 de enero de 2017, Daniel y Clemente Estrada Niño constituyeron la compañía Dijon GP, una Sociedad Anónima Promotora de Inversión de Capital Variable que tuvo como su prioridad la compra y venta de toda clase de inmuebles, entre otros objetivos relacionados con bienes raíces.

Dijon GP rediseñó la fachada, aumentó dos niveles a los cuatro que tenía la vieja casa y, en menos de seis meses, colocó a la venta los 20 departamentos que se presumieron como si se trataran de una obra nueva.

En la página de internet Locanto.com.mx, especializada en bienes raíces, se publicaron las fotografías de los departamentos, antes de que desaparecieran luego del terremoto del 19 de septiembre.

Así se veía la casa dos años antes de ser remodelada. Imagen tomada de Google Street View 2014
Remodelación de Bretaña 90.
Imagen tomada del sitio locanto.mx

“Se rentan amplios departamentos a estrenar, ubicados en Bretaña 90, colonia Zacahuitzco. Cerca del metro Portales, línea azul”, rezaba el anuncio donde también se explicaba que las viviendas de 65 metros cuadrados contaban con dos recámaras, un baño, amplia estancia con sala comedor y cocina integral. Los alquileres eran por 9 mil pesos mensuales.

La renta de los 20 departamentos representaría 180 mil pesos mensuales para los dueños del edificio. En un año obtendrían 2 millones 160 mil pesos.

Quienes sabían que el edificio no era nuevo y conocían el pasado de Bretaña 90 eran los vecinos de la colonia Zacahuitzco. Cuatro días después del sismo, Anaïs Abreu y Emiliano Álvarez, escribieron una carta —que mandaron a varios medios, así como también al correo de MCCI en la que exigían a las autoridades investigar las “irregularidades en la construcción del edificio”.

Los vecinos hicieron su propia investigación y en la carta contaron sus hallazgos: En el predio de Bretaña 90 existió una casa. Esa construcción estuvo vacía y en venta durante varios meses. “Cuando finalmente se vendió, se iniciaron labores de ‘remodelación’. El edificio de cuatro pisos creció y se transformaron la fachada y los interiores. Tras esos trabajos se estuvieron anunciando y vendiendo los departamentos”.

Imágenes que se pueden consultar en Google Maps muestran que, como señalaron los vecinos, en 2013 había una casa de cuatro niveles en Bretaña 90. Los vecinos que viven alrededor del lugar no recuerdan que, en algún momento, se haya demolido la casa para construir desde sus cimientos el supuesto edificio nuevo. Eso era poco probable que ocurriera durante los cerca de seis meses que pasaron entre la creación de Dijon GP y los anuncios de renta de los departamentos.

MCCI solicitó —a través de solicitudes de acceso a la información— copias de las manifestaciones o licencias de construcción, los proyectos estructurales de obra, el aviso de terminación de obra, así como la autorización y ocupación del inmueble.

La Dirección de Desarrollo Urbano de la Delegación Benito Juárez informó que esos documentos no estaban en sus archivos, por lo que tenían que ser solicitados a la Dirección General de Recursos Materiales de la Oficialía Mayor. Sin embargo, para tener acceso a los documentos por esa vía, se necesitaba demostrar ante el Director General de Patrimonio Inmobiliario el interés jurídico (ser titular del inmueble o estar ligado a él), por lo que no fue posible acceder a ellos.

Hermanos “sin localizar”

El edifico de Bretaña 90 tenía seis pisos. No obstante, en ese predio sólo podían construirse cuatro niveles, además de contar con un mínimo de área libre equivalente al 20%, según consta en un Certificado Único de Zonificación de Uso de Suelo.

Aún así ninguna autoridad delegacional clausuró las obras de construcción de los departamentos. Y, de acuerdo con la respuesta a una solicitud de información, tampoco se realizaron visitas de verificación de uso de suelo.

Lo que sí hicieron las autoridades de la delegación Benito Juárez fue que, siete días después del sismo, difundieron un comunicado de prensa en el que responsabilizaron a la constructora Dijon GP de todos los daños en Bretaña 90 por haber utilizado materiales de baja calidad, además de mentir y evadir a las autoridades.

Christian Von Roehrich, quien entonces ocupaba el cargo de Jefe Delegacional de Benito Juárez —hasta que pidió licencia para contender por una diputación local— aseguró en aquel boletín que la empresa tendría que pagar e indemnizar a cada uno de los propietarios.

También pidió que se iniciaran investigaciones en la Contraloría Interna de la Delegación para sancionar a la empresa constructora. Y se informó que la delegación presentó denuncias penales por los delitos de daño en propiedad ajena, homicidio, lesiones y delitos contra el ambiente.

Sin embargo, la delegación Benito Juárez no dio seguimiento a sus propias acusaciones enumeradas en su boletín. Diez meses después de ese comunicado, reconocieron que no había información sobre las denuncias presentadas ante su Contraloría Interna. Un año después del sismo del 19 de septiembre de 2017 no hay detenidos ni tampoco funcionarios con, por lo menos, procesos administrativos, como reconocieron en una respuesta a una solicitud de información.

Foto aérea donde se aprecia el terreno que actualmente está a la venta Fotografía: Isabel Mateos

MCCI solicitó a Christian Von Roehrich una entrevista; también buscó al área jurídica de la delegación Benito Juárez; sin embargo, hasta la publicación de este reportaje, no se tuvo respuesta.

En octubre de 2017, varios medios de comunicación —entre ellos Proceso, El Universal y El Heraldo de México— publicaron que la Procuraduría General de Justicia de la CDMX obtuvo dos órdenes de aprehensión en contra de los propietarios de la constructora Dijon GP.

Hasta agosto de 2018, Daniel y Clemente Estrada Niño, dueños de Dijon GP, no habían sido detenidos.

El 15 de agosto pasado, MCCI buscó a los hermanos Estrada Niño en una de las direcciones registradas en los documentos del Registro Público de la Propiedad. En Isabel la Católica 767, colonia Álamos, donde actualmente se rentan oficinas, informaron que la constructora Dijon GP sí tuvo su domicilio ahí, pero desde hace dos años dejaron las instalaciones.

MCCI también se presentó en la otra dirección que se registró cuando se constituyó Dijon GP: Circunvalación Oriente, número 10, fraccionamiento Ciudad Satélite, en Naucalpan, Estado de México. En este domicilio se encuentra el World Trade Center Mexiquense. Al preguntar por Daniel Estrada Niño, la recepcionista respondió que “no se encontraba en ese momento”. Minutos después, cambió su versión y aseguró que no estaban ahí sus oficinas.

Después del sismo del 19S, varias notas periodísticas consignaron que Daniel Estrada Niño era dueño de una de las empresas que manejan el World Trade Center Mexiquense; por lo que también se le buscó en los números telefónicos de ese lugar.

—¿Puedo localizar ahí al señor Daniel Estrada Niño?
— ¿Quién le llama? ¿Para qué asunto es? — preguntó quien contestó y dijo llamarse Angélica.
— Me gustaría hablar con él o con su secretaria.
— Déjeme ver quién le puede atender.
— ¿Si lo puedo localizar ahí?
— Este… pues ahorita no se encuentra aquí. Pero, ¿de dónde le llama, para poder pasar la llamada?
— De MCCI


La llamada fue transferida con otra secretaria que no quiso dar su nombre y que, después de explicarle por qué se buscaba a Daniel Estrada, aseguró que ahí no había nadie con ese nombre.

Después de que se retiraron los restos del edificio colapsado, el terreno se convirtió en un estacionamiento.
Fotografía: Valeria Durán

Daniel Estrada Niño no sólo es uno de los accionistas de la empresa que construyó un edificio de seis pisos en lo que fue una casa vieja y que cuyo colapso causó la muerte de Alitzy. En su biografía también está el haber sido director de Desarrollo y Fomento Económico en el municipio mexiquense de Naucalpan, durante la administración del priista David Sánchez Guevara.

Colegio
Enrique Rébsamen:
las negligencias
que mataron a 26 personas

Texto: Miriam Castillo
Video: Lucía Vergara

Compartir:

La escuela, cuyo colapso causó la muerte de 19 niños y siete adultos, se edificó y amplió sin contar con todos los planos, estudios y trámites necesarios para hacerlo. Incluso, para funcionar utilizó documentos falsos. Los vecinos alertaron que se construían pisos de más y se hacían modificaciones sin contar con permisos, pero ninguna autoridad actuó. Durante décadas se permitió y solapó el funcionamiento de un colegio en el mismo sitio en donde también había tres departamentos y sus planes de protección civil estaban llenos de inconsistencias.

Calle y número:

Rancho Tamboreo 11 y 19; Brujas 34 y 40

Colonia:

Nueva Oriental Coapa

Delegación:

Tlalpan

Año de construcción:

1983

Personas fallecidas:

26

1

El Colegio Enrique Rébsamen, que el 19 de septiembre de 2017 se desplomó y provocó la muerte de 26 personas, en realidad comenzó a caerse en 1974.

Ese año, por lo menos en los documentos, inició la historia de esta escuela que durante poco más de cuatro décadas se expandió —tanto en metros cuadrados como en altura— en la esquina que forman las calles de Rancho Tamboreo y Brujas, en la colonia Nueva Oriental Coapa, al sur de la Ciudad de México.

Su crecimiento fue paulatino y, en ocasiones, nada discreto. Lo que empezó como jardín de niños y primaria terminó en cuatro edificios que ocupaban casi media cuadra y en donde cerca de 400 alumnos cursaban desde preescolar hasta secundaria. El Rébsamen, como se le conocía, llegó a tener ingresos que rondaban el millón de pesos mensuales, tan sólo por el concepto de colegiaturas.

En los cuatro edificios había 21 aulas, laboratorios, talleres y oficinas, así como tres departamentos en donde siempre vivieron integrantes de la familia García Villegas, entre ellos Mónica García, dueña y directora del colegio.

Ese martes de septiembre, a las 13:14 horas, dos edificios de la escuela colapsaron; ahí fallecieron 19 niños y siete adultos. Ellos no lograron salir a tiempo y quedaron atrapados en esos inmuebles que tuvieron varias modificaciones y ampliaciones sin contar con los permisos oficiales.

El sismo mostró, en el caso del Colegio Enrique Rébsamen, las consecuencias que traen la negligencia, la modificación y ampliación de inmuebles sin una supervisión profesional, la falsificación de documentos y la existencia de planes de protección civil sólo para cumplir trámites.

De uno a cuatro terrenos

Rosa Elena y Francisco, una pareja de 70 años, terminó de guardar las bolsas de supermercado en el refrigerador cuando empezó a moverse todo. A trompicones lograron salir del departamento 502, en Rancho Tamboreo 21; predio, a un costado del patio de la secundaria del Rébsamen, que aloja un par de edificios rojos. La pareja llegó a la azotea, desde donde se mira por completo la escuela. Ahí escuchó el estruendo.

—Si algo no voy a olvidar en la vida es ese ruido —dice Rosa, sentada en el sillón de la sala de su departamento, al que logró regresar tres meses después del terremoto. Mientras recuerda se cubre las orejas con sus manos manchadas por la edad.

Rosa y Francisco oyeron el crujir del salón que tenía una pared cubierta con espejos; ahí los alumnos hacían yoga y artes marciales. Escucharon cómo tronaron las mesas del laboratorio; cómo cayeron los archiveros y un par de cajas fuertes. El ruido se hizo más intenso cuando las planchas de concreto de los edificios cayeron una sobre otra.

En esos dos edificios colapsados se encontraban, además, una sala de juntas, la cooperativa, las oficinas administrativas, el salón de usos múltiples y, en el segundo y tercer piso, el departamento donde vivía la dueña del colegio, quien también era la directora de la secundaria, Mónica García Villegas.

El estruendo que Rosa y Francisco escucharon también fue ocasionado por la caída de los muebles blancos, los aparatos de gimnasio, la cocina, los dos calentadores y la pérgola recién colocada en ese departamento.

Predios que ocupaba el Colegio Rébsamen. Imagen: Organización vecinal de Familias Unidas

Desde la azotea de su edificio, Rosa y Francisco oyeron el colapso del Rébsamen. También, durante décadas, fueron testigos de la expansión de la escuela.

El colegio ocupó la mitad de una manzana de la colonia Nueva Oriental Coapa. A diferencia de otras escuelas del rumbo, el Rébsamen concentró todas sus sedes en un mismo sitio.

Si se le miraba desde afuera, el colegio daba la impresión de ser un solo edificio con un mismo estilo arquitectónico. Por ello, algunos vecinos y padres de familia creían que la escuela ocupaba un predio. En las noticias se enteraron que, en realidad, ocupaba cuatro: dos en Rancho Tamboreo —en el número 11 estaba la entrada de la primaria y en el 19, la secundaria— y otros dos en la calle de Brujas con los números 34 y 40.

En esos cuatro predios se fue dando forma, a través del tiempo, al Colegio Enrique Rébsamen.

Todo junto: negocio y casa

A mediados de los setenta, la Nueva Oriental Coapa lucía como un conjunto de terrenos de siembra, lotes baldíos y algunas construcciones incipientes. Tenía menos de una década que en la colonia vecina se había levantado el Estadio Azteca.

De esos años data el documento más antiguo que se encuentra en el expediente del Colegio Rébsamen, el cual se solicitó a la delegación Tlalpan a través de solicitudes de acceso a la información. Se trata de una licencia de construcción, con fecha del 22 de noviembre de 1974, para el predio de Brujas 34; se solicitó permiso para edificar una “barda perimetral”, no más.

Ese documento contemplaba la firma de un Director Responsable de Obra (DRO), figura que se creó dos años después en el reglamento de la Ley de Construcciones de 1976, para garantizar la supervisión de las obras. Por ello, llama la atención que en esa licencia de 1974 se incluya a un DRO. Sin embargo, hasta ahora nadie se ha pronunciado sobre la validez de ese documento.

Fotografía de la Compañía Mexicana de Aerofoto Estadio Azteca en construcción, 1966. Archivo Fundación ICA.

Los padres de familia, a través de su abogado, han solicitado el original de esta licencia de construcción; pero no se les ha entregado.

En septiembre de 2017, en Brujas 34 había una cancha de basquetbol y una construcción que se utilizaba para la coordinación de inglés y la oficina de Enrique García, padre y socio de Mónica García, la directora de la escuela. Sin embargo, por lo menos en el expediente, no hay evidencia de que se haya solicitado licencia para hacer estas obras.

No hay otro permiso para construir hasta septiembre de 1982, cuando la delegación Tlalpan otorgó una licencia para levantar una “casa habitación unifamiliar de tres niveles” en el predio de Brujas 40. En ningún lugar de ese documento se mencionó que ahí se instalaría una escuela.

En ese terreno, Brujas 40, nunca se construyó esa casa de tres niveles. Lo que ahí se hizo fue un estacionamiento con techo de láminas.

Fue en julio de 1983 cuando comenzó la construcción de los edificios del colegio en Rancho Tamboreo 11. La licencia 1/245/83/14 permitía la construcción de dos mil metros cuadrados destinados a dos departamentos y un jardín de niños. La firma que aparece en el documento es del entonces delegado en Tlalpan, el priista Gilberto Nieves.

Lo que se construyó fueron dos edificios: en uno, de forma rectangular, se levantaron dos departamentos y 15 salones para el jardín de niños y la primaria.

En el segundo piso, además de las aulas, estaba un departamento donde vivía Gloria Villegas, una de las dueñas iniciales del colegio y mamá de Mónica García. El departamento tenía dos recámaras, un baño, sala y comedor. En ese mismo nivel se construyó otro departamento que, tiempo después, se ocupó como bodega.

El otro inmueble de Rancho Tamboreo 11 se ubicó en forma perpendicular al edificio de la primaria. En su primera etapa sólo albergó las oficinas administrativas; en el segundo piso, además de bodegas había un salón de juegos que no formaba parte de la escuela, sino que era utilizado por las hijas de Mónica García.

En el expediente que hay en la delegación Tlalpan sobre el Rébsamen sólo se encuentran planos estructurales, arquitectónicos y memorias de cálculo de los edificios que se construyeron en Rancho Tamboreo 11.

Estas memorias formaron parte de los documentos que utilizaron los peritos de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México para revisar la estructura del colegio después del colapso en 2017.

El 25 de noviembre de 1983, cuando aún se realizaban obras de construcción en Rancho Tamboreo 11, los dueños del colegio solicitaron una licencia para construir en el número 19 de la misma calle. Se expidió la número 1/420/81/14 con la que se edificaron, en ese predio, un taller mecánico en la planta baja y un departamento.

Así que para 1984, en los terrenos que ocupaba el Colegio Rébsamen se tenían tres departamentos y 15 salones, poco más de tres mil 600 metros cuadrados de construcción.

Los vecinos fueron testigos del crecimiento y colapso del colegio. Fotografía: Isabel Mateos
Registro: El Rébsamen sólo daba clases de preprimaria y primaria.

En las instalaciones de la escuela ya había alumnos en preescolar y en primer año de la primaria, cuando los dueños realizaron la inscripción del “Colegio Enrique R SC”. En 1986, de acuerdo con los documentos obtenidos en el Registro Público de la Propiedad, la sociedad se creó con cinco socios, todos de la familia García Villegas.

En esos documentos también se especifica que el objeto de la sociedad era impartir clases de preescolar y de primaria. En ese momento, por lo menos en los papeles, no se contemplaba abrir una secundaria.

Más edificios, más alumnos

Casi 13 años después de que la escuela comenzó a funcionar, los dueños crean la sociedad civil “Secundaria Enrique Rébsamen” el 22 de septiembre de 2003; los socios mayoritarios eran Mónica García Villegas y su padre, Enrique García.

Los documentos disponibles muestran que el señor Enrique García administraba los terrenos de Rancho Tamboreo, donde había un taller mecánico que administraba su hijo, también llamado Enrique.

En 2004, según las escrituras del acta 33744, el terreno de Rancho Tamboreo 19 se le adjudicó a Mónica García, después de un litigio entre los hermanos. Para entonces ya había comenzado la construcción del nuevo edificio para la secundaria.

No se puede establecer la fecha exacta de esas obras, ya que en el expediente no hay ningún documento sobre ellas. Quienes aún recuerdan esos trabajos son los vecinos de la escuela. Ellos ubican que la construcción sucedió entre 2003 y 2005.

—Nosotros nos quejábamos (con la delegación y con la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial) del ruido. Donde estamos prácticamente es una concha que reproduce todo el sonido. Un día no escuchamos nada y hasta gusto nos dio. Lo malo es que dejaron los sellos (de clausura) ahí puestos, pero empezaron a meter a los trabajadores y el material por la parte de atrás, por el terreno que estaba baldío —dice Francisco Fontano desde la azotea del edificio donde vive.

De acuerdo con los vecinos, las obras de construcción de la secundaria se clausuraron, pero en el expediente que tiene la delegación no hay ningún documento sobre ello.

Entre 2003 y 2006, Tlalpan fue gobernada por Carlos Imaz —entonces esposo de quien era la secretaria de Medio Ambiente del DF, Claudia Sheinbaum. Imaz duró apenas cinco meses en el cargo y renunció por escándalos relacionados con Carlos Ahumada y la entrega de efectivo para las campañas del PRD— en su lugar quedó Eliseo Moyao.

Con clausura o sin ella, con permiso o sin él, el edificio de la secundaria se terminó con un estilo arquitectónico casi idéntico al que se hizo para la primaria 20 años antes.

Con ese nuevo inmueble, el Colegio Rébsamen contaba con más salones y una cafetería; además, podía aumentar la población de sus estudiantes. En 2017 tan sólo en la secundaria asistían 140 alumnos, de acuerdo con información del personal docente.

Además de la nueva obra, entre 2003 y 2006, se hicieron varias modificaciones a los otros edificios: se quitaron muros y se adecuaron espacios para que las cuatro construcciones parecieran ser una sola estructura. Esas transformaciones, hechas sin el permiso correspondiente según verificaciones posteriores, se aprovecharon para ampliar el departamento en el segundo piso de Rancho Tamboreo 19, el cual después ocupó Enrique García, padre de Mónica.

“Derechos adquiridos” con documentos falsos

Los dueños del Rébsamen construyeron y abrieron la secundaria sin contar con el uso de suelo para ello. Aunque en el expediente del colegio sí hay un documento que, supuestamente, les permitía ofrecer ese nivel educativo.

Ese papel, con el membrete de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), se fechó el 16 de marzo de 1990 y tiene el folio 06573. Según ese documento, en Rancho Tamboreo 19 ya había entonces una secundaria, con una superficie de 2 mil 500 metros cuadrados.

Uso de suelo que la Seduvi no reconoció.

Sin embargo, al verificar el documento en Seduvi, la dependencia respondió vía transparencia que no hay un registro con esa fecha o con las variantes citadas en otros papeles. Además, a raíz de esa solicitud, la Seduvi buscó el folio y lo que encontró es un documento que corresponde a un predio localizado en Santa Martha Acatitla, en la delegación Iztapalapa.

Los dueños del Rébsamen utilizaron un documento similar a los que se han presentado para abrir giros mercantiles irregulares en la delegación Cuauhtémoc y acceder a la figura de “derechos adquiridos”.

Según el Reglamento de la ley de Desarrollo Urbano, un establecimiento puede pedir esta facilidad —derechos adquiridos— si ha tenido un uso continuo durante más de 10 años con ese giro en específico, antes de que la norma lo prohiba.

El Programa de Desarrollo Urbano de 1987 no permitía escuelas privadas dedicadas a la educación secundaria en la colonia Nueva Oriental Coapa. Esta prohibición duró, hasta principios de los años 2000 de acuerdo con la misma Seduvi.

Es decir, el Colegio Rébsamen debería haber tenido una secundaria antes de 1987 para obtener el uso de suelo por “derechos adquiridos”. Pero en realidad la secundaria abrió hasta 2003. Incluso, Fernando Ríos, exalumno de la escuela, dejó el Rébsamen a inicios de los noventas, justo porque el plantel no contaba con secundaria.

En 2016 el Instituto de Verificaciones Administrativas (Invea) abrió el proceso INVEADF/OV/DUYUS/2916/2016, por el uso de documentos apócrifos en el predio de Rancho Tamboreo 19.

Crece el colegio y también las irregularidades

La apertura de la secundaria provocó que se realizaran, además, varias modificaciones y ampliaciones en los otros tres edificios. Varias de esas obras fueron denunciadas por los vecinos, a través del Comité de Defensa Residencial Acoxpa y Nueva Oriental.

Las ampliaciones irregulares y denuncias no impidieron que en 2006 todos los edificios del Colegio Rébsamen recibieran su constancia de seguridad estructural, firmada por el ingeniero civil Javier Macías Fernández, Corresponsable de Seguridad Estructural.

En notas periodísticas, publicadas entre 2016 y 2018, se menciona el nombre de este ingeniero como el corresponsable de seguridad en una obra irregular que se edificó en Minería 88, en la colonia Escandón, cuando la delegación Miguel Hidalgo era gobernada por Víctor Hugo Romo. Esta obra, que tendría que haber sido de tres niveles, terminó en un edificio de cinco pisos. Incluso, en uno de los departamentos vivía David Razú, quien fue director jurídico de Miguel Hidalgo.

El 24 de agosto de 2009, los vecinos denunciaron que en el Colegio Rébsamen se construía un cuarto piso, lo cual estaba prohibido en el Programa de Desarrollo Delegacional de Tlalpan, en donde sólo se permitían tres niveles.

Días después de esa queja vecinal, el 28 de agosto, la delegación Tlalpan —con Guillermo Sánchez Torres como titular— renovó el visto bueno de seguridad y operación para los edificios del colegio.

El arquitecto Octavio Rivera Ibelles fue el Director Responsable de Obra (DRO) que firmó esos documentos indispensables para la operación del plantel; y fue quien respaldó la seguridad de los edificios, dos de esos inmuebles colapsaron.

Las quejas de los vecinos siguieron y llevaron a que, en diciembre de 2009, las autoridades en Tlalpan revisaran la documentación de la escuela. Hasta entonces se determinó que las obras que se hacían en Rancho Tamboreo 19 no tenían permiso.

Cuando los representantes de la delegación visitaron la escuela, los empleados no dejaron ingresar a la verificadora Paola Mendoza, quien en su reporte escribió que el cuarto piso, que no estaba permitido, “es utilizado como gimnasio, al cual no nos permiten el acceso… y no se presentó Manifestación de Construcción, documento idóneo con el que se avala la legalidad de los trabajos de construcción”.

Al frente de la delegación se encontraba Higinio Chávez; el entonces director jurídico de Tlalpan, Marco Antonio Arellano, consideró que se debía clausurar la obra y demoler los 90 metros que se habían hecho en el último nivel, según el oficio DT/SCI/1471/Bis/2010. La directora del colegio apeló y logró que se detuviera la demolición de acuerdo con el oficio DT/SCI/0014/2011.

La delegación tardó dos años, después de la primer queja vecinal, en colocar los sellos de clausura en la puerta de entrada de la secundaria, en agosto de 2011. Los dueños del Rébsamen no cerraron la escuela, decidieron que todos los alumnos entraran por la puerta de la primaria. En el colegio todo siguió igual. Tan es así que la demolición del cuarto nivel nunca ocurrió.

Dos años después, en octubre de 2013, la dueña del colegio ingresó un “aviso de obras” en el que informó sobre trabajos de mantenimiento, pintura y cambio de plafones y pisos en el cuarto nivel, justo el que se construyó en forma ilegal. En realidad, lo que se hizo fue una modificación mayor.

Una denuncia vecinal, que se registró como anónima, advirtió que en el Rébsamen se estaba modificando el edificio. En noviembre de 2013, un verificador acudió al colegio y confirmó que “se están realizando trabajos de demolición de estructuras de concreto armado en el 3° y 4° nivel, dañando elementos estructurales que afectan la estabilidad de la construcción”.

La mitad del segundo piso era un departamento, el resto salones.
Fotografía: Isabel Mateos

Durante ese tiempo —recuerdan exalumnos y maestras— uno de los edificios se transformó: se instalaron oficinas administrativas, un laboratorio y se construyó el salón de usos múltiples, el cual también se utilizaba como auditorio. Se trataba de un espacio grande, sin columnas que estorbaran a la vista, en donde se hacían las juntas de padres de familia, premiaciones, clases muestra de artes marciales y de ballet.

En diciembre de 2013 se hizo otra inspección por parte de la delegación, que posteriormente generó una investigación del Invea, y se reportó que se había tirado un pedazo de techo, con la intención de colocar una escalera que uniera el tercer piso con el cuarto, una zona en donde vivía la dueña de la escuela, Mónica García. En ninguna de las verificaciones se notificó que dentro de la escuela había tres departamentos; y que en uno de ellos se realizaron varias de las modificaciones estructurales.

Fue hasta enero de 2014, ya durante el periodo de Maricela Contreras como jefa delegacional, cuando se ordenó la suspensión de la obra y para abril de ese mismo año se colocaron sellos de clausura, después de desechar recursos de inconformidad promovidos por los dueños de la escuela. Se impuso una multa de 21 mil 555 pesos, la cual se pagó y una vez más, el Colegio Rébsamen siguió como si nada. El 15 de julio de 2014, Juan Mario Velarde, Director Responsable de Obra con la licencia 1990, firmó un documento donde se reportaban resultados de las pruebas de carga hechas en Tamboreo 19, donde afirma que se hicieron pruebas y se demuestra la resistencia de la construcción.

Dos meses después, el 22 de septiembre, firmó una responsiva que garantizaba que: "Existe evidencia suficiente de que la edificación inspeccionada no tiene daños estructurales ni los ha tenido, ni ha sido reparado y el comportamiento de la cimentación ha sido satisfactorio… Y que el sistema estructural es el idóneo para resistir las fuerzas estáticas y sísmicas".

También ese año Francisco Pérez Rodríguez, Corresponsable de Seguridad Estructural dio constancias en ese tema para el mismo predio y las ratificó tres años después.

Una de las modificaciones realizadas a la estructura. Fotografía: Especial

Para los corresponsables de seguridad, los edificios del colegio no tenían ningún problema estructural. Pero dos de esos inmuebles —modificados para hacer el salón de usos múltiples, el laboratorio y ampliar el departamento donde vivía Mónica García—colapsaron durante el sismo del 19 de septiembre de 2017.

—Era un secreto a voces que la directora vivía en la escuela. A los padres de familia de nuevo ingreso no se les informaba, teníamos prohibido hablar de eso. Yo no entendía cómo le hacíamos para pasar las revisiones de los inspectores de la SEP —admitió una maestra que laboró en la escuela durante 2013 y 2014, que prefirió no dar su nombre.

En los archivos de la SEP están las constancias de las revisiones e inspecciones del plantel, pero la información fue reservada por la dependencia porque consideró que se deberá entregar al proceso judicial abierto por la muerte de las 26 personas. Según los abogados de las víctimas, quienes presentaron una denuncia el 9 de mayo de 2018, la información que la SEP reservó aún no está en el expediente judicial.

Protección civil, sólo en el papel

Como sucedió en todas las escuelas de la Ciudad de México, la mañana del martes 19 de septiembre de 2017, en el Colegio Rébsamen se realizó un simulacro para, de esa forma, recordar lo que se vivió con el terremoto de 32 años atrás y saber cómo reaccionar en caso de un sismo.

Los esquemas no incluían las estructuras que ocupaban los departamentos.
Los planos no coincidian con el edificio que se construyó.

En el salón de tercero B de primaria, Pilar Martí —maestra desde hace 34 años— explicó a sus alumnos cómo sería el simulacro. Cuando sonó la alerta sísmica, Pilar y sus estudiantes utilizaron una ruta de evacuación en sentido contrario a la que había sido marcada por las autoridades de la escuela.

—Me regañaron (las maestras que supervisaban) y me dijeron que siguiera los protocolos. Tenía que bajar por las escaleras del área administrativa. Para mí (la ruta de evacuación oficial) era un camino demasiado largo —recuerda durante una entrevista realizada a unas cuadras del colegio. A las 13:14 del 19 de septiembre de 2017, la Ciudad de México se cimbró con un sismo de magnitud 7.1.

Pilar intentó cumplir las indicaciones del colegio, pero el edificio administrativo, aquél por el que tenían que pasar si seguían la ruta oficial de evacuación, colapsó. Ella y sus alumnos desalojaron el edificio por la escalera contraria.

Karla, Santiago, André, Daniela, Valentina, Aned, Diego, Eduardo, Francisco, Gustavo, Eileen, Mónica, José Eduardo, Paola, Daniela Itzel, Alexis, Fernanda y la maestra Claudia trataron de salir por la misma ruta que siguieron durante el simulacro de la mañana. No lo lograron. Esa ruta falló.

Alexandra, una niña de secundaria, decidió poner a salvo a varios niños de primaria. La encontraron sin vida, junto con otro chico. Joshua iba en secundaria y, de acuerdo con varios testimonios, durante el sismo estaba en las instalaciones del laboratorio; también intentó seguir la ruta de evacuación establecida.

Gema —prefecta de la escuela—, María Reyna, Yéssica, Marcela, Gloria y María de la Luz, empleadas de intendencia y administrativas, no lograron salir a tiempo.

Todas fallecieron en el Rébsamen.

Según Pilar y otras tres maestras entrevistadas que prefirieron no dar sus nombres, la escuela hacía sus simulacros dos veces al año y, en alguna ocasión, tuvo una jornada de capacitación sobre el tema, aunque —confiesan— ésta fue corta y hasta cierto punto deficiente, ya que sólo se proyectó un video y se dieron algunas pláticas.

En 2012, una revisión de los protocolos de emergencia realizada de manera informal por una empresa de protección civil del familiar de uno de los alumnos, señaló que el colegio tenía recorridos demasiado largos para llegar a zonas despejadas. Se recomendó activar otras salidas de emergencia.

El 13 de julio de 2017, la delegación Tlalpan respondió al programa interno de protección civil que el Colegio Rébsamen presentó para el terreno de Tamboreo 11. Las autoridades solicitaron que se actualizara y que colocaran señalizaciones de la ruta de evacuación.

De acuerdo con el Reglamento de la Ley del Invea de la Ciudad de México, los dueños del colegio tenían cinco días hábiles para presentar lo solicitado por las autoridades, de no hacerlo, el aviso se consideraría rechazado.

En el expediente, no hay un documentos que compruebe que se subsanaron los puntos que pidió la Dirección de Protección Civil de la delegación Tlalpan. Tampoco hay documentos sobre protección civil relacionados con el edificio en Rancho Tamboreo 19.

A través de una solicitud de información, se pidió copia de los planes internos de protección civil del Colegio Rébsamen. La delegación Tlalpan contestó que sólo tenía información de archivos de 2012 a 2017, pero en ninguno de ellos se había localizado un programa interno.

Días después, la delegación rectificó y entregó en versión electrónica dos planes de protección civil, uno para el edificio de Rancho Tamboreo 11 y otro para uno de los inmuebles del número 19. Estos documentos incluyen croquis y algunas de las rutas de evacuación, pero no cuentan con los sellos de recibido o algún tipo de anotación oficial.

La delegación Tlalpan no renovó su comité de protección civil.

El Consejo Delegacional de Protección Civil tendría que ser el responsable de revisar los planes del Colegio Rébsamen sobre este tema. Sin embargo, este consejo no era una prioridad para las autoridades.

Desde febrero de 2015 y hasta el 29 de febrero 2016, este órgano no se había instalado y durante todo ese periodo no había sesionado, según informó la propia delegación en una solicitud de información hecha en 2016.

El silencio alrededor del Rébsamen

El 22 de julio de 2018, la Procuraduría General de Justicia de Ciudad de México detuvo al Director Responsable de Obra (DRO) Juan Mario Velarde, quien firmó una de las últimas constancias de seguridad con la que funcionó el Colegio Rébsamen.

Velarde validó la estructura de los edificios de Rancho Tamboreo 19, meses después de que se le hicieran modificaciones.

El 27 de junio de 2014, la delegación señaló “que no existe suficiente evidencia teórica o experimental para juzgar de forma confiable la seguridad de la estructura”, por lo que no consideró como válido el aviso de seguridad estructural.

Semanas después, el 16 de julio, Francisco Arturo Pérez Rodríguez, Corresponsable de Seguridad Estructural, ratificó el dictamen de Juan Mario Velarde. Ahora, Pérez Rodríguez está amparado y prófugo porque también se le giró una orden de aprehensión en su contra por homicidio culposo.

El 2 de junio de 2017, el DRO Juan Apolinar Torales firmó un visto bueno de seguridad en donde aseguró que toda la construcción en Rancho Tamboreo 19 cumplía “con el reglamento y reglas aplicables”. Él está amparado y prófugo.

También está prófuga la dueña del colegio, Mónica García, sobre quien pesa una orden de aprehensión. Su abogado, Javier Coello —quien también defiende a Emilio Lozoya en el caso Odebrecht—asegura que ella está dispuesta a pagar una indemnización. Pero “no se presentará para que la detengan”.

Respecto a toda la documentación irregular que existe en torno al colegio, aseguró que algunos documentos originales estaban entre los escombros de la escuela y del resto, como formaba parte de la investigación, no podía hacer comentarios al respecto.

También hay denuncias en contra de quien fue director jurídico de la delegación Tlalpan en 2010, Alejandro Zepeda Rodríguez.

Ninguno de los 12 directores responsables de obra y corresponsables de seguridad estructural que revisaron la escuela reportaron las modificaciones que se hicieron a los inmuebles sin planos ni supervisión. Ninguno detectó las fallas que podían tener los dos edificios que colapsaron el 19 de septiembre del 2017 y provocaron la muerte de 26 personas.

Uno de los últimos documentos que avalaba la estructura del Rébsamen.

Dejaron pasar detalles, remodelaciones y vieron cómo el colegio creció sin planos. La autoridad no castigó. No hicieron ruido o lo hicieron apenas.

Hoy en el terreno del Rébsamen ya no hay más ruido. Hay un altar con palomas blancas de papel. La gente pasa frente a los escombros y callan. La cuadra casi entera está en silencio.

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Vimos cómo iba creciendo la escuela, cómo tenía cada vez más pisos. Nunca imaginamos que iba a pasar lo que pasó. Por eso nunca sacamos fotos. No tenemos nada. Pero nosotros vimos cómo crecía. Pensamos que iba a parar.”

Francisco Fontano, vecino.

Personas que fallecierón en el Colegio Rébsamen

Niños

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Karla
Santiago
André
Daniela
Valentina

Aned
Diego
Francisco
Gustavo
Eileen

Eduardo
Mónica
Joshua
José Eduardo
Paola

Alexandra
Daniela Itzel
Alexis
Fernanda

Adultos

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

María Reyna Dávila Martínez
Yessica Laura Castrejón Hernández
Claudia Ramírez González
María de la Luz González Sandoval

Marcela Castellano Urbano
Gema Galván Rodríguez
Gloria González Pérez

El condominio que el sismo estrenó

Texto: Dulce González

Compartir:

El condominio que se publicitó como una edificación nueva, en realidad fue modificado y remodelado sin importar las denuncias vecinales por violar el uso de suelo en la colonia Anzures. Todos los departamentos se vendieron. El plan de la inmobiliaria era entregarlos en diciembre de 2017, pero el edificio no aguantó el primer temblor al que se enfrentó.

Calle y número:

Copérnico 45

Colonia:

Anzures

Delegación:

Miguel Hidalgo

Año de construcción:

2017

Gerardo Rioseco Orihuela es un hombre que ha demostrado experiencia para manejar asuntos inmobiliarios y turísticos en México: fue fundador y director del proyecto Fiesta Americana Vacation Club en Los Cabos, Baja California Sur, y también fungió como vicepresidente de la Asociación Mexicana de Desarrolladores Turísticos (Amdetur).

En noviembre del 2011, el ingeniero egresado de la Universidad Anáhuac del Sur fue designado Vicepresidente de Propiedades Vacacionales en Grupo Posadas, el grupo más importante en hotelería de Latinoamérica.

Además de su influencia en los negocios, Rioseco Orihuela tuvo una compañía llamada South America Investment Ltd, registrada en Bahamas, uno de los paraísos fiscales del Caribe, como evidenció Bahamas Leaks, la investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés).

En ese mismo 2011, Rioseco Orihuela amplió su portafolio de negocios incorporando la venta de departamentos en la Ciudad de México. Junto con sus socios, Juan Carlos Herrera Velhagen y Juan Herrera González, constituyeron la constructora Operadora 2HR.

2
Resultados obtenidos de la búsqueda realizada en el Registro Público de la Propiedad y el Comercio de la Ciudad de México.
Antecedentes registrales de Operadora 2HR, S.A. de C.V.

Esta compañía ha tenido múltiples filiales que también se han dedicado a la compra, venta, renta, remodelación y construcción de edificios. Algunas de ellas han sido UN1KO​ Renovación Inmobiliaria, UBIRENT Inmuebles para Renta, MAXINVER Desarrollos Inmobiliarios de Lujo y HIP HABITAT.

Esta última, HIP HABITAT ha levantado desarrollos residenciales en algunas de las zonas con mayor poder adquisitivo en la Ciudad de México como Santa Fe, Polanco, Anzures, Desierto de los Leones, el barrio de La Roma y la colonia Del Valle.

En el sitio web de HIP HABITAT, la empresa se compromete a entregar “departamentos que cumplen los criterios más exigentes, acabados de máxima calidad y atención al detalle”. Uno de los complejos habitacionales que, se supone, cumpliría con estas expectativas fue el que estuvo ubicado en la colonia Anzures, sobre Copérnico 45, justo en el corazón de la zona poniente de la Ciudad de México.

Ubicación de Copérnico 45 y fachada de construcción 2017
Imagen: Google Street View

Estos departamentos serían de 122.13 metros cuadrados con dos recámaras, dos baños completos y un medio baño, terraza de 11 metros cuadrados, una bodega, un cajón de estacionamiento, elevador y roof garden común.

Especificaciones de algunos de los departamentos
Imagen: Google Street View

El privilegio de vivir en Copérnico 45 se veía reflejado en los precios: cada departamento tenía un costo de hasta 7 millones 508 mil 985 pesos. La promesa era entregarlos en diciembre del 2017. El edificio estaba casi terminado y tenía la mayor parte de los departamentos vendidos.

El sismo que se registró tres meses antes, en septiembre de 2017, cambió los planes de la desarrolladora. Ese día, el condominio, aún sin terminar, sufrió daños estructurales graves.

Imágenes del proyecto del edificio que sería construído en Copérnico 45.
Imágenes tomadas de propiedades.com

Demoler antes de ser habitados

El movimiento sísmico dejó al descubierto que ese edificio tenía fallas de origen: las trabes se desmoronaron dejando las varillas al descubierto. Las escaleras tenían pedazos de tabiques fracturados, muros con grietas y pedazos de madera que “apuntalaban” los remanentes de Copérnico 45, de acuerdo con lo que se aprecia en las fotografías anexadas en el dictamen de inspección sísmica, realizado el 1 de noviembre del 2017 —mes y medio después del sismo— por el ingeniero y arquitecto Guillermo García Ferrosca.

Algunas de las afectaciones estructurales que el dictamen mencionó son daños en columnas, trabes, losas, en muros de carga de mampostería y de concreto, tensores y estructuras de acero. En cuanto a las afectaciones no estructurales, se dañaron los muros divisorios, cristales, plafones, la fachada, antenas y tuberías.

El dictamen nunca determinó la causa de las fracturas y fallas en la construcción, su diagnóstico se limitó a señalar que la estructura era de alto riesgo.

Dictamen de Copérnico.

A principios del 2018, la constructora demolió el edificio que, antes del sismo, estaba casi terminado y con la mayoría de los departamentos vendidos.

Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) buscó, en varias ocasiones, una entrevista con algún directivo de Operadora 2HR para conocer su versión de los hechos. Pero, Erika Luna, una de las encargadas del departamento de recursos humanos de la empresa dijo que “las peticiones habían sido canalizadas al área correspondiente”.

Al cuestionarla sobre cuál era esa área y la identidad de quién podría dar la entrevista, ella respondió: “No tengo autorización para brindarle esa información. Ellos se comunicarán contigo”. No sucedió.

Pisos de más y sin permiso

Certificados Únicos de Zonificación de Uso de Suelo d elos años 2010 y 2016 de Copérnico 45.

La construcción de Copérnico 45 no tiene antecedentes limpios. Tres diferentes certificados de zonificación de uso de suelo, consultados por MCCI, muestran que en ese lote sólo podían construirse tres niveles; no los cinco que tenía el edificio que vendía HIP HABITAT.

Este condominio era una obra singular. HIP HABITAT promovió sus departamentos como si se tratara de una construcción cien por ciento nueva; en realidad sólo se remodeló y modificó un edificio que ya se encontraba en Copérnico 45 desde años atrás.

Plano del edifico realizado HIP HABITAT de Copérnico 45. Imagen tomada de propiedades.com

El desarrollo que HIP HABITAT realizaba se conformaría por planta baja, cinco niveles y roof garden, de acuerdo con las imágenes publicadas en distintas páginas de internet especializadas en el tema inmobiliario, como propiedades.com e inmuebles24.

Departamento muestra de Copérnico 45.
Imagen tomada de propiedades.com
Proyecto muestra de Copérnico 45.
Imagen tomada de propiedades.com
Detalles de departamento de Copérnico 45.
Imagen tomada de propiedades.com.

La construcción de los pisos de más que tenía el inmueble, antes de ser adquirido y transformado por HIP HABITAT, fue denunciada por un ciudadano ante la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT), el 8 de julio de 2008, por lo que este organismo abrió una investigación por irregularidades en materia de uso de suelo.

Cuando personal de la PAOT visitó el lugar se encontró con un edificio de planta baja y tres niveles, en el cual realizaban obras en la azotea. La procuraduría —a través del oficio PAOT/300-3454-2008, con fecha del 3 de septiembre de 2008— solicitó a la delegación Miguel Hidalgo que verificara si esos trabajos tenían permiso. Sin embargo, las autoridades delegacionales, entonces presididas por la panista Gabriela Cuevas, no realizaron ninguna acción.

La clausura de la delegación llegó hasta mayo de 2009, cuando en Copérnico 45 ya se habían construido dos niveles más, violando con ello el Programa Delegacional de Desarrollo Urbano.

Cinco meses más tarde, en octubre de ese mismo año —cuando el panista Demetrio Sodi ya era delegado de Miguel Hidalgo—, se volvió a clausurar el inmueble y se impuso una multa de 50 días de salario mínimo, equivalente a 2 mil 873 pesos.

El 28 de julio del 2010, la PAOT solicitó a la delegación Miguel Hidalgo que verificara si las obras en Copérnico 45 —los dos pisos de más— tenían permiso, de acuerdo con la resolución administrativa PAOT-05-300/300-3519-2010.

En ese documento, la PAOT señaló que una eventual clausura y otra multa no subsanarían las irregularidades cometidas por los dueños de Copérnico 45, por lo que solicitaban a la delegación Miguel Hidalgo ordenar la demolición de los niveles construidos de más. Esto no sucedió.

Resolución Administrativa a la denuncia que interpuso un ciudadano ante la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT).
Búsqueda realizada en el Registro Público de la Propiedad y el Comercio de la Ciudad de México.

Cuando se construyeron los pisos de más, los dueños de Copérnico 45 eran Hugo Ramírez Franco, Mario Ramírez Franco y Mariana Palazuelos Ramírez, de acuerdo con los documentos del Registro Público de la Propiedad y el Comercio de la Ciudad de México.

En febrero del 2017, los tres venden parte de la propiedad a Inmobiliaria 2HR, S.A. de C.V. Cinco meses después, la tercera parte de la propiedad la transfirieron, a través de una donación, a Maritza Ramírez Franco, quien también la vendió a la misma inmobiliaria.

Para poder realizar las obras de remodelación de Copérnico 45, la Inmobiliaria 2HR debió presentar una manifestación de construcción a la delegación Miguel Hidalgo, la cual en 2017 ya dirigía Xóchitl Gálvez. Pero esto tampoco sucedió.

En la delegación no tenían documentos que respaldaran la obra de los departamentos en Copérnico 45. Ante una solicitud de acceso a la información realizada por MCCI, la delegación Miguel Hidalgo respondió que esos archivos, simplemente, no existían.

En junio de 2017, la construcción de Copérnico 45 fue clausurada por el Instituto de Verificación Administrativa (Invea), por violaciones al uso del suelo. Cuando el terremoto llegó, en septiembre de ese mismo año, aún no se resolvía esa clausura, de acuerdo con un punto de acuerdo sobre los edificios dañados por el sismo, publicado por la Gaceta Parlamentaria de la Asamblea Legislativa del DF, en noviembre de 2017.

A principios de 2018, el condominio que el sismo exhibió ya no existía, se demolió. La constructora tiene planes de volver a construir en ese predio.

En julio de 2018, HIP HABITAT tenía en venta cuatro desarrollos:

-Acanto Residencial, ubicado en Calzada Desierto de los Leones 5886, colonia Cedros.

-Lantana Santa Fe, en Prolongación Vista Hermosa 108, colonia La Rosita, en Santa Fe.

-Ariosto 12, en la calle de Ludovico Ariosto 12, en la tercera sección de Polanco.

-Mariscal Sucre 9, en la calle Parque Mariscal Sucre 9 en la colonia del Valle Norte.

La debilidad de Coquimbo

Texto: Dulce González
video: lucía vergara

Compartir:

Sus fachadas con balcones, estacionamiento en la planta baja y amplios departamentos, de más de cien metros cuadrados, los distinguían en la colonia Lindavista. Los tres edificios fueron diseñados por el mismo arquitecto; los tres sobresalían en la calle Coquimbo, pero sólo uno de ellos colapsó y provocó la muerte de nueve personas, además de que 42 más se quedaran sin casa. ¿Cómo se construyó? Por ahora, no es posible saberlo, la delegación Gustavo A. Madero reservó su expediente por tres años.

Calle y número:

Coquimbo 909, 911 y 911 Bis

Colonia:

Lindavista

Delegación:

Gustavo A. Madero

Año de construcción:

1975, 1980 y 1985

Personas fallecidas:

9*

“¿Por qué tengo que empezar de cero a los 80 años?”, preguntó Silvia Camargo a su hija, Silvia Rico, mientras se acercaban a la calle de Coquimbo, en donde aún estaba de pie el edificio que solía ser el hogar de ambas por treinta años, pero que ya no podían habitar tras el terremoto del 19 de septiembre del 2017.

Ese día del sismo, Silvia trabajaba en el área de comunicación de una organización civil en Texcoco, Estado México. Su tía, estaba en el departamento del cuarto piso de la calle de Coquimbo 911 Bis, justo en una de las torres del conjunto habitacional de Lindavista que resultó con daños estructurales importantes.

Este inmueble se terminó de construir días después del terremoto de septiembre de 1985 y, al igual que los edificios vecinos (Coquimbo 909 y 911), fue diseñado por el arquitecto Rafael Padilla, fallecido a principios del 2018 y conocido por haber alzado un par de desarrollos más en la misma zona.

En 1970, Padilla compró un terreno sobre el cual construyó tres edificios. El primero, marcado con el número 909 de la misma calle de Coquimbo fue terminado en 1975. Tiempo después, en 1980, quedó listo el 911 y, hasta 1985 —justo después del terremoto que sacudió a la Ciudad de México— se entregaron los departamentos del 911 Bis. En este último vivían Silvia Rico, su mamá y su tía.

Los tres edificios eran prácticamente idénticos por fuera, pero cada uno con sus particularidades. Por ejemplo, el de la esquina, el 909, tenía 24 departamentos de entre 110 y 120 metros cuadrados. En Coquimbo 911 Bis había 13 departamentos y un penthouse. El número 911, tenía 12 departamentos. Ese edificio se vino abajo el 19 de septiembre de 2017: los tres primeros pisos colapsaron en el momento mismo del terremoto.

Fachadas de Coquimbo 909, 911 y 911 Bis antes del terremoto
Imagen tomada de Google Street View

En Coquimbo 911 murieron nueve personas. Además, seis más permanecieron entre los escombros durante casi 100 horas hasta que fueron rescatados por especialistas mexicanos y chilenos. Las imágenes de esta zona fueron ampliamente difundidas por las televisoras que trasmitían en vivo las consecuencias del terremoto del 19 de septiembre de 2017.

Transmisiones en vivo después del terremoto del 19 de septiembre de 2017.
Imágenes tomadas de Milenio TV y Excélsior TV

Reservar el expediente

Los tres edificios también tenían similitudes arquitectónicas: todos contaban con balcones y estacionamiento en la planta baja. Incluso, los tres podrían clasificarse como inmuebles con “planta baja débil o flexible”, modelo constructivo en donde hay pocos muros, así como escasas columnas en la planta baja, lo cual hace que se incremente la vulnerabilidad de una construcción ante un sismo.

Tras el terremoto que devastó a la capital del país en 1985 se detectó que muchos de los edificios con daños tenían una planta baja débil o flexible. Y aunque las autoridades implementaron un programa para reforzar inmuebles con daños, éstos trabajos se concentraron sólo en aquellas estructuras como hospitales, escuelas o centros comerciales; no se realizó un plan para revisar y reforzar aquellos edificios habitacionales que presentaran planta baja débil o flexible.

En la Ciudad de México aún se sigue construyendo edificios que tienen esta vulnerabilidad: planta baja débil o flexible. Y, la mayoría de las veces, se hacen para aprovechar el espacio como estacionamiento.

El edificio de Coquimbo 911 se distinguía por sus amplios departamentos, poco comunes para los espacios que ahora se construyen, ya que medían entre 200 y 240 metros cuadrados. Tenían tres recámaras, baño y vestidor en la recámara principal; área de sala y comedor, además de cocina y cuarto de servicio. Cada vivienda costaba alrededor de 5.5 millones de pesos, de acuerdo con el portal de internet propiedades.com consultado el viernes 10 de agosto del 2018.

Consulta realizada el 10 de agosto del 2018 al portal de internet propiedades.com

Cuando Silvia Rico y su mamá compraron su departamento en Coquimbo 911 Bis, el arquitecto Padilla les aseguró que su edificio y los colindantes tenían “cimientos con gato hidráulico”. Eso no lo pudieron verificar.

Respuesta ante el recurso de revision interpuesto por MCCI ante el InfoDf.
Acta de los acuerdos de la cuarta sesión extraordinaria del Comité de Transparencia de la delegación Gustavo A. Madero.

Las autoridades de la delegación Gustavo A. Madero no permitieron conocer más detalles sobre cómo se construyó el edificio de Coquimbo 911, así como quiénes estuvieron a cargo de las obras y cómo se autorizaron.

MCCI pidió, a través de una solicitud de información, acceso a las licencias de construcción, a los estudios de mecánica de suelo, a los planos, la memoria de cálculo y a los avisos de terminación de obra. La delegación se negó a entregar esos archivos, bajo el argumento de que formaban parte de una investigación judicial, sin especificar mayores detalles. Después de interponer un recurso de revisión fechado el 31 de enero del 2018, con el folio RR.SIP.2517/2017 y de que el InfoDF ordenó abrir los expedientes, el 12 de abril de 2018, los funcionarios de Gustavo A. Madero determinaron reservar la información durante tres años, a través del acuerdo CTDGAM/4ªSE/5/12-04-18.

La caída de un vecino

El 19 de septiembre de 2017, a los vecinos de la calle Coquimbo sorprendió que el único edificio que colapsó en esa área fue el número 911.

En el dictamen postsísmico, realizado el 7 de octubre del 2017, el ingeniero civil Eric E. Ramírez Díaz describió que el daño estructural del edificio abarcó columnas, trabes, losas, muros de carga de mampostería, muros de carga de concreto y tensores. Además, hubo otro tipo de afectaciones en la fachada, los muros divisorios, los plafones, los cristales así como en el equipo eléctrico y mecánico (tanques, tuberías, elevadores y antenas).

Sin embargo, este documento no da las causas precisas que provocaron el colapso del 911 y los daños del 909 y 911 Bis.

Dictámenes de Coquimbo 909, 911 y 911 -Bis realizados por Protección Civil.
Silvia Rico, damnificada de Coquimbo 911 Bis.
Fotografía: Lucía Vergara

Habitantes de Coquimbo 909 y 911 Bis tuvieron que abandonar sus hogares, ya que sus edificios sufrieron daños graves como consecuencia del colapso de su vecino.

El departamento de Silvia, su madre y su tía fue uno de los que resultaron dañados por el desplome del inmueble de Coquimbo 911. Ellas tuvieron que mudarse con algunos familiares que las han acogido mientras se repara y refuerza la estructura de su edificio, el 911 Bis.

Silvia cuenta que fueron la segunda familia en habitar el inmueble del 911 Bis que adquirieron gracias a sus ahorros y a una herencia familiar. Ahora, en contra de su voluntad, pidió un préstamo bancario, para solventar los estudios y el reforzamiento de su departamento, el cual piensa poner en venta lo más pronto posible.

Reforzamiento del estacionamiento de Coquimbo 911 Bis.
Fotografía: Lucía Vergara

De acuerdo con Silvia, a quien sus vecinos de Coquimbo le delegaron la labor de vocera, la mayor parte de los habitantes de estos edificios eran personas de la tercera edad que tenían pensado heredar sus departamentos. Paradójicamente, ahora quienes cargan con estos problemas que involucran tiempo y, sobre todo, dinero, han sido los hijos y los nietos, es decir, los futuros herederos.

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Desgraciadamente nunca se nos ocurrió ni preguntar si había alguna falla en el suelo o si había una cuestión tectónica que tuviéramos que considerar. Jamás en la vida”.

Silvia Rico, vocera de los vecinos de Coquimbo.

Fallecidos en Coquimbo 911

Georgina García del Río
Jesús Hernández San Miguel
Eleuteria Lorenzo Escamilla
Remedios Lorenzo Chavero
María Josefina Otegui

Laurencio Muñoz Ramírez
María de los Ángeles Barragán
Rafael Camargo
Marisol Souza Reyes

Coquimbo 911. Imágenes de Google Street View y Cuartoscuro

El edificio
que los panistas
capitalinos nunca
atendieron

Texto: Thelma Gómez Durán

Video: Lucía Vergara

Compartir:

En 2014 los habitantes de Enrique Rébsamen 241 sospecharon que algo andaba mal con su edificio. En su revisión, la delegación Benito Juárez concluyó que el inmueble no tenía daños estructurales. En ese entonces, el titular de Protección Civil en la demarcación era Ángel Luna Pacheco, licenciado en derecho y sin ninguna experiencia previa en el área que dirigía. Hoy es delegado suplente. En septiembre de 2017, el edificio colapsó y Laura Ramos murió ahí.

Calle y número:

Enrique Rébsamen 241

Colonia:

Narvarte Poniente

Delegación:

Benito Juárez

Año de construcción:

1973

Persona fallecida:

Laura Ramos

1

Si se pasaba por la calle de Enrique Rébsamen, rumbo al Viaducto, se le encontraba del lado izquierdo. Su color lo distinguía. Era difícil no mirar el verde limón que daba luz a su planta baja y a las columnas que flanqueaban las ventanas de sus cuatro pisos. En otro tiempo, el tono naranja fue su divisa. Ese edificio de la colonia Narvarte dio señales de su existencia y también de su ocaso.

Lo hizo desde 2014, cuando los sismos de ese año dejaron marcas en su estructura. Soportó varios temblores más, pero el de septiembre de 2017, lo tumbó. Laura Ramos, de 52 años, no alcanzó a salir. Falleció en el área de las escaleras. Su cuerpo lo encontraron cinco días después.

La zona de Narvarte, en la delegación Benito Juárez, fue una de las que más resintió el sismo de magnitud 7.1 del 19 de septiembre. Por ejemplo, a unos pasos de Enrique Rébsamen 241, otro inmueble (el número 249) quedó inhabitable y en las manzanas de alrededor por lo menos otros 20 resultaron con algún daño.

El edificio verde de Enrique Rébsamen 241 fue de los que más llamó la atención en esos días de septiembre de 2017. No sólo porque en su colapso la planta baja desapareció, el primer piso quedó a nivel de banqueta y el resto de la construcción parecía estar sostenida con alfileres. Lo fue, además, porque en las redes sociales se compartieron fotografías y videos sobre la lenta respuesta que existió de parte de las autoridades para buscar y rescatar a Laura Ramos; también se difundieron documentos sobre lo que protección civil hizo o dejó de hacer.

2
Planos de la zona de la azotea del edificio que se construyó en 1972. Sus 16 departamentos se distribuyeron en dos torres. La planta baja funcionaba como estacionamiento.

Las primeras señales

En la colonia Narvarte aún es posible encontrar algunas de las casas que fueron poblando la zona durante las primeras décadas del siglo XX. En el terreno de Enrique Rébsamen 241 existió una de ellas que, incluso, en los años cuarenta funcionó como sede de una radiodifusora, de acuerdo con documentos obtenidos a través de solicitudes de información realizadas a la delegación Benito Juárez.

Esa casa se derrumbó a finales de 1972. En su lugar se construyó un condominio de 16 departamentos distribuidos en dos torres unidas por el área de las escaleras. Su cimentación, según los documentos, se resolvió con 32 pilotes colocados a una profundidad de 24 metros.

Si se comparan fotografías del edificio y los planos originales, obtenidos por solicitudes de información, es posible afirmar que durante los 44 años que estuvo en pie no se le añadieron pisos ni tampoco se le hicieron modificaciones mayores.

Antes del sismo del 19 de septiembre de 2017, el edificio ya presentaba algunos signos de que su estructura tenía fallas. Imagen de la izquierda tomada de Google Street View
Fotografía de la derecha: Cuartoscuro

No hay evidencias documentales ni testimoniales que muestren que el edificio sufrió algún daño durante los terremotos de 1979 y de 1985. Lo que sí hay son testimonios de quienes vivieron ahí en años recientes y notaron que algo sucedía con el inmueble.

—El edificio presentaba cierto movimiento cuando transitaban vehículos pesados sobre la calle de Enrique Rébsamen, pero nos llegamos a acostumbrar a ese movimiento. Además, estaba un poco inclinado hacia la parte final del estacionamiento, en donde había dos pequeñas bardas que estaban tronadas. Por esa zona nadie pasaba —cuenta Rosario Acosta.

Ella y sus hijas llegaron al condominio en agosto de 2013. Durante cuatro años rentaron el departamento 203. El edificio les gustaba porque no era muy alto, tenía su estacionamiento en la planta baja y su ubicación era ideal: a menos de cinco cuadras de Viaducto Miguel Alemán y Avenida Cuauhtémoc.

Rosario Acosta fue administradora del edificio entre 2014 y 2015. En ese tiempo conoció un poco más sobre el inmueble y sus habitantes. Muy pocos eran dueños de los departamentos y todavía eran menos aquellos que compraron su vivienda cuando el condominio se inauguró a principios de los setenta. En ese edificio era común mirar los letreros de “Se Vende” o “Se Renta”.

Los documentos que, en 1972, se ingresaron a la delegación incluyen dibujos de los pilotes que tenía el edificio.

El papel que se difundió tres años después

En 2014 tres sismos de fuerte intensidad sacudieron a la Ciudad de México. El primero, de magnitud 7.2, se registró el 18 de abril. Semanas después, el 8 y 10 de mayo, se sintieron dos más: uno de 6.5 y otro de 6.1.

—Recuerdo que esos sismos los sentí muy fuertes. Me asusté y no me quedé tranquila. Decidí buscar a Protección Civil, porque yo veía grietas en algunos castillos y en la zona del estacionamiento.

Rosario Acosta envió mensajes de twitter al entonces delegado de Benito Juárez, el panista Jorge Romero.

Como no tuvo respuesta llamó a los teléfonos de la oficina de Protección Civil de Benito Juárez. Ahí tomaron su reporte. El 29 de mayo de 2014, trabajadores de la delegación llegaron al edificio.

—Cuando fueron yo no estaba. Los recibió la portera. Estuvieron ahí menos de diez minutos. Hicieron una inspección rápida, dijeron que las grietas eran superficiales, que se tenía que cambiar una de las bardas y fue todo. No dejaron sus nombres. No dejaron documentos —asegura Rosario Acosta.

Entre el 10 de mayo de 2014 y el 19 de septiembre de 2017, la Ciudad de México recibió las ondas sísmicas de 17 temblores mayores a una magnitud de 5.9, de acuerdo con datos del Servicio Sismológico Nacional. Durante ese tiempo, el edificio se remozó, se pintaron sus muros y se rellenó con cemento la separación que comenzó a formarse entre la construcción y los cinco escalones que se tenían que subir para llegar a la puerta principal. Las grietas en las paredes del estacionamiento comenzaron a ser cada vez más comunes.

—Se arreglaban y se arreglaban para que no se viera feo, para rentar o vender los departamentos... Durante el tiempo que viví ahí, se vendieron varios —recuerda Rosa Acosta. Ella dejó el edificio el primero de septiembre de 2017.

Días después, cuando se enteró del colapso del inmueble de Enrique Rébsamen 241, recordó las grietas que había reportado a protección civil tres años atrás. Los mensajes que en 2014 envió a Jorge Romero fueron rescatados por los twitteros, quienes los usaban para reclamar y evidenciar la inacción de las autoridades de la delegación Benito Juárez.

El 25 de septiembre de 2017, el entonces delegado Christian von Roehrich también recurrió a Twitter para difundir un formato, que se llenó a mano, de una “Revisión de Estado de Inmueble-Evento Post Sísmico”, con fecha del 29 de mayo del 2014

Documento que difundió en su Twitter el panista Christian von Roehrich días después del sismo.

Jorge Romero, quien había sido delegado en Benito Juárez entre 2012 y 2015 y entonces era diputado local por el PAN, también difundió el mensaje de Christian von Roehrich, su compañero de partido y sucesor en la delegación.

Rosario Acosta y los habitantes de Enrique Rébsamen 241 no habían visto antes ese dictamen que, incluso, tenía la firma de recibido de la portera Rosa Díaz.

El garabato que ahí aparece no corresponde a la firma de la portera.

—Así no firma ella. Además, la delegación nunca nos entregó ese documento— reclama Rosario Acosta.

Dirigir Protección Civil sin tener experiencia

La hoja que el entonces delegado en Benito Juárez difundió en Twitter describía que al exterior del edificio se encontró “separación de juntas en escaleras de acceso peatonal y rampa de acceso vehicular, específicamente se manifiesta en todo el parámetro del predio (donde comienza vía pública)”.

En el acceso peatonal se describe que había una “fisura en jardinera, desprendimiento de aplanado en muro”. En el cubo de escaleras y planta baja, “separación de juntas de rampa de escalera y losa”. También se describió un “agrietamiento de muro de colindancia sur, separación, grieta 5 cm, requiere sustitución (asentamiento). Separación de guarnición de desnivel entre la zona jardinada y estacionamiento”.

Sin embargo, en el espacio de recomendaciones y conclusiones se escribió que “no hay afectaciones en la estructura del conjunto”. Lo contrario a lo que Christian von Roehrich afirmaba en Twitter.

La persona que “valoró” el inmueble fue Dulce Valera, de acuerdo con lo escrito en la hoja de revisión. Este nombre no se encuentra en la relación de personas que en 2014 laboraban en la Dirección General de Prevención del Delito y Protección Civil y que la misma delegación subió a su página web.

En 2014 el delegado en Benito Juárez era Jorge Romero. Como Director General de Prevención del Delito y Protección Civil estaba Ángel Luna Pacheco, abogado egresado de la Universidad La Salle y con maestría en filosofía social.

Antes de estar a cargo de prevención del delito y protección civil de la delegación Benito Juárez, Luna Pacheco fue “enlace”, subdirector de supervisión operativa y jefe de la Unidad Departamental de Coordinación Institucional en la Secretaría de Seguridad Pública, de acuerdo con el breve currículum difundido en la página de internet de la delegación.

Luna Pacheco nombró como Subdirectora de Protección Civil a Gisela Estrada Carrizosa, licenciada en derecho por la Universidad del Valle de México y quien también trabajó en la Secretaría de Seguridad Pública.

De acuerdo con sus currículums, Luna Pacheco no había tenido alguna experiencia o formación en protección civil antes de ser funcionario en la delegación Benito Juárez. Mientras que, entre noviembre del 2000 y octubre de 2002, cuando aún era estudiante Estrada Carrizosa trabajó por honorarios en la Dirección General de Protección Civil del GDF; sus siguientes empleos nada tuvieron que ver con esa área.

Los nombramientos de Luna Pacheco y Estrada Carrizosa se realizaron sin respetar la Ley del Sistema de Protección Civil del Distrito Federal, norma que establece que “al frente de cada unidad de protección civil estará un director que en todos los casos deberá contar una experiencia comprobable de tres años en materia de protección civil u obtener la acreditación correspondiente por el Centro de Evaluación, Formación y Capacitación de Protección Civil o por la Escuela Nacional de Protección Civil”.

En sus currículums, Luna Pacheco ni Estrada Carrizosa informan que cuenten con esa acreditación.

Cuando Jorge Romero dejó el cargo como delegado, para ser asambleísta, y al frente de la delegación Benito Juárez quedó Christian von Roehrich, tanto Luna Pacheco y Estrada Carrizosa continuaron como director y subdirectora de protección civil, respectivamente. Christian von Roehrich dejó la delegación, se postuló como candidato y fue electo como diputado local. Jorge Romero es hoy diputado federal.

En febrero de 2018, Ángel Luna Pacheco fue designado como delegado suplente en Benito Juárez. Gisela Estrada Carrizosa seguía como subdirectora de protección civil. Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) solicitó entrevistas con Christian von Roehrich y Ángel Luna. Hasta la publicación de este reportaje no se tuvo respuesta.

Laura Ramos, quien falleció por el colapso del edificio, vivía en el cuarto piso. Su hija Renata difundió mensajes en las redes sociales para que se agilizara su búsqueda. Fotografía Cuartoscuro

Grietas que se ignoran

El 7 de septiembre de 2017, cuando se registró el sismo de magnitud 8.2, el edificio de Enrique Rébsamen 241 se sacudió de tal forma que algunos inquilinos decidieron mudarse. Otros pidieron que se llamara a Protección Civil de la delegación Benito Juárez. En los siguientes días ninguna autoridad se presentó al inmueble para realizar alguna revisión postsísmica.

Ese sismo causó grietas en algunos departamentos, entre ellos el 204, donde Jessica Mazón y su amiga vivían desde 2014.

—Reportamos las grietas con el dueño del departamento y la administración. Nos dijeron que eran superficiales y que se repararían.

Las antiguas fisuras que estaban en la planta baja del edificio se hicieron más grandes. Esos daños se registraron en fotografías y videos, pero esas imágenes no se difundieron entre los habitantes del inmueble. Jessica Mazón, por ejemplo, las miró hasta después del sismo del 19 de septiembre, cuando el edificio colapsó.

—En el chat de los vecinos comenzaron a difundir esas fotografías y videos. Había grietas muy grandes en los muros que estaban al fondo del estacionamiento, en la parte de la azotea donde estaban los cuartos donde vivía la portera y quien se encargaba de la limpieza del edificio. Eran áreas que no frecuentaba mucho la mayoría de los que ahí vivíamos. Cuando vimos eso, preguntamos por qué nadie nos había avisado. Nos enteramos que el edificio estaba dañado cuando colapsó.

El martes 19 de septiembre Jessica Mazón no estaba en su departamento. Por la fotografía que subió un vecino a las redes sociales se enteró que el edificio había colapsado. Cuando llegó al lugar miró, desde la calle, que algunos cuadros de su recamara y de la sala seguían en la pared. Horas después se enteró de que toda la parte de atrás de esa torre estaba destruida.

Durante el sismo del 7 de septiembre de 2017, el edificio de Enrique Rébsamen 241 sufrió daños, sobre todo, en la zona del estacionamiento y en la entrada.
Cortesía: Jessica Mazón

Ese día Rosario Acosta fue al edificio de Enrique Rébasamen 241 para auxiliar a quienes habían sido sus vecinos. Algunos de ellos lograron salir por la parte trasera del edificio. Otros, como la enfermera jubilada y la estudiante que estaba a unos días de titularse, quedaron atrapados en sus departamentos, porque cuando abrieron la puerta se encontraron con la escalera colapsada. Ellas salieron horas después, gracias a que algún vecino de la zona llevó una escalera.

Laura Ramos vivía en uno de los departamentos del cuarto piso. Sus vecinos aseguran que cada que temblaba, ella prefería ir a la azotea, porque le implicaba mucho tiempo bajar las escaleras y llegar a la calle.

A Laura nadie la encontraba. Su hija, Renata Ramos, difundió su fotografía en las redes sociales para tener noticias de ella. Dos días después del sismo, Renata grabó un video que se hizo viral; en él denunció que protección civil no permitía entrar a ningún rescatista, que ninguna autoridad realizaba acciones para buscar a su mamá.

Cinco días después, el cuerpo de Laura se encontró en el área donde colapsaron las escaleras.

Jessica Mazón, como la mayoría de sus vecinos, no recuperó casi nada de su departamento. Les dijeron que no podían entrar por su ropa y otras pertenencias, porque era peligroso. Pero días después, miró en la nube fotografías tomadas con sus dispositivos.

—Ese día no solamente perdí mis cosas, perdí mi hogar. No era dueña del departamento, yo rentaba, pero era mi hogar, el lugar que habitaba —comenta Jessica— Para quienes rentábamos no hubo ninguna atención, ninguna consideración. Si no eras dueño del departamento, no tenías derecho a opinar... Cuando los que rentábamos empezamos a reclamar de por qué nadie nos avisó que el edificio tenía daños por los sismos anteriores, nos sacaron del chat de vecinos.

Jessica renta un departamento cerca de donde antes vivía. Invirtió muchas semanas buscando un edificio que no se mirara inclinado y que no estuviera “reparado sólo por encima”.

Rosario Acosta ahora renta un departamento muy cerca del metro Lázaro Cárdenas. Tiene planes de dejarlo en unos meses, porque ha notado que el edificio no tiene el mantenimiento adecuado y ahí no se siente segura.

Ha pasado casi un año del sismo y Rosario recuerda que frente al edificio de Enrique Rébsamen era común que se formara un socavón. Los trabajadores de la delegación iban y lo tapaban. Poco tiempo después, se volvía a formar y se repetía la historia. Ella menciona lo que sucedía con el socavón para soltar la frase que le dejó el sismo del 19 de septiembre:

—Vivimos —dice Rosario— en una ciudad donde todo es pura simulación.

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Hasta el 19 de septiembre nos enteramos que cada que había un sismo fuerte, algo pasaba en este edificio”.

Jessica Mazón, rentaba el departamento 204.

Departamentos
nuevos e
inhabitables

Texto: Raúl Olmos

Compartir:

Cuando se levantó esta torre de 21 departamentos sobre Eje Central 418, hubo errores e inconsistencias en la obra. Eso se conoció gracias al sismo que en septiembre de 2017 develó que ese edificio de la colonia Portales tenía fallas; quedó inhabitable antes de que todas sus viviendas fueran ocupadas.

Calle y número:

Eje Central Lázaro Cárdenas 418

Colonia:

Portales

Delegación:

Benito Juárez

Año de construcción:

2017

1

Los constructores del edificio Elite Apartments dieron información falsa a las autoridades para obtener permisos y ejecutar la obra. La torre de ocho pisos, ubicada en Eje Central 418, en la colonia Portales, fue concluida el 14 de julio de 2017 y a los dos meses colapsó parcialmente y sufrió daños en su estructura durante el sismo del 19 de septiembre.

En el momento del desastre estaban ocupados sólo nueve de los 21 departamentos, los cuales tuvieron que ser desalojados de inmediato debido al desplome de los muros interiores.

La constructora utilizó datos falsos.
Fotografía: Raúl Olmos

Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) consultó el expediente con base en el cual la delegación Benito Juárez autorizó la construcción del inmueble y detectó inconsistencias en los datos, así como en los cálculos y medidas.

Un peritaje de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México confirmó que la construcción se había realizado sin apego a la normatividad vigente ni a la licencia de obra, además de haberse detectado diferencias en el proyecto estructural, la memoria de cálculo y los planos.

La Procuraduría determinó que el inmueble sufrió daño “en 90 por ciento de su estructura”. Mientras que el diagnóstico realizado el día del sismo por el Instituto para la Seguridad de las Construcciones concluyó que el edificio era inseguro y de riesgo alto, por lo que se requería apuntalarlo.

Sin embargo, los constructores presentaron dos dictámenes en los que aseguran que el edificio es estructuralmente confiable para volverlo a ocupar, y de hecho ya volvieron a levantar los muros interiores que se habían desplomado.

Uno de esos diagnósticos favorables a la empresa fue emitido días después del sismo por el Director Responsable de Obra (DRO) Mauricio Arturo Aguilera, quien es acusado por la Procuraduría de haber solapado la construcción irregular.

Información falsa en estudio de suelo

Mecánica de suelos del inmueble con datos erróneos.

El estudio de mecánica de suelos y la memoria arquitectónica entregadas a la delegación Benito Juárez son dos de los archivos que contienen información falsa o distorsionada, de acuerdo con una verificación realizada por MCCI.

En ambos casos se trata de datos que pudieron haber afectado la seguridad del edificio. En las páginas 187 y 188 correspondientes al estudio de mecánica de suelos, mencionan que la colindancia norte del terreno donde se construyó Elite Apartments era una casa de tres pisos, cuando en realidad junto al predio hay desde hace más de 10 años un edificio de departamentos de ocho niveles.

El mismo estudio menciona que al sur, el terreno colindaba con una casa de dos pisos, cuando lo que hay es una finca de un nivel parcialmente techada con lámina.

En un croquis y una tabla incluida en el expediente se detallan las falsas características de los inmuebles colindantes, e incluso se aportan datos de sus supuestas cimentaciones.

“Dadas las características de las estructuras que predominan en el sitio, se sabe que de forma típica los inmuebles de hasta dos niveles se encuentran cimentadas por medio de zapatas corridas de mampostería, que están desplantadas a no más de 1.5 metros de profundidad”, menciona el documento.

El estudio de mecánica de suelos es básico para garantizar que un edificio no se colapse o sufra daños en caso de un sismo, por ello la importancia de información fidedigna. Con ese análisis se determina la resistencia del terreno sobre el que se hará una construcción y es la base para determinar el tipo de cimentación.

De hecho, las normas técnicas complementarias para diseño y construcción de cimentaciones, vigentes desde octubre de 2004 en la Ciudad de México, establecen que, para garantizar la seguridad del inmueble a construir, el estudio de suelos debe incluir una investigación de las colindancias.

Así lucía Eje Central 418 en octubre de 2008. Imagen: Google Street View
Vista final de la construcción. Imagen: Google Street View

Dicha investigación abarca el tipo y las condiciones de cimentación de las obras cercanas en materia de estabilidad, hundimientos, emersiones, agrietamientos del suelo y desplomes, para con esa información diseñar la cimentación del nuevo edificio.

“Es necesario investigar el tipo de cimentación de las estructuras adyacentes a la excavación, realizando un proyecto de protección a colindancias que contemple la recimentación o reforzamiento de los cimientos existentes, además de un proceso de excavación que no los ponga en riesgo. Lo anterior deberá estar incluido dentro del estudio de mecánica de suelos del predio”, advierte un estudio sobre el tema realizado por el Instituto para la Seguridad de las Construcciones.

No obstante, en el estudio de mecánica de suelos incluido en el expediente del edificio de Eje Central 418 no hay ningún análisis a profundidad de las colindancias.

Se usó información distorsionada sobre la zona sísmica.

Alteración en separación
de edificios

En la memoria arquitectónica descriptiva se encontró más información falsa que también pudiera afectar la seguridad del edificio y de los inmuebles colindantes.

En la página cinco de la memoria se reportó que el edificio estaba en la zona sísmica II, cuando en realidad se ubica en la zona IIIA, que es de alta sismicidad, de acuerdo con el Atlas de Riesgos de la Ciudad de México. Esta información distorsionada fue para determinar el espacio de separación con los inmuebles vecinos.

El Reglamento de Construcciones para el DF y las Normas Técnicas complementarias para diseño por sismo establecen que toda edificación deberá separarse de sus linderos con los predios vecinos a una distancia no menor de 50 milímetros (cinco centímetros), y el espacio aumentará de acuerdo con la altura del edificio y la zona de sismicidad en que se encuentre.

La normatividad indica tres parámetros o coeficientes sísmicos; el menor es para la zona I, que tiene terrenos más estables, mientras que el mayor es para la zona III, en donde antiguamente se encontraban lagos y que actualmente tienen en el subsuelo depósitos lacustres y superficie más blanda que favorecen la amplificación de las ondas sísmicas.

En la zona III la separación entre edificios debe ser mayor que en las zonas I y II, porque hay más riesgo de que choquen entre sí en caso de sismo. Por ello, es grave que se hayan modificado los parámetros para el inmueble.

La memoria arquitectónica entregada por Elite Apartments a las autoridades asegura que se cumplió con el reglamento y la normatividad para la separación de edificaciones, aunque al revisar la fórmula utilizada se aprecia que se utilizaron parámetros distorsionados.

En la fórmula se utilizó el coeficiente sísmico de la zona II, que es de 0.009, y no el de la zona III, que es de 0.012. Esta medida se debe multiplicar por la altura del edificio, desde nivel de terreno. En el caso del inmueble de Eje Central 418 es de 22.15 metros. El resultado de esa fórmula para la zona III fue de 0.2658, que equivale a 26 centímetros de separación entre edificios, mientras que al usar el coeficiente de la zona II el resultado fue de 20.

La carpeta de investigación

Por las irregularidades detectadas, la Procuraduría inició una carpeta de investigación por los delitos de fraude y responsabilidad del Director Responsable de Obra (DRO), Mauricio Ortega Aguilera.

Además, un oficio fechado el 7 de marzo de 2018, firmado por la agente del Ministerio Público Eunice Pérez Mercado, refiere que se había iniciado una carpeta de investigación también por homicidio, aunque hasta ahora se desconoce si hubo víctimas en ese edificio.

El Código Penal para la Ciudad de México establece, en su artículo 329 Bis, que se le impondrá de cuatro a seis años de prisión al Director Responsable de Obra que autorice o permita el desarrollo de una construcción sin apego a la licencia, autorización, permiso, registro o la normativa vigente relativa al desarrollo urbano, construcciones, inmuebles y ordenamiento territorial.

La misma sanción se le impondrá al dueño del inmueble, su representante legal o el constructor, que teniendo conocimiento permita la edificación sin apego a la normatividad.

En el caso del edificio Elite Apartments, elementos de la Procuraduría detuvieron en noviembre de 2017 al Director Responsable de Obra (DRO), Mauricio Arturo Aguilera, y al Corresponsable en Seguridad Estructural, Manuel Morán Garza, al encontrar elementos de posible delito.

“El dictamen pericial en arquitectura establece que el proyecto estructural y memoria de cálculo no corresponden al tipo de estructura construida, la especificación en planos no corresponde a la realidad. Además de que hay diferencias entre la obra ejecutada y los planos realizados”, detalló la Procuraduría en un informe del 9 de noviembre de 2017.

Con estos elementos se logró establecer la responsabilidad penal del DRO y del Corresponsable en Seguridad Estructural por haber autorizado la obra sin apego a la licencia de construcción y a las normas vigentes.

Ambos firmaron cartas responsivas, el 4 de junio de 2015, en las que se comprometieron a respetar y cumplir los lineamientos, además de hacerse responsables de la seguridad estructural del inmueble, de que se siguiera el correcto proceso de edificación y de que el proyecto de obra cumpliera con todos los requisitos previstos en la normatividad.

La constructora logró acuerdos reparatorios con los vecinos.

El 14 de julio de 2017, el DRO y su corresponsable informaron la terminación de la obra. Pero a los dos meses con cinco días, el edificio que habían supervisado sufrió desplome parcial y a partir de ello se fincaron responsabilidades penales en su contra.

Sin embargo, la unidad de mediación de la Procuraduría en la delegación Benito Juárez celebró acuerdos reparatorios el 22 de febrero y el 2 de marzo de 2018 con los vecinos afectados para desistir de la acción penal, según consta en el expediente 0116-UM-BJ-1/2018-PGJDF.

Informes contradictorios

En contradicción con el peritaje de la Procuraduría, los inversionistas de Elite Apartments han presentado dos dictámenes en los que se asegura que el edificio es estructuralmente confiable.

El DRO del edificio –el mismo que está acusado por la Procuraduría— fue quien realizó uno de los dictámenes en los días inmediatos al sismo.

“No existen deformaciones verticales y/o laterales, ni fisuramientos en elementos estructurales como son losas, trabes principales/secundarias y columnas”, aseguró en su informe el ingeniero Mauricio Arturo Aguilera.

Dos semanas después del sismo, un DRO consideró que el inmueble sí es “estructuralmente confiable”.
Fotografía: Raúl Olmos

En donde sí reportó daños “de leve a mayor” fue en los muros divisorios realizados con tablaroca, durok y tabique y block, por lo que recomendó removerlos de inmediato.

“Se reitera que la estructura principal a base de marcos reticulares de concreto reforzado en ambas direcciones perpendiculares de columnas, trabes y losas de concreto armado no sufrió ningún daño”, añadió en su reporte.

Con base en este dictamen, el apoderado legal de la constructora, Abraham Darwish, solicitó al director de Obras y Desarrollo Urbano de la delegación Benito Juárez, René Aridjis Vázquez, autorización para iniciar obras de reparación del edificio, por el riesgo de un desprendimiento en fachadas principales y posteriores.

A los siete días del sismo, el funcionario avaló que se continuara con la reparación del edificio. “Esta autoridad considera pertinente que el proyecto continúe con su proceso constructivo, en virtud de lo declarado y de conformidad con lo señalado por el DRO y el Corresponsable en Seguridad Estructural”, autorizó el 26 de septiembre de 2017.

En ese momento, sin embargo, la Procuraduría apenas estaba en curso de investigar las causas del desplome. Fue hasta medio año después, el 7 de marzo de 2018, cuando la agente del Ministerio Público Eunice Pérez hizo entrega del inmueble, una vez que había concluido las diligencias en el mismo para integrar la carpeta de investigación. Y sólo hasta entonces autorizó iniciar las medidas de mitigación de riesgos del edificio.

Otro dictamen que descartaba daño estructural del edificio fue presentado por los constructores el 1 de octubre de 2017, a las dos semanas del sismo.

“Después de la inspección ocular a todo el inmueble, sí cumple con las condiciones de seguridad estructural para lo que fue diseñado como edificio de departamentos”, aseguró el arquitecto Rubén Prado Camacho, con número de DRO 1860. “El inmueble sí es estructuralmente confiable”, añadió.

Al igual que su colega que hizo el anterior estudio, lo que observó en la visita de inspección es que todos los muros estaban en mal estado.

Planta baja débil

Un diagnóstico del Instituto para la Seguridad de las Construcciones, elaborado el 19 de diciembre de 2017, identificó que el edificio presenta planta baja débil debido a la existencia de accesos al estacionamiento en la fachada principal.

La institución recomendó que un especialista debe evaluar el inmueble, en sus desplazamientos laterales generados por un sismo y verificar que estos se encuentren dentro de los límites establecidos en el Reglamento de Construcciones.

En distintos estudios, la Coordinación Nacional de Protección Civil ha advertido de los riesgos de construir edificios con planta baja débil, e incluso ha demostrado gráficamente que son uno de los factores de derrumbes en sismos en todo el mundo.

En un documento difundido en septiembre de 2012, para recordar los 27 años del sismo de 1985, la dependencia federal advirtió: “En edificios construidos en zonas sísmicas se debe evitar la ausencia de muros en planta baja y la sustitución de éstos por columnas delgadas (…) En estos casos se genera una “planta baja débil o flexible” que concentrará elevados esfuerzos en la planta baja, pudiendo comprometer la estabilidad general del inmueble”.

Sin embargo, pese a los riesgos no hay un reglamento o ley que prohíba totalmente este tipo de construcción. Hasta el pasado 15 de diciembre de 2017, en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México se publicó una nueva normatividad en la que se endurecen los criterios de construcción, para evitar la llamada “planta baja débil”.

El edificio
que aprobó
el hoy asesor
de Seduvi

Texto: Valeria Durán

Video: Gloria Hernández

Compartir:

Fue después del sismo del 19 de septiembre de 2017, cuando los dueños de los departamentos de Eje Central 526 se enteraron de la fragilidad de su edificio con menos de diez años de haber sido estrenado. En su construcción no se utilizó todo el acero necesario, el proyecto estructural tenía fallas y lo que se edificó no correspondía a lo que señalaban los planos. Aun así, el Director Responsable de Obra, Fernando Méndez Bernal, aprobó el inmueble. Ahora, él es asesor del titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda.

Calle y número:

Eje Central Lázaro Cárdenas 526

Colonia:

Portales

Delegación:

Benito Juárez

Año de construcción:

2006 a 2008

1

En 2009, Rubén Pablos Soto y su familia se mudaron a su nuevo departamento en Eje Central 526 sin saber que habían invertido en un edificio mal construido. Lo mismo les sucedió a otras cuatro familias que llegaron a la par. Se enteraron de ello después del terremoto del 19 de septiembre de 2017, cuando todos los muros de sus viviendas se llenaron de grietas y varias columnas se debilitaron.

Rubén Pablos —un jubilado de 72 años— consiguió un préstamo bancario por 1.6 millones de pesos para pagar el departamento que la empresa Vívelo publicitó con anuncios en la calle. La apuesta no parecía mala: un edificio nuevo, con tan sólo cinco departamentos de 106.47 metros cuadrados cada uno y planta baja como estacionamiento.

El día del sismo, Rubén Pablos Soto, su esposa, su hijo y la novia de éste estaban en casa cuando inició el terremoto. Las paredes empezaron a cuartearse, todo se destrozaba y el edificio crujía. Mientras huían, las escaleras se partían a su paso.

—Nos cruzamos la calle y, desde ahí, vimos como el edificio se sacudía. Se escuchaba el ruido de las cosas que se caían —recordó Rubén Pablos en mayo de 2018.

2
Los daños en la fachada del edificio fueron cubiertos con costales.
Fotografía: Gloria Hernández
Interior de uno de los departamentos antes de que se dañaran por el sismo.
Cortesía: Rubén Pablos Soto

El edificio de Eje Central 526, en la colonia Portales, quedó con daños severos en columnas del primer y segundo piso, con fisuras en el resto de las columnas, con la “total destrucción” de los muros y con afectaciones en elementos no estructurales, de acuerdo con evaluaciones postsísmicas realizadas por los ingenieros Humberto González Ortiz y Alfredo Mendizabal, el 17 de octubre y el 2 de noviembre, respectivamente.

Con errores desde su concepción

Acta constitutiva de la empresa Vívelo en Eje Central 526.

Para construir y vender los departamentos se conformó una empresa sólo para ello.

El 17 de febrero de 2006 se creó Vívelo en Eje Central 526, S.A. de C.V., los accionistas que se registraron fueron José Alfonso Cervantes Riba, Alejandro Peñaloza Garza y el Grupo Inmobiliario Vívelo, con la mayor parte de las acciones.

Esta empresa, Grupo Inmobiliario Vívelo, tiene como accionistas a Mónica Cortina del Valle, Genaro Kim Villatoro y Santiago Legorreta Cortina. Su administrador único es Alejandro Joaquín Legorreta Chauvet.

Acta donde se registra la venta del terreno de Eje Central 526.

Dos meses después de constituirse, el 26 de abril del 2006, Vívelo en Eje Central 526 S.A. de C.V. concretó la compra del terreno en la colonia Portales por 1 millón 230 mil pesos.

Cinco meses después, la constructora consiguió un préstamo por 4 millones 442 mil pesos a través de Hipotecaria Su Casita, como se señala en documentos del Registro Público de la Propiedad de la CDMX.

Manifestación de Construcción donde aparece Fernando Méndez Bernal como DRO.
Identificación de Fernando Méndez Bernal como DRO.

Casi al mismo tiempo comenzaron las obras en el terreno, de acuerdo con la Manifestación de Construcción que se registró en la delegación Benito Juárez el 4 de septiembre de 2006, y en donde el ingeniero Fernando Méndez Bernal aparece como el Director Responsable de Obra (DRO).

Después del terremoto de 1985 se creó la figura de los DRO, para que fueran auxiliares de la administración pública y se encargaran de vigilar que las construcciones cumplieran con el Reglamento de Construcciones de la Ciudad de México. Para ser DRO se requiere tener una autorización de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi).

Así que Fernando Méndez Bernal fue el responsable de verificar que la construcción de Eje Central Lázaro Cárdenas 526 cumpliera con todo lo establecido en la ley. Después del sismo del 19 de septiembre, surgieron evidencias de que el edificio tenía varias irregularidades y deficiencias en su construcción.

Rubén Pablos Soto y sus vecinos obtuvieron el documento que GMA Arquitectura e Ingeniería S.A. de C.V. realizó para reforzar la estructura del edificio, un estudio que encargó la empresa Vívelo Arquitectos S.A. de C.V. que, a unos días del sismo, envió al inmueble a tres personas para apuntalar las columnas con más daños.

Observaciones que la empresa GMA Arquitectura e Ingenieria entregó a la constructora Vívelo en Eje Central 526, donde se señalan las irregularidades en la construcción del edificio.

En el documento de GMA Arquitectura e Ingeniería —del cual Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) tiene copia— se señala que en Eje Central Lázaro Cárdenas 526 se construyó algo que no coincide del todo con los planos y con la memoria de cálculo que se entregó a la delegación cuando se registró la obra.

Por ejemplo, en los documentos se señaló que ciertos muros eran de carga, pero “durante la visita al sitio y las pláticas de trabajo que se han tenido se ha manifestado que los muros son de relleno”.

También se menciona que “existe una incongruencia entre las cargas consideradas en el peso de la losa reticular y la que se lee en los planos estructurales”. Además, al hacer un análisis de la memoria de cálculo, concluyen que “no fue bien concebido el proyecto, a lo cual se suma la ejecución de obra donde se modificaron las piezas de muros y los recubrimientos del concreto”. Y se resalta que ninguna columna cumplió con la cantidad de acero requerida.

El muro posterior del edificio tuvo que ser retirado por completo debido a los fuertes daños que registró la estructura tras el sismo del 19S.
Fotografía: Isabel Mateos

El DRO que ahora es asesor en Seduvi

El que no se haya concebido en forma adecuada el proyecto estructural implica, entre otras cosas, que se cometieron errores en el cálculo sobre la resistencia del inmueble ante sismos.

Dos ingenieros estructuralistas consultados por MCCI coincidieron en que el edificio no fue preparado para el peor escenario posible, toda vez que hubo un cálculo erróneo entre algunas variables como las horas de ocupación máxima, el número de personas que habitarían ahí y el menaje de las casas, de acuerdo con los expertos.

El documento de GMA Arquitectura e Ingeniería S.A. de C.V resalta que en la memoria de cálculo se señaló que el destino del edificio sería de oficinas, lo cual modifica aún más los criterios mínimos necesarios que impone la legislación de construcciones de la Ciudad de México.

En suma, el proyecto no debió ser aprobado.

Dictamen realizado por GMA Arquitectura e Ingeniería.

MCCI entrevistó al DRO Fernando Méndez Bernal, quien aseguró que en el edificio de Eje Central Lázaro Cárdenas 526, “el proceso constructivo era el adecuado. Yo no noté ningún problema… Los materiales eran los adecuados para el procedimiento. Al final de cuentas, la labor de un DRO es ir a revisar una vez a la semana o una vez cada dos semanas, no estar todo el tiempo, pero en general la obra parecía limpia, estaba bien”.

—¿Revisó la memoria de cálculo? –se le preguntó

—No está dentro de nuestras funciones el revisar las memorias de cálculo con un programa computacional... Lo que uno revisa son los factores que se utilizaron.

—¿Entonces no hay una revisión al cien por ciento, no se está verificando que esté bien?

—No, porque entonces nosotros estaríamos haciendo el trabajo que hace el calculista.

—¿El DRO no verifica que el proyecto estructural esté bien hecho? —se le insistió.

—No…Verifica los parámetros, que los factores (que se incluyen en la Memoria de Cálculo) cumplan con la normatividad… un DRO verifica que está cumpliendo lo que dice el propio reglamento.

—Pero el edificio no cumplía con el reglamento en varias cosas, de acuerdo con lo que señala el peritaje al cual se tuvo acceso.

—Hay diversos dictámenes. Yo tengo otro dictamen del mismo inmueble y en el que habla de otro tipo de situaciones que pasaron en ese edificio. —señaló Méndez Bernal, sin mostrar ese peritaje del que habló.

—El peritaje que nosotros tenemos señala que en los planos se mencionaba que había muros de carga, pero en el edificio se colocaron “muros de relleno”, ¿cómo explica eso?

—El constructor sí hizo ajustes durante el proceso de construcción… Si a mí me preguntas: “¿fuiste enterado de esto?” No fui enterado en su momento de ese ajuste que se hizo en el proceso de construcción.

—¿No siente ninguna responsabilidad pese a la construcción mal hecha?

—No. Los factores que yo revisé eran los adecuados y esos estaban cumpliendo.

—En el gremio de los DRO se conoce como “firmones” a quienes sólo firman los documentos sin realmente revisar el desarrollo de una construcción, ¿usted fue un “firmón”?

—Si te vas a investigar, yo tengo fama de ser un DRO muy estricto… Si aún siendo estricto llegan a pasar cosas como estas, imagínate. Lo que está pasando es una situación atípica y la estoy tomando así.

Fernando Méndez Bernal aparece en el directorio de Seduvi como el asesor del Secretario.

El artículo 35, del Reglamento de Construcciones del DF de 2004 —el que estaba vigente cuando se construyó el edificio— señala que en caso de que los propietarios de la obra no cumplieran con lo establecido en la ley, el DRO tendría que notificarlo a la delegación. Esto no sucedió.

MCCI solicitó a la delegación Benito Juárez todos los documentos relacionados con la construcción del edificio de Eje Central Lázaro Cárdenas 526; en el expediente que se entregó el único papel que tiene la firma de Fernando Méndez Bernal es la Manifestación de Construcción.

De acuerdo con el mismo Reglamento de Construcciones del DF de 2004, la responsabilidad de los DRO termina a los diez años contados a partir de la fecha en que se expidió la autorización de uso y ocupación. En el expediente que la delegación entregó sobre esta obra no se encontraba el aviso de terminación de obra ni la autorización de uso y ocupación del edificio. Pese a que Fernando Méndez Bernal asegura que sí se tramitaron estos documentos y aunque dice no recordar la fecha exacta en que se ingresaron a la delegación, señala que fue alrededor del 2008.

Fernando Méndez Bernal fue presidente del Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México, entre 2012 y 2014. También ha sido funcionario público. Entre enero de 2015 y principios de 2017 fue el director general de administración urbana en la Seduvi. Cuando ocurrió el sismo, Méndez Bernal ya era asesor de Felipe de Jesús Gutiérrez, titular de Seduvi.

Hoy nace una constructora; mañana, otra

En esta historia hay, por lo menos, tres empresas involucradas que han pertenecido al mismo grupo: Vívelo en Eje Central 526 S.A. de C.V. —la que hizo el edificio dañado—, Grupo Inmobiliario Vívelo y Vívelo Arquitectos.

Cuando se terminó la construcción del edificio y se vendieron los departamentos, la empresa Vívelo en Eje Central 526 SA de CV se liquidó. Eso sucedió el 22 de abril de 2013. La liquidación se realizó por petición de Santiago Gregorio Legorreta Cortina, apoderado legal de la constructora y también del Grupo Inmobiliario Vívelo SA de CV.

Acta en la que se registró la liquidación de la empresa Vívelo en Eje Central 526.

Ambas empresas también comparten al administrador único, Alejandro Joaquín Legorreta Chauvet; y al comisario, Julio César Torres Solís.

El 18 de febrero de 2010, Santiago Gregorio Legorreta Cortina y Genaro Kim Villatoro crearon Vívelo Arquitectos, S.A. de C.V.

Una de las direcciones que registró Vívelo en Eje Central 526 S.A de C.V. fue Avenida Jalisco 180, piso 1, en la colonia Tacubaya; el 16 de agosto de 2018, MCCI acudió a esa lugar, en donde el personal de seguridad informó que, desde hace aproximadamente tres años, los representantes de la empresa dejaron esas oficinas.

El 6 de abril de 2018, personal de este grupo inmobiliario pegó en una pared del edificio un aviso de realización de obra, otorgado por la Delegación Benito Juárez, para reforzar la estructura del inmueble. Los trabajos, según informaron a los vecinos, durarían tres meses. Eso no sucedió, hasta agosto de 2018 los trabajos de reconstrucción continuaban.

Los vecinos afirmaron que la constructora responsable incluso les pidió que comenzaran a gestionar recursos para seguir con los pagos de la obra, ya que a la empresa “se le había acabado el dinero”.

A un año del sismo, Rubén Pablos Soto y sus vecinos siguen sin poder regresar a sus departamentos.

Imagen que muestra los daños al interior de los departamentos.
Fotografía: Valeria Durán

—La constructora se niega a respondernos, es más, no responden ni los mensajes por whats. Hemos agendado dos juntas con ellos; la primera la cancelaron y en la otra no se presentaron —explicó Rubén Pablos.

—¿La constructora ha reconocido que hizo mal el edificio?

— Ellos no van a reconocer que tienen la culpa de lo que aquí sucedió. No en vano es por lo que están aquí trabajando. Es porque saben los errores en los que incurrieron.

Pese a todas las anomalías, hasta ahora los vecinos no quieren denunciar a la constructora. Temen que una denuncia pública pueda ocasionar que se pare de manera definitiva la obra.

Sin embargo, en algunos de ellos hay dudas sobre el proyecto de reconstrucción para el edificio y los materiales que están utilizando.

—Necesitamos que un especialista esté supervisando constantemente la obra. Aunque ya tenemos la experiencia con el DRO original, quien se prestó para que las cosas no se hicieran bien y ahora trabaja en SEDUVI. Entonces, ¿qué confianza podemos tener en otro DRO? —pregunta Rubén Pablos Soto.

La vida después del sismo

A pesar de las afectaciones que tiene el edificio de Eje Central Lázaro Cárdenas 526, fue hasta abril del 2018 cuando se registró en la Plataforma CDMX, donde el gobierno de la Ciudad de México concentra los dictámenes sobre los edificios dañados en el sismo.

—Entrar a la plataforma fue toda una odisea. Solicitamos revisiones de más de un DRO, hasta que nos dijeron quién era el ingeniero indicado del Instituto para la Seguridad de las Construcciones —explicó Rubén Pablos Soto.

Vista aérea del edificio ubicado en Eje Central 526.
Fotografía: Isabel Mateos

Tras el apoyo que obtuvieron para tres meses de renta, los afectados tuvieron que buscar opciones de vivienda, algunos rentando, otros viviendo con familiares o amigos.

Rubén Pablos y su esposa viven con una cuñada. Él diario visita su antiguo hogar. De lunes a sábado, pasa algunas horas en el inmueble.

—Entiendo que no todos los que vivíamos aquí pueden estar diario (en el edificio). Soy jubilado y siento que debo dedicar mi tiempo a supervisar. Vengo para ver si hay correspondencia y principalmente para ver si vienen a trabajar los dos empleados de la constructora. Son sólo dos y decían que iban a acabar en julio, pero con sólo dos personas fue imposible.

Rubén quisiera que ya acabara la pesadilla. Él mismo cataloga lo que ha vivido como la que podría ser la última de sus batallas. Una batalla que no piensa perder y en la que la única opción aceptable es conseguir un patrimonio realmente seguro.

Las columnas del edificio tuvieron que ser reforzadas para evitar que la estructura debilitada colapsara.
Fotografía: Gloria Hernández

Prometer sueños,
vender pesadillas

Texto: Miriam Castillo
Video: Gloria Hernández

Compartir:

El edificio Residencial Grand Insurgentes, levantado en Insurgentes Norte 1260 terminó de construirse hace cuatro años y después del temblor del 19 de septiembre de 2017 necesita una reparación de 45 millones de pesos. La constructora sólo acepta pagar un millón de pesos si se retiran las denuncias en su contra. El condominio tiene cálculos que no corresponden al tipo de suelo, lo que hizo su construcción más barata; su aviso de ocupación aparentemente es falso y no cumplieron con el proyecto. La delegación permitió la edificación y la ocupación sin sanciones y, aunque prometió ir hasta las últimas consecuencias, sólo dará a los vecinos “apoyo moral”.

Calle y número:

Insurgentes Norte 1260
(antes 1160)

Colonia:

Capultitlán

Delegación:

Gustavo A. Madero

Año de construcción:

2014

1

El edificio de Insurgentes Norte 1260 tiene más datos falsos que en regla. Los constructores Insurgentes Norte 1160 S.A. de C.V. presentaron una memoria de cálculo que no correspondía al tipo de suelo, incumplieron con el proyecto de construcción y vendieron los departamentos sin contar con la terminación de obra y el aviso de ocupación; todo sin que la delegación Gustavo A. Madero clausurara definitivamente la obra.

El terremoto del 19 de septiembre de 2017 dañó el edificio en los muros y las escaleras. Como el coeficiente sísmico estaba calculado para un suelo más firme, el inmueble tuvo menos acero y concreto que el necesario para no sufrir daños. La construcción resultó más barata, pero a cuatro años de estrenarse, ya requiere refuerzos estructurales.

Daños en la fachada del edificio que no ha cumplido cinco años.
Fotografía: Gloria Hernández
2

Jazmín podía ver la sala de su departamento desde el patio del edificio. Una grieta atravesaba toda la pared. Se interrumpía sólo por el espacio de la puerta. Tadeo entró por algunos papeles y escuchaba crujir el muro de la cocina. Ejemplos parecidos había en los 165 departamentos del complejo.

A pesar de que los vecinos se quejaron reiteradamente antes del sismo, las revisiones de la delegación sólo derivaron en clausuras temporales. El 20 de septiembre de 2017, cuando el daño fue evidente, la dirección jurídica de la delegación Gustavo A. Madero interpuso una denuncia por uso de documentos falsos y delitos ambientales. El entonces titular Víctor Hugo Lobo prometió que se repararía el edificio “así fuera con dinero de la GAM”.

Los condóminos integraron 126 carpetas de investigación por fraude. Los que no interpusieron una queja se arreglaron con la aseguradora. La constructora se acercó a los residentes y ofreció un millón de pesos en reparaciones a cambio de que retiraran los procesos legales.

Los vecinos se negaron porque la reparación requiere más de 45 millones de pesos. Con ayuda de sus abogados aún intentan llevar a juicio a quienes construyeron y les vendieron un edificio que literalmente se cae a pedazos.

Pasado el periodo electoral, y después de la renuncia de Lobo para ocupar una curul como diputado local, el encargado en la demarcación dijo a los vecinos que sólo podía ofrecerles apoyo moral y abandonó el acompañamiento.

—Ya pasó casi un año y no hemos podido recuperar nuestra vida. Pagamos reparaciones, mantenimiento e hipoteca, pero no tenemos dónde vivir—dijo Jazmín Hurtado, una de las vecinas de Grand Insurgentes.

Calcular en suelos duros, construir en un lago

A las 13:14 del 19 de septiembre en los 13 pisos del inmueble de Insurgentes Norte 1260 los muros crujieron, se agrietaron y comenzaron a caer algunos tabiques y pedazos de decoración.

Un minuto antes de que terminara el sismo, ya había fracturas en los muros de todos los pisos. Desde el departamento 502, a través de la pared color rosa de la sala, se alcanzaba a distinguir todo el tráfico de avenida Poniente 116, calle con la que hace esquina el edificio. El hueco era del ancho de un puño.

Los cálculos sísmicos no coinciden con el tipo de suelo. El edificio es vulnerable.
Cortesía: Tadeo Piña

La construcción, terminada en 2014, está al norte de la ciudad, en la colonia Capultitlán delegación Gustavo A. Madero, a unos dos kilómetros de la Basílica de Guadalupe. “Yo llegué y pensé que el edificio se iba a caer. Vimos las paredes agrietadas, los vecinos que sí habían estado en los departamentos cuando temblaba, no estaban seguros de poder regresar a vivir ahí”, dijo Jazmín Hurtado, mamá de dos niñas que hoy tiene que vivir en casa de familiares de su esposo.

A principios de 2011 en la página web y en folletos que se repartían en la zona, se hacía publicidad al proyecto que prometía en el terreno, a la salida del metro Potrero, un complejo enorme de 165 departamentos con cuatro comercios abajo, salón de fiestas, gimnasio, áreas verdes y vigilancia las 24 horas.

—Vi el volante del departamento, vi el gimnasio y dije: quiero estar ahí. El roof garden se veía como algo a lo que quieres llegar cuando estás en casa. Era más céntrico y ubicado que donde estaba viviendo— platicó Tadeo Piña, propietario de un departamento en el tercer piso y originario de Ecatepec.

El portal de Vertical Homes, extiende garantías de sus complejos habitacionales. Aún anuncia Residencial Grand Insurgentes.

En enero de 2014 la página web de Vertical Homes presumía en su portada los complejos habitacionales en San Antonio Abad, Eje Central, Bucareli e Insurgentes. Actualmente la página oficial dejó de funcionar, pero los datos pueden consultarse en línea todavía a través de otro portal. El anuncio remataba con la leyenda: “buenos cimientos para hogares más fuertes”.

Pero el 20 de marzo de 2018, la Dirección Ejecutiva de Protección Civil y Seguridad Pública de la delegación Gustavo A. Madero le entregó a Jazmín, Tadeo y a sus vecinos un documento que dice que el edificio donde viven no está bien calculado:

En este oficio se pide a los vecinos que refuercen su edificio.

En el oficio DGAM/DEPCSP/0104/2018 se lee: “…la construcción no cumple con los requerimientos de seguridad que especifica el Reglamento de Construcciones para el Distrito Federal, ya que la estructura fue diseñada para soportar una fuerza sísmica menor a la que especificaba por normas vigentes en su momento”.

Además, ese mismo oficio avisa a los vecinos que deberán pagar por trabajos de reforzamiento estructural y no pueden habitarlo en tanto no se repare.

El diagnóstico fue hecho por peritos de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, coincide con otro más hecho por un despacho particular de ingeniería: Proyecto y Diseño Estructural y un análisis de un ingeniero estructurista.

En todas las evaluaciones se determinó que el coeficiente sísmico era menor a la zona en donde se asentó el edificio. La esquina de Insurgentes y Poniente 116 está en una zona de lago, pero las estimaciones de la construcción son para un suelo de transición. Eso quiere decir que se estimó un edificio menos resistente porque consideraba un terreno más sólido del que tenía realmente.

Ingenieros estructuristas consultados por MCCI aseguran que estas variaciones en los proyectos repercuten en el costo de la construcción, porque de ello depende si se requiere más o menos acero, concreto o espacios de refuerzo.

— (Cuando cambia el índice sísmico) se incrementa la cantidad de muros que necesito, (o hacerlos) más anchos, pero no puedo hacerlos más anchos porque el tamaño del tabique es estándar, entonces lleva acero. O hay más costo del concreto. Cuando son columnas, necesito columnas más anchas, eso rompe espacio, o le tengo que poner muros donde no tenía pensado el arquitecto y los tengo que hacer con rigidez—explicó José Antonio López Meza, ingeniero civil con maestría en estructuras.

Medio minuto para dañarse

La construcción arrancó en 2009, en ese entonces el predio en Insurgentes Norte no resaltaba entre la arquitectura de la colonia Calputitlán: era una bodega de materiales a la salida de la estación del metro Potrero.

Para octubre de ese año se fijó una manta que anunciaba la venta del terreno. Nueve meses después, el 23 de julio de 2010 se realizó un contrato de compraventa con reserva de dominio para apartar el terreno.

El 26 de julio 2010 se funda Residencial Insurgentes Norte 1160 S.A. de C.V., una sociedad de Eduardo Neuman Lembert y su padre Marcos Neuman Margules, ambos empresarios, según el folio mercantil 425133.

Para el 12 de noviembre de 2010 esa firma adquirió el predio pero la numeración cambió y quedó como Insurgentes Norte 1260 como la dirección oficial.

Una semana después, el 20 de noviembre, la empresa Tecnología en Control de Suelos entregó un estudio de mecánica de suelos del predio Insurgentes 1260, dirigido al arquitecto Daniel Dickter, accionista de Vertical Homes.

El 24 de febrero de 2011 se expidió el Certificado Único de Zonificación de Uso de Suelo 7698-181NEED11. Dicho documento permitió que, en un terreno para seis niveles, se lograran construir 13 niveles debido a la aplicación de la norma de áreas con potencial de desarrollo.

Esa regla permite que haya construcciones más altas en avenidas principales, siempre y cuando se muestre y se respete un estudio de impacto urbano presentado ante la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi).

En marzo de ese año se demolieron las bodegas que había en el predio, según la licencia SLIU/006/010/2011/07. Después, Insurgentes Norte 1160 nombra como representante legal a Martín Muñoz Ruiz y es él quien el 18 de agosto de 2011 recibe el dictamen del estudio de impacto urbano para la construcción de un edificio habitacional y cuatro locales.

En agosto de 2011 a través del oficio DGAU.11/DEIU/028/2011, la Seduvi determinó que el inmueble podía construirse siempre y cuando se cumpliera con el proyecto presentado, que requería normas para el espacio público y que la compañía hiciera algunas adecuaciones en materia de drenaje.

Los detalles y memorias de cálculos estuvieron firmadas por el Director Responsable de Obra (DRO) Salomón Saad Saad, arquitecto por la Universidad Anáhuac con número de registro 2007. Actualmente según su perfil laboral es gerente de construcción y equipamiento en la Desarrolladora Park, empresa que encabeza la construcción de plazas comerciales en la Ciudad de México.

Los cálculos estructurales inscritos ante la delegación están hechos por Mata y Triana, Ingenieros consultores SC. Según este despacho, la zona sísmica estaba catalogada en II, pero los mapas del reglamento de construcciones vigente lo ubican en una zona III, completamente de lago.

La inspección que hizo el Instituto de la Seguridad de las Construcciones después del terremoto, también lo coloca en la zona III.

Según la manifestación de construcción FGMC-0001-09-71, el Corresponsable de Seguridad Estructural fue el ingeniero Jorge Luis Ángeles Vigueras, mientras que la Corresponsable de Desarrollo Urbano y Arquitectónico es Liset de la Caridad Molina.

El dictamen preveía que el edificio se levantaría en un terreno de mil 671 metros cuadrados y tendría como máximo 15 mil metros cuadrados de construcción final.

En los hechos el proyecto terminó en un predio de dos mil 93 metros cuadrados y 23 mil 596 metros cuadrados de construcción; no cumplió con los metros necesarios de área libre y tampoco con las especificaciones hechas por el Sistema de Aguas de la Ciudad de México.

Esto según una investigación SV/INVEA/CYE/047/2017 hecha por el Instituto de Verificaciones Administrativas que la inició ante una queja por uso de suelo.

A pesar de todas las deficiencias, la constructora vendió los 165 departamentos durante 2014.

En 2017, horas después del sismo acudió a revisar el edificio el arquitecto Jorge Katthain Vilches con registro de DRO 1992, tras esa inspección determinó que había daños severos en los muros, las escaleras y los elevadores. Catalogó el edificio como de seguridad incierta, aunque no consideró que existieran fallas estructurales.

Manifestación de construcción.

En contraste, el 23 de septiembre acudió otro DRO y calificó la construcción como segura debido a que los daños no se habían registrado en muros de carga.

La firma de dicho documento corresponde a Salomón Saad Saad, el mismo arquitecto que estuvo a cargo del proyecto durante su construcción.

Esa revisión fue presentada por la constructora para demostrar que era segura y forma parte de las pruebas de defensa que hay en la carpeta que tienen abierta los vecinos por fraude ante la delegación. MCCI contactó a Saad vía telefónica, pero se negó a dar una postura sobre el tema.

Comprar sueños y vivir en pesadillas

En la página web de Vertical Homes se presume todavía la venta total de Residencial Grand Insurgentes: 165 departamentos y cuatro locales comerciales. El lema de la desarrolladora lo remarcan en letras naranjas: “Habita tus sueños”.

Desarrolladora Vertical Homes SAPI de CV, presume tener más de mil 432 metros cuadrados construidos en seis desarrollos con más de 110 departamentos vendidos.

Ninguno de los propietarios de los departamentos de entre 57 y 67 metros cuadrados en el edificio de Insurgentes, considera estar en un complejo de ensueño: pagaron desde 700 mil hasta millón y medio de pesos en su mayoría a través de créditos bancarios y del Infonavit y tuvieron quejas por defectos en la construcción y los acabados desde el primer año.

El edificio tuvo afectaciones en los cubos de los elevadores y casi todos los muros.
Cortesía: Jazmín Hurtado

Mariana Monroy, vecina del piso 12, tiene un expediente ante la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) por reparaciones de humedad desde 2015. Por un mal diseño en los materiales, la constructora reparó dos años consecutivos las paredes de su departamento.

Sin embargo, hasta el proceso de reclamación ha sido tortuoso. La venta del edificio se hizo con varios esquemas, unos firmaron compromisos de compra venta con Vertical Homes, otros más hicieron los pagos del enganche y la liquidación directamente a la empresa Residencial Insurgentes Norte 1160 S.A. de C.V.

Casi el 80 por ciento de los inquilinos obtuvo su propiedad con enganches otorgados a la Inmobiliaria Dekah, una empresa ligada también con los Neumann, debido a que uno de los socios es Simón Neumann quien fuera titular de la Seduvi.

Esta última empresa recibió los pagos iniciales de los inquilinos y les extendió un recibo, más tarde, durante el proceso de escrituración el trato sólo fue con Residencial Insurgentes.

Esta triangulación del dinero en empresas con socios ligados entre sí, sólo provocó que cuando los inquilinos acudieron a presentar reclamaciones ante la Procuraduría Federal del Consumidor, tanto la inmobiliaria como la constructora argumentaran que no tenían que ver con el proceso.

La primera dijo que no era su responsabilidad porque no construía los departamentos, mientras que la constructora dijo que el trato comercial no se había firmado directamente con ella.

Relaciones verticales

Vertical Homes e Insurgentes Norte 1160 S.A. de C.V. están relacionadas entre sí ya sea por sus accionistas o por los representantes legales.

Eduardo Neumann accionista de Insurgentes Norte 1160, también aparece como socio en Vertical Homes y comparte participación en la empresa con José Antonio Fernández Garza Lagüera, Jaime Eduardo Alatorre Bernard, Mario Federico Sicilia Bernand y con Daniel Dickter, según el folio 502103 del Registro Público.

En ambas compañías están inscritos como representantes Martín Muñoz Ruiz y Daniel Dickter.

Sin embargo, la mayoría de los propietarios intermediaron con la Promotora Inmobiliaria Dekah, a quien le entregaron el anticipo.

Actas de Vertical Homes e Insurgentes 1160.

Esa empresa actualmente es propiedad de Marcus y Eli Neumann Mondlak, hijos de Simón Neumann Landenzon, extitular de la Seduvi, de 2012 a 2014, durante el gobierno de Miguel Ángel Mancera. También son accionistas Carlos Figot Sheinberng, Simón Gittler y María Vanessa Arroniz.

En el terremoto al menos dos edificios más comercializados por empresas vinculadas a los Neumann resultaron con algún tipo de daño. En específico el complejo ubicado en San Antonio Abad 66 conocido como Vertical Manzanos y otro más en Cuauhtémoc 579.

Vertical Manzanos, al igual que el edificio de Insurgentes, no cuenta con un aviso de ocupación validado por la delegación donde está construido.

En febrero de 2018 el portal electrónico La Silla publicó el trabajo “El cártel inmobiliario”, donde detalla los nexos de Simón Neumann y sus socios con el ex jefe de gobierno.

El trabajo firmado por Paris Alejandro Salazar, Gloria Piña y Sandra Romandía resaltó que los fundadores de Dekah fueron compañeros de Miguel Ángel Mancera en su paso por la iniciativa privada, así como las facilidades que obtiene esta desarrolladora y sus filiales para construir y comercializar departamentos sin cumplir con todas las especificaciones de ley.

La falta de acción de las autoridades no parece ser exclusiva del gobierno central. Según los vecinos de Residencial Insurgentes, la delegación Gustavo A. Madero notó varias deficiencias en el proceso de construcción, pero se hicieron clausuras temporales que se subsanaron con multas que suman menos de 500 mil pesos.

Incluso, el 20 de septiembre de 2017 el entonces delegado Víctor Hugo Lobo acudió al edificio, ahí vestido con un chaleco fosforescente platicó con los vecinos y ofreció “presionar juntos” para que las empresas cumplieran con lo pactado en los contratos.

Como parte de la presión que presumía el jefe delegacional, el director jurídico y de gobierno de la delegación, José Augusto Velázquez, interpuso una denuncia por uso de documentos falsos y delito ambiental por uso de suelo distinto al permitido, colocando como probable responsable a Residencial Insurgentes Norte 1160 S.A. de C.V., pero también al “poseedor, ocupante o encargado del inmueble”.

Por ese motivo, los vecinos resultaron acusados de un delito ambiental e incluso fueron citados como imputados.

—Además del daño que teníamos en las casas y el probable fraude porque no había aviso de terminación de obra, nosotros teníamos que pagar las multas por la mala construcción. No veíamos la salida— recordó Jazmín, quien pertenece al comité de administración del edificio.

En diciembre Víctor Hugo Lobo pidió licencia para competir por una diputación local, después de eso, nadie de la delegación dio seguimiento al estatus de los vecinos de Residencial Insurgentes.

Los vecinos acudieron a las oficinas centrales de Gustavo A. Madero pero les respondieron que ya no podían acompañarlos más y el apoyo sería solo moral. A Víctor Hugo Lobo no lo han vuelto a ver.

MCCI buscó la postura de la delegación varias ocasiones. La petición la atendió Rubén Chavarría quien dijo que era su decisión no dar información por teléfono. También se contactó a los representantes de la Inmobiliaria por correo y vía telefónica, pero hasta el cierre de la edición no habían respondido.

Casi un año después, los condóminos siguen recogiendo tabiques de las paredes aunque decidieron organizarse e ir reparando poco a poco los muros sin dejar las demandas que buscan la reparación de los cimientos.

Mientras buscan dónde vivir.

En la página web de Vertical Homes todavía se anuncia Residencial Grand Insurgentes.
|

Ser el único que colapsa

texto: Laura Sánchez Ley

Video: Lucía Vergara

Compartir:

Los once edificios del Multifamiliar Tlalpan se inauguraron semanas después del sismo que tiró el Ángel de la Independencia. Su diseño y construcción se consideraron de vanguardia, tanto en la arquitectura como en las políticas de vivienda. Fueron testigos de la expansión de la Ciudad de México y soportaron el terremoto de 1985. Pero uno de ellos, el más vulnerable, no resistió el movimiento del 19 de septiembre de 2017. Su colapso provocó la muerte de nueve de sus habitantes.

Calle y número:

Conjunto Urbano Tlalpan, Edificio 1C

Colonia:

Educación

Delegación:

Coyoacán

Año de construcción:

1957

Personas fallecidas:

9

1

El agua que escapó por las filtraciones de los viejos tinacos montados en la azotea, la que se acumuló en el techo tras las lluvias y la que salió de las tuberías que se reventaban, llegó hasta los departamentos del quinto y último piso. Poco a poco los hongos, ayudados por la humedad, desprendieron el yeso que cubría sus techos y que cayó como si fuera una tenue nevada con olor a polvo.

Esa humedad se extendió a la estancia, al comedor, a la cocina, al baño y a la única recamara de los departamentos de 37.46 metros cuadrados del edificio 1C, del Multifamiliar Tlalpan.

Más abajo, el sótano del edificio se inundó de aguas negras. Las raíces de los árboles, plantados muchos años atrás, dañaron las tuberías

Escritura de 1987 donde se observa que el Multifamiliar Tlalpan se construyó en los terrenos de la antigua hacienda de San Antonio Coapa.

Era en esos momentos de crisis cuando, entre los vecinos, empezaba la repartición de culpas y cuando el administrador en turno intentaba cobrar los 60 pesos de cuota para el mantenimiento mensual del edificio. Con cada fuga, con cada gotera, con cada inundación, el ritual vecinal se repetía. Así fue una y otra vez.

2

Los vecinos recordaban que, alguna vez, su edificio fue escenario de la película Señoritas, filmada en 1959. Pero de ese pasado glorioso sólo quedaba eso, el recuerdo.

Sus habitantes parecían aceptar el desgaste natural de un complejo arquitectónico construido 60 años antes. El Multifamiliar Tlalpan fue uno de los tantos proyectos de vivienda realizados por el gobierno mexicano entre 1945 y 1960 y que, con el paso del tiempo, se dejaron a su suerte.

Una ciudad dentro de otra

El 1C era parte del conjunto de 11 edificios inaugurados en agosto de 1957 por orden del presidente Miguel Alemán: una ciudad vertical dentro de otra.

En 1951, la entonces llamada Dirección de Pensiones Civiles empezó a buscar los mejores terrenos para erigir una decena de grandes edificios que pudieran dar hogar a unas 500 familias.

El lugar elegido fue un terreno de 844 metros cuadrados, al sur de la Ciudad de México. La Unidad Habitacional se levantó en los terrenos de la antigua hacienda de San Antonio Coapa, en Coyoacán.

El Gobierno de la República hizo todos los trámites, a través de la Sociedad Civil Centinela, y pagó 6 millones 108 mil pesos por las tierras, según la escritura 1733 de la notaria 178 del DF.

El Multifamiliar era una caja de cemento perfecta, adornada con ladrillos color rojizo y ventanales cuadrados, inspirada en los grandes complejos diseñados en Francia por el reconocido arquitecto Le Corbusier, quien creía que las viviendas tenían que ser funcionales y no debía despilfarrarse el espacio.

Los arquitectos Fernando Hernández y Jorge Cuevas diseñaron departamentos, en donde se integraba una cocina con pisos de mosaico de pasta, un baño con muebles sanitarios de porcelana, una recamara y una sala que, gracias a su ubicación daba sensación de amplitud.

Para comodidad de los habitantes, en el mismo complejo había un centro escolar, una panadería, una biblioteca y oficinas sindicales, de telégrafos y de promoción deportiva, según se puede observar en el plano obtenido por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI).

Desde 1957 la operación y mantenimiento del Multifamiliar estuvo a cargo de la Dirección de Pensiones Civiles. En 1959, al crearse el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), esta dependencia se hizo cargo de la Unidad y de la renta de los departamentos.

Plano general del Multifamiliar Tlalpan donde se observa el edificio 1C, el más delgado, el más largo y el único con una orientación distinta.

El edificio 1C, que contaba con un solo acceso, tenía 40 departamentos distribuidos en cinco niveles. En la planta baja había locales que fueron ocupados para albergar oficinas del ISSSTE.

—El complejo habitacional lucía impecable —recuerda el señor Juan José Arias Rivera, un jubilado de la Secretaría de Hacienda que llegó con su familia cuando se inauguró el edificio 1C.

Los Arias fueron de los primeros inquilinos del Multifamiliar Tlalpan, cuando alrededor no había más que parcelas. Durante poco más de 20 años, personal del ISSSTE se encargó de la recolección de la basura, de cortar el césped y retocar la pintura rojiza de las paredes y los balcones.

Empieza el abandono

El mantenimiento llegó a su fin el 11 de agosto de 1982, cuando José López Portillo desincorporó del dominio público los multifamiliares propiedad del ISSSTE y autorizó que se vendieran los departamentos a los inquilinos, según el decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación, por la entonces Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas.

La venta se concretó después de 1985. Para ese año, los edificios del Multifamiliar Tlalpan ya requerían trabajos de mantenimiento con costos muy elevados. Fue por eso que el 19 de enero de 1987, el entonces Departamento del Distrito Federal otorgó facilidades a las personas para que adquirieran inmuebles en los multifamiliares, según se lee en el acuerdo de la Tesorería del Distrito Federal.

La señora Petra Puebla, exhabitante del edificio 1C, cuenta que desde entonces no hubo autoridad que regresara al Multifamiliar. Los vecinos tuvieron que ingeniárselas para hacer las costosas reparaciones que requería un conjunto habitacional que ya cargaba varias décadas encima.

—Los edificios son como uno. Nosotros tenemos que ir al doctor a hacernos arreglos; así también el edificio y nunca se le dio mantenimiento. Se cobraban 60 pesos y la gente no quería pagar, que por que si una o dos personas no pagan, yo tampoco pago. Imagínese tanto dinero que se perdió, se hubieran hecho muchos arreglos.

Para tomar cualquier decisión tenía que existir consenso entre las 40 familias que habitaban el edificio 1C.

—Hubo mucho pleito… aunque se ponían notas de lo que se gastaba, decían: “yo puedo traer otro arquitecto y hacer mejor las cosas”, pero nunca lo llevaban. Salían peleados. Siempre así.

En el año 2001, 14 años después de que el gobierno federal abandonara el mantenimiento de 13 multifamiliares de la ciudad, el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andres Manuel López Obrador, creó el Programa de Rescate de Unidades Habitacionales. Cinco años después este fondo se convertiría en el Programa Ollín Callan.

Desde entonces, el gobierno de la Ciudad de México sólo brindó un fondo económico para rehabilitación del edificio 1C del Multifamiliar, de 197 mil 825 pesos, de acuerdo con datos que la Procuraduría Social (PROSOC) entregó en respuesta a una solicitud de información.

Lanzarse al vacío

Sesenta años después de su construcción, el Multifamiliar Tlalpan no podía ocultar el paso del tiempo. Los muros con figuras de mosaico —que en 1957 artistas plásticos decoraron— ahora compartían espacio con grafitis hechos con aerosol, para recordar qué pandilla mandaba en la zona. Pese al desgaste de los años, el conjunto habitacional seguía en pie, con sus jardineras centrales que dividían un edificio de otro; el parque, de 21 metros cuadrados, localizado a un costado del estacionamiento y el kínder construido para los niños que habitaban el lugar. A un lado de esa escuela se encontraba el edificio 1C

El 19 de septiembre del 2017, poco antes de las 13:14 horas, el señor Juan José Arias, quien vivía en el departamento número 41 del 1C, regresaba de la azotea. Habían llegado trabajadores que arreglarían finalmente las filtraciones en los tinacos. Así los pleitos entre vecinos podrían llegar a su fin. Al menos, temporalmente.

Juan José se acomodó en el sillón y prendió el televisor. Frente a él estaba Lizet, su hija de 19 años. De pronto el sillón brincó y lo elevó unos centímetros. La televisión cayó. Tardó unos segundos en captar lo que sucedía, hasta qué una grieta se abrió en la pared.

Vista entre pasillos de dos edificios del multifamiliar Tlalpan.
Fotografía Anónima / AGN

Padre e hija trataron de salir corriendo; cuando llegaron a la puerta, el candado se atoró. Después vino un estruendo, escombros y un hoyo que se abrió al frente. Juan sabía que el edificio se le venía encima, entonces se acercó al agujero y se lanzó con su hija al vacío.

El multifamiliar colapsó y el señor Juan José y su hija cayeron sobre las jardineras. Sobrevivieron. Nueve de sus vecinos fallecieron, entre ellos dos niños.

Un edificio alargado

El desplome del edificio evidenció que el Multifamiliar Tlalpan ni siquiera tenía nombre o al menos uno en el cual coincidieran las autoridades: mientras para la Secretaria de Desarrollo Urbano (SEDUVI) se llama Conjunto Urbano Tlalpan; para protección civil es el Multifamiliar Tlalpan ISSSTE.

Para los vecinos fue imposible obtener el expediente de construcción, que en teoría debía poseer la delegación Coyoacán, y es que a través de solicitudes de información, las autoridades de esa demarcación respondieron que no tenían el proyecto estructural de la obra ni los planos originales.

Los vecinos obtuvieron los planos del Multifamiliar Tlalpan gracias a un profesor que vivía en una colonia vecina. Su padre trabajó en la extinta Dirección de Pensiones Civiles; en cajas conservó documentos sobre multifamiliares de la Ciudad de México. Sin él, no habría nada.

Fue a través del análisis de ese plano y de la descripción general del condominio que especialistas del Instituto de Ingeniería de la UNAM señalaron que, por lo menos, fueron dos los factores que aumentaron la vulnerabilidad del edificio 1C ante un sismo.

Uno de esos factores, consideró el doctor Eduardo Reinoso, fue la estructura irregular (alargada) del edificio.

Para la ingeniería estructural, un edificio se considera regular, entre otras cosas, cuando la relación de su largo respecto al ancho de la base no excede de 2.5. Es decir, es regular cuando más se acerca a la forma de un cuadrado.

Cuando un edificio no cumple con esto, se considera que tiene una estructura irregular y, por lo tanto, es más vulnerable ante un movimiento telúrico.

El edificio 1C era irregular. Su base tenía un ancho de seis metros y 54 de largo; era más delgado que el resto de los otros edificios del Multifamiliar, que tenían un ancho de 7.96 metros. En el caso del 1C, el largo de su base era nueve veces mayor que su ancho, tres veces más de lo que marcaba la norma.

Otro factor fue el deterioro del edificio y la falta de mantenimiento.

Además, en el edificio 1C se utilizó una combinación de diferentes “tipos constructivos”: la planta baja se construyó con muros y castillos, mientras que los siguientes niveles se edificaron con otro sistema. Eso explicaría el por qué la planta baja resistió más y fue la única parte de la estructura que no colapsó.

Toma aérea del complejo habitacional. En los alrededores sólo había predios baldíos.
Fotografía aérea / Colección Particular

De los 11 edificios, 10 habitacionales y uno comercial, el único que cayó fue el 1C, el más delgado, el más largo, pero además el único con una ubicación distinta. Los otros, que aún siguen en pie, se encuentran uno frente al otro, distribuidos horizontalmente como fichas de dominó muy bien alineadas. El edificio 1C era como una ficha que, en ese orden, alguien había olvidado acomodar.

En el 1C, el edificio que más vulnerabilidades reunía de todos los que conformaban el Multifamiliar, vivían 40 familias. La mayoría de ellas no se encontraba ahí a las 13:14 del 19 de septiembre de 2017.

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

En el quinto piso había muchas fugas, no había mantenimiento a las azoteas adecuado”

Petra Puebla, habitante de la casa del Multifamiliar Tlalpan.

Labores de rescate en el edificio 1C luego de que colapsara el 19 de septiembre del 2017.
Fotografía: Cuartoscuro

Después del 19 de septiembre unas 500 familias que vivían en los otros 10 edificios del multifamiliar se quedaron sin hogar. Según la página de internet de la Secretaria de Obras y Servicios de la Ciudad de México, tres edificios fueron catalogados en código verde y siete en amarillo, ninguno en rojo y por lo tanto en peligro de colapso.

Sin embargo, las familias que vivían ahí, se rehusaron a volver a sus viviendas por miedo a que temblara y cayeran, igual que el 1C.

Unos han vivido en tiendas de campaña, otros en casas de madera que una asociación civil les construyó. La gran mayoría ha pasado las noches con familiares.

En protesta incluso cerraron una de las principales arterias de la ciudad, la Calzada de Tlalpan, para que las autoridades los voltearan a ver. La exigencia es que se agilice un plan de reconstrucción con fondos públicos para volver al multifamiliar; pero el proceso ha sido lento.

La señora Petra Puebla, quien vivía en el departamento 35, sintió el sismo muy cerca del multifamiliar, mientras viajaba en un camión del transporte público. Minutos después del terremoto llegó frente a su edificio, pero un tumulto le impidió el paso. Desde entonces, la mujer de 65 años se paró frente al lugar donde estaba su departamento, su edificio; miraba los escombros y trataba de encontrar una fotografía, cualquier recuerdo de lo que fue su hogar.

Ahí estaba cuando llegaron a remover los escombros a mediados de febrero del 2018. Petra Puebla los contó uno por uno: 100 camiones se llevaron lo que algún día fue el edificio 1C.

Memorial para los que fallecieron entre los escombros del edficio 1C.
Fotografía: Cuartoscuro

Fallecidos en el Colapso del conjunto Urbano Tlalpan Edificio 1C

Niños

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Ximena
Julián

Adultos

A generic square placeholder image with rounded corners in a figure.

Fátima del Rosario Basurto
Miguel Ángel Hinojosa Cruz
Viridiana Lucero Anahí García Guzmán
María del Carmen Cerón

Angélica Susana Ruiz Covarrubias
Karla Sabrina Almanza Ruiz
Joshua Brandon Almanza Ruiz

Los penthouses
que hicieron
la diferencia

Texto: Claudio González Caraza

Compartir:

Casi cuatro décadas después de su construcción, este edificio se remodeló, transformando los cuartos de servicio en penthouses, y se vendió como si fuera nuevo. Varias fueron las alertas sobre la ilegalidad de la ampliación y las condiciones del inmueble. Las autoridades sólo se limitaron a mandar oficios. El sismo mostró por qué aumentar la construcción y peso de una edificación no es cosa menor.

Calle y número:

Nicolás San Juan 308

Colonia:

Narvarte Poniente

Delegación:

Benito Juárez

Año de construcción:

1966-1968

1

En el 2007, la empresa Lonai Group Property Services S.A. de C.V vendió departamentos en una torre de la colonia Narvarte Poniente. Los publicitó como nuevos y quienes compraron creyeron que así era. En realidad, el edificio ubicado en el 308 de la calle Nicolás San Juan se construyó entre 1966 y 1968.

Con el tiempo, los vecinos que ocuparon esos departamentos se enteraron que el inmueble no sólo contaba con casi 40 años de edad si no que, además, cargaba el peso adicional de dos penthouses añadidos en un proceso de remodelación realizado en 2006. Según una investigación realizada por la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial de la Ciudad de México (PAOT) y publicada en abril del 2018, las obras en la azotea se realizaron en forma ilegal, añadiendo 184 metros cuadrados de construcción.

Cuando el edificio se levantó, en 1968, tenía 12 departamentos distribuidos en siete niveles; en la azotea había pequeños cuartos de servicio y jaulas para tender ropa. El desarrollo estuvo a cargo de Inmobiliaria y Constructora Güitrón Rivera Castellanos, cuyo representante legal, en ese momento, era Julián Güitrón Fuentevilla, catedrático en derecho de la UNAM y quien años después, en el 2012, fue senador suplente por el partido Movimiento Ciudadano.

En el avalúo que se entregó a quienes compraron en Nicolás San Juan 308 se aseguró que los departamentos eran nuevos.

El edificio no tuvo muchos cambios entre 1968 y 2006. Ese año comenzaron los trabajos de remodelación. De acuerdo con documentos del Registro Público de la Propiedad, en ese momento el inmueble pertenecía a la misma inmobiliaria, aún representada por Güitrón Fuentevilla.

Construir e ignorar la ley

Quienes remodelaron el edificio de Nicolás San Juan realizaron modificaciones en forma ilegal. Como lo documentó la PAOT, usaron un permiso para obras menores que no les permitía hacer los dos penthouses en los últimos niveles. La construcción de los penthouses agregó peso al edificio, pero la estructura del inmueble no se reforzó para soportar las nuevas cargas.

Durante la construcción, un vecino que vivía en el edificio aledaño se percató de que los trabajos de remodelación del edificio 308 se realizaban sin ningún cuidado. Y como prueba estaba el cascajo acumulado en la separación que existía entre su vivienda y el número 308. Ese vecino contrató a un notario para que realizara una visita.

En 2006 se aumentó el número de metros construidos, al edificar dos penthouses en el área que originalmente ocupaban los cuartos de servicio y las jaulas para tender ropa.
Fotografía: Lucía Vergara

El 15 de febrero del 2006, Armando Gálvez Pérez, de la Notaría 103, dejó su testimonio por escrito, así como fotografías, donde se observan los dos pisos adicionales en el edificio del 308. En las imágenes también se registró el material atorado en la estrecha colindancia entre ese inmueble y su vecino.

El Reglamento de Construcciones de la Ciudad de México establece que es responsabilidad de las delegaciones verificar que las obras realizadas en su territorio se apeguen a la ley. Esto no sucedió en el caso de la remodelación y ampliación del edificio 308 de Nicolás San Juan.

Documentos del Registro Público de la Propiedad sobre el edificio de Nicolás San Juan 308.

Cuando se remodeló el inmueble, el jefe delegacional en Benito Juárez era Fadlala Akabani Hneide, entonces afiliado al PAN; y en 2018 candidato a la alcaldía de esa misma demarcación por la coalición Juntos Haremos Historia (MORENA-PT-PES).

Un mes después de la visita del notario, en marzo del 2006, la inmobiliaria vendió el edificio; lo compraron nueve personas —entre ellos familiares de Güitrón Fuentevilla— y la empresa Lonai Group Property Services, la cual se encargó de la promoción y venta de los departamentos.

La empresa promocionó el edificio en ferias de vivienda, invitando a vecinos a conocer el proyecto con más detalle en sus oficinas. Lonai mostraba trípticos del edificio, presumiéndolo como recién construido.

En febrero del 2007 empezaron a llegar los nuevos inquilinos.

Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) buscó a Güitrón Fuentevilla, a través de la facultad de derecho de la UNAM, pero hasta el cierre del reportaje no recibió respuesta para poder contactar al catedrático y exsenador.

Dos alertas

Cinco años después de que el edificio se ocupó, una autoridad se pronunció sobre la construcción ilegal de los dos penthouses: en marzo de 2012, la Secretaría de Protección Civil del Distrito Federal visitó el inmueble tras una queja de los vecinos del edificio de Nicolás San Juan 304, por la inclinación que el número 308 mostraba hacía su edificio. Protección Civil identificó al inmueble 308 de Nicolás San Juan como “en Alto Riesgo para sus ocupantes, predios colindantes e incluso transeúntes a la zona”.

El entonces secretario de protección civil, Elías Moreno Brizuela, solicitó que los poseedores del inmueble contrataran a un Director Responsable de Obras (DRO), para determinar los trabajos de mitigación de riesgo necesarios para asegurar la estructura.

Los propietarios contrataron al arquitecto Enrique Estrada Romero, con carnet de DRO número 0539. En mayo de 2012, Estrada observó que el edificio mostraba desplomes, tanto al sur como al norte, pero también señaló que el inmueble presentaba “buena apariencia” y concluyó que en ese momento no representaba un riesgo para habitantes ni terceros. Recomendó seguir midiendo el desplome cada tres meses, durante un año; sustituir los materiales de acabado en una esquina por otros más ligeros y reubicar los tinacos del lado norte al lado sur de la azotea.

La Secretaría de Protección Civil del gobierno capitalino no dio seguimiento a sus observaciones sobre el “alto riesgo” que representaba el edificio. Para este reportaje se solicitó a esta dependencia que indicara cómo procedió después de pedir que se realizaran trabajos para disminuir la vulnerabilidad del inmueble. Dijeron desconocerlo, explicando que en ese momento el secretario de protección civil era distinto al actual.

Unos años más tarde, en marzo del 2016, los vecinos del edificio número 304 de Nicolás San Juan presentaron una segunda queja ante autoridades por la inclinación que el edificio 308 mostraba hacia el suyo. Su demanda ciudadana fue entregada a la delegación Benito Juárez, entonces encabezada por Christian Von Roehrich, quien ahora es diputado local electo por la coalición “Por la CDMX al Frente”.

Funcionarios de la delegación visitaron el inmueble, confirmaron la inclinación y pidieron que los poseedores del edificio en el 308 de Nicolás San Juan obtuvieran, “ante un DRO y un Corresponsal en Seguridad Estructural, un dictamen de las condiciones presentes y las medidas de corrección por los pisos extra incorporados y el desplome existente." El oficio fue firmado por Jorge Alonso Elizalde Cruz, en ese momento titular de la Unidad Departamental Técnica de Protección Civil de la delegación Benito Juárez.

Las autoridades delegacionales tampoco dieron seguimiento a su petición. A través de una solicitud de información pública, MCCI preguntó a la delegación si se habían realizado las actividades señaladas. Respondieron que no tenían registro de que así hubiera sucedido.

Tres edificios dañados

Cuando el 19 de septiembre del 2017 las ondas sísmicas provenientes del sur sacudieron a la Ciudad de México, el edificio de Nicolás San Juan 308 se movió bruscamente de lado a lado, chocando con los edificios vecinos: el 304 (al norte) y el 314 (al sur).

Los dos niveles que se le añadieron en 2006 provocaron que su movimiento fuera más extremo y, por lo tanto, más brusco el golpeteo con los edificios colindantes. El dictamen postsísmico realizado por el ingeniero Bernardo Gómez, quien fue presidente de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural entre 2015 y 2016, describe al inmueble del 308 como un “edificio con incremento de niveles que empeora la excentricidad de carga gravitacional en dirección del inmueble ubicado en Nicolás San Juan 304".

El 26 de abril de 2018, la PAOT publicó la resolución sobre la investigación que realizó sobre este inmueble.

La falta de separación entre los edificios hizo más fuerte el choque. La ley marca que la distancia que debe existir entre la separación de dos inmuebles depende de la altura de las estructuras. Evidentemente, cuando se añadieron los dos penthouses, la separación entre los edificios en la calle de Nicolás San Juan no aumentó de manera correspondiente.

Video: Lucía Vergara

El edificio 304 de Nicolás San Juan —con seis niveles y 21 departamentos— quedó gravemente dañado. Este edificio contaba con una “planta baja débil”, en el lenguaje de los ingenieros, lo cual lo hacía más vulnerable. Una “planta baja débil” es un primer nivel, usualmente destinado a estacionamiento, que cuenta con un sistema de estructuración compuesto de columnas de concreto reforzado pero una ausencia de muros de carga. El edificio número 304 se demolió en abril de 2018.

El otro inmueble contiguo al 308, el ubicado en el número 314, también presentó daños, por lo que fue deshabitado.

El edificio ubicado en Nicolás San Juan 304, vecino del inmueble con los penthouses, presentó daños graves. En abril de 2018, se demolió.
Fotografía: Lucía Vergara

El edificio de Nicolás San Juan 308 sufrió daños estructurales.

Fue hasta después del sismo que la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial (PAOT) realizó una investigación sobre este inmueble. En su resolución, publicada el 26 de abril del 2018, confirmó que “rebasa los niveles permitidos” y que “la carga extra de la superficie de construcción representa un riesgo, toda vez que el sobre esfuerzo de los elementos estructurales y la cimentación no contemplaban el peso que se adicionó”. También concluyó que los desarrolladores violaron el reglamento de construcción al realizar la obra sin contar con la manifestación de construcción.

El 16 de mayo de 2018, en un comunicado firmado por el director general del Instituto para la Seguridad en las Construcciones (ISC), Renato Berrón, se informó a los vecinos que su edificio no solamente había sufrido daño estructural a raíz del sismo, sino que la estructura seguía deteriorándose desde entonces.

Este instituto también señaló que los dos pisos adicionales representaban una vulnerabilidad para la estructura y que el edificio estaba en “alto riesgo de colapso”, por lo que se determinó su demolición.

La Secretaría de Vivienda y Desarrollo Urbano (Seduvi) será la que decida si se premiará la ilegalidad: esa dependencia determinará si los dos niveles añadidos ilegalmente en 2006 se podrán reconstruir.

Los trabajos para demoler el edificio de Nicolás San Juan 308 comenzaron justo en el área donde se encontraban los niveles construidos de manera ilegal.
Fotografía: Isabel Mateos

Resistir 32 años
y caer en
20 segundos

Texto: Dulce González

Video: Gloria Hernández-Lucía Vergara

Compartir:

Un sismo, el de septiembre de 1985, lo dejó con daños. Sus dueños ignoraron la inclinación que tenía y sin realizar ninguna obra de reforzamiento lo vendieron. Propietarios y autoridades apostaron a que con el tiempo se olvidaría que era una construcción herida. El 19 de septiembre de 2017 colapsó.

Calle y número:

Avenida Niños Héroes 173

Colonia:

Niños Héroes de Chapultepec

Delegación:

Benito Juárez

Año de construcción:

1951